jueves, 27 de septiembre de 2012

Una de natación

La verdad sea dicha que no sabía de qué escribir hoy. Podía haber indagado algún dato curioso de Segunda B, Tercera o Regional, pero he preferido guardarlo para otra ocasión. Después de un vistazo, amplio, sobre la actualidad deportiva he optado por volver a alejarme del fútbol, parece que le voy cogiendo gustillo todos los jueves, para hablar sobre los límites del deporte. Viene a colación después de la polémica destitución de Anna Tarrés, por teléfono, el pasado 6 de septiembre como entrenadora de la selección absoluta de natación sincronizada. La Federación Española de Natación argumentó que en esa decisión sólo hay "razones estrictamente profesionales y de política deportiva". Curiosamente, en la vida las casualidades no existen, una carta firmada por dieciséis nadadoras que estuvieron a sus órdenes (sólo cinco llegaron a estar bajo su disciplina como absolutas) se hizo pública el pasado lunes. A lo largo de cuatro folios mostraban las vejaciones que ellas habían sufrido bajo el mandato de Anna Tarrés. Algunas de esas perlas son "¡fuera del agua, gorda! ¡Vete al psicólogo!", "no vengas a hacerte la estrecha. Si te has follado a todo lo que se mueve...".

A su vez hoy El País publica una entrevista con Andrea Fuentes, una de las actuales componentes del equipo español de natación sincronizada. Leyéndola con todos los sentidos posibles extraigo varias conclusiones. Por de pronto la nadadora no entiende el motivo por el cual la carta sale a la luz cuando los hechos sucedieron hace una década, no comparte la visión que se da de su exentrenadora y admite que en el deporte profesional (cada disciplina es un mundo), más allá de la capacidad genética hay un factor fundamental, el aguante psicológico. Es como si dijera que los límites deportivos los determina la cabeza. Aunque no desmiente que los supuestos malos tratos existieran sí que reconoce que una exigencia extrema, como puede ser el caso de Tarrés, es lo que conduce a esos límites que casi traspasan la barrera, por así decirlo, de lo denunciable.

Ahora cabe preguntarse si estos comportamientos, si esta puesta en escena durante los entrenamientos es admisible en aras de, por ejemplo, conquistar medallas. El deporte profesional exige una dedicación exclusiva, un perfeccionamiento continuo, una alta capacidad para soportar situaciones que en otros ámbitos no son aguantables. Cada deportista debe valorar y manejar los pros y los contras de embarcarse en una aventura. Supongo que las nadadoras que han aceptado las normas no consideran que haya un trato vejatorio. Quizá las que se han quedado en el camino, algunas a lo mejor han primado otros aspectos, no han llegado donde les hubiera gustado o simplemente han tirado la toalla porque no compartían esa disciplina sean más moldeables para considerar que sí existían los malos tratos.

Andrea Fuentes asume que en más de una ocasión ha habido fuertes discusiones entre nadadoras y entrenadora, pero no le da mayor importancia. Incluso compara la selección absoluta con una familia. "Claro que con Anna ha habido momentos en los que nos hemos llegado a gritar y nos hemos dicho palabras dañinas". Además, argumenta su afirmación: "No siempre es necesario que exista tanta cordialidad. A veces es imprescindible ser sincero y dejar que salga lo que llevas dentro". Se podrá estar o no de acuerdo, pero muestra coherencia en lo que hace y dice. Es decir, comparte las reglas del trabajo, las formas, en busca de un fin. Por el momento, le merece la pena tanto sacrificio. Lo dicho, cada persona tiene sus límites.

En otros deportes, esta profesionalidad es casi ridícula. Las diez horas diarias que emplean estas nadadoras no son comparables con el tiempo que dedica, por ejemplo, un futbolista a su profesión. Los extremos no son buenos. Porque aunque hay futbolistas muy profesionales hay otros que no lo son. Bajo mi punto de vista, me estoy marchando por peteneras y estoy abriendo un asterisco a la entrada, los futbolistas deberían actuar como profesionales durante gran parte del día. El entrenamiento físico, técnico y táctico es un aspecto, pero hay más. Que algunos jugadores desconozcan contra quiénes juegan me parece lamentable; que no sepan los campos dónde juegan, también; que ni siquiera conozcan las reglas del juego, como cuándo hay un libre indirecto dentro del área; y que los técnicos tengan que darles todas las herramientas para que puedan aprender estos y otros detalles, significa que estos considerados ídolos de masas no saben lo que es llegar a los límites del deporte. Son unos privilegiados.

Ha sido inevitable, he empezado con la natación sincronizada y he terminado con el fútbol. Está claro que me puede. A modo de conclusión, sí que me gustaría concretar que el deporte profesional exige un plus físico y psicológico de cada persona. Hay quienes sí están capacitados para aceptarlo y hay quienes se derrumban. ¿Son peores personas las que se quedan en el camino? Ni mucho menos, simplemente que no están predispuestos a ceder. ¿Son mejores personas las que sobreviven? Tampoco, eso sí son mejores en esa disciplina porque como ya decía el científico evolucionista Charles Darwin 'sólo los más fuertes sobreviven', en este caso en el ámbito profesional.

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