sábado, 14 de junio de 2014

Decisiones sin corregir

En la Copa Confederaciones se empezó a vislumbrar lo que le podía suceder a España si no reaccionaba, si no se ponía remedio a un mal que aún continúa. Tras la final perdida ante Brasil, Vicente del Bosque debía haber aprendido la lección para intuir que un año después podía suceder lo que nadie quería ver (aunque los síntomas ya se atisbaban). Quizá la culpa no sea individual, hay un cuerpo técnico detrás que tenía que haber dado con la tecla. Quizá el verano pasado fue el momento de tomar decisiones, de no fijar en el Mundial de 2014 la línea de meta para muchos futbolistas. Porque quizá ese ha podido ser uno de los problemas de una selección que, como se demostró ayer, no sabe perder, no tiene la capacidad mental para seguir al pie del cañón, para sacar el orgullo y dar un golpe encima la mesa

Se puede perder, pero con la cabeza alta, apretando los dientes, mordiéndote los huevos y manteniendo la concentración, no dejándote ir, mirando al césped y pensando ya en el siguiente envite. A lo mejor es que no existe un plan alternativo al dibujado por el exceso de posesión, balón al pie y poca movilidad. Si a ello se le une la inexistente capacidad para mantener la tensión en defensa, apaga y vámonos. Cierto que si Silva, minutos antes de que Van Persie pusiera el empate, se hubiera dejado de filigranas (es decir de intentar una vaselina) y hubiera sido práctico, a lo mejor esas críticas voraces (muchas de ellas gratuitas) no serían tales. Por eso intentaré no centrarme en lo que vivió ayer una España dormida, acomplejada, sin capacidad de reacción y sin timón (ni dentro del campo ni fuera de él). 

En la Copa Confederaciones se intuyó que Del Bosque prefiere apostar por esos futbolistas consagrados, que tanto le han dado a España. Para ponerlos a escena, el técnico salmantino no se fija en su estado de forma, se deja llevar por el nombre, por lo que representan. Puede que en un momento puntual sea la manera de agradecer lo que se ha sido. Pero en el fútbol, como en la vida, no se pueden hacer concesiones. Hasta esa final en la que Brasil, hambrienta, pasó por encima a España todo parecía perfecto. La propuesta de 'La Roja' era más que suficiente para mirar desde la atalaya que daban los dos títulos de Eurocopa y el Mundial

Casillas, desolado, tras encajar uno de los cinco goles que recibió el pasado viernes.

Pero para seguir mejorando, hay que mover ficha. Todo en esta vida es cíclico y para no morir hay que renovarse (el Barcelona parece encontrarse en esa fase). El propio seleccionador ya lo mencionó ante el amistoso de Guinea Ecuatorial en el que expuso que la mirada o decía todo: sólo Koke estaba con hambre. Fue un aviso sin consecuencias. La advertencia no surtió el efecto deseado porque ha llegado la gran cita del Mundial y en el primer partido se han visto las carencias de una España prepotente y excesivamente confiada a su seña de identidad. Me río yo del estilo. Lo importante es ser competitivo, fiel a unos principios, a unos mecanismos, pero con apertura de mente para amoldarte a lo que tu oponente te propone. Que le digan a Holanda qué prefiere: fidelidad o ganar a España por 5-1. Eso fue lo que hizo Van Gaal. Estudió cómo maniatar a España, cómo agotar física y mentalmente a su adversario además de buscar la forma de cómo resquebrajar a una defensa descompensada en la que algunos de sus jugadores no estaban en condiciones de competir al máximo nivel (no es culpa de ellos, es de quien los elige y los expone). Me pregunto si España sabía cómo iba a jugarle Holanda por qué no puso remedio.

Puede que a toro pasado pueda resultar populista y demagógico, pero es lo que hay. Lo vivido ayer en Salvador de Bahía es una suma de factores. Incluso la brillante idea de entrenarse a 20º menos de las condiciones con las que te vas a encontrar durante el partido puede influir. Ahora todo pesa. Hace un año, Javi Martínez estaba en un momento de forma espectacular (clave para entender los éxitos del Bayern de Jupp Heynckes) y Del Bosque optó por su jugador fetiche: Busquets. Y eso que la ausencia de Xabi Alonso facilitó cierto aperturismo al prescindir del doble pivote (como se comprobó en la final un error ante la falta de equilibrio de España). De nuevo, vuelve a repetirse la historia.

Ahora, parece que Koke reclama su lugar en detrimento de otros, caso de Xavi o del propio Busquets. Por no hablar del estado de Piqué o del Jordi Alba e incluso del propio Casillas. En el caso de Diego Costa hasta tengo dudas de si es una imposición de la Federación (quiero creer que es convencimiento del Del Bosque) porque si resulta que con otros '9', caso de Negredo, Michu, Soldado o Llorente (todos ellos ausentes) España no ha modificado un ápice su manera de actuar, me pregunto los motivos que llevan a esta selección a jugar con el hispano-brasileño y a utilizar, más de lo debido, el pase largo, por ejemplo. ¿Dónde quedan las inmovilistas señas de identidad?

Ahora bien, dar marcha atrás es imposible. Volver a hacer la convocatoria para el Mundial es imposible (es una pérdida de tiempo pensar en lo que podía haber sido), por lo que toca centrarse en el presente, en reflexionar, en hacer autocrítica, en poner las cartas encima de la mesa y en reaccionar. En tirar de orgullo, comerse los egos y admitir la realidad. También es momento de que Del Bosque deje de lado esa ambigüedad en la que todo está bien, todo es perfecto... Que piense en el bien de la selección, deje de agradecer los servicios prestados y actúe en consecuencia para poner un once que lo merezca por lo que es, a día de hoy cada futbolista, no por lo que ha dado a España. Puede que sea una decisión dolorosa, pero quizá llegue a tiempo (debía haberse tomado con anterioridad). 

A España, para mantener alguna esperanza de continuar vivo más allá de la fase de grupos, sólo le vale la victoria ante Chile (y puede que no sea suficiente). Pero más allá del triunfo, considero más importante que se vea a una selección que actúa como equipo, tanto en ataque como en defensa (cuestión que se les olvidó el viernes), que muerde, que aprieta, que lo intenta, que no se relaja, que no dosifica, que ambiciona ganar... Calidad hay, así que sólo queda que haya voluntad (además de palabras con hechos) para remediar la humillación sufrida ante Holanda. 

miércoles, 4 de junio de 2014

Una temporada enriquecedora

No es fácil, aunque lo parezca, cuando toca hablar sobre uno mismo. Lo normal puede ser caer en cierto egocentrismo, en dejarte llevar por los sentimientos, por la subjetividad... pero a través de esta entrada trataré de realizar un balance, evidentemente, desde mi perspectiva, sobre mi experiencia como entrenador del Yagüe juvenil. Nueve meses y medio (el primer entrenamiento fue el pasado 19 de agosto y el último, por así decirlo, y contra pronóstico, será el jueves 5 de junio) muy intensos, todo hay que decirlo, en los que un servidor ha tratado, dentro de mis posibilidades, de transmitir la ilusión del fútbol a un grupo de adolescentes, con lo que complicado que eso es, que todos ellos, aunque sea un poco, mejoren sus prestaciones. Serán los jugadores los que deben decidir si he cumplido o no; si he puesto de mi parte (no creo que se me pueda reprochar nada en ese sentido) para que así sea. 

Los resultados hablan y aunque desde el club se mantenía la ilusión de poder alcanzar la fase de ascenso a Juvenil Nacional, la realidad es que no pudo ser alcanzar una de las metas propuestas. Mi postura, desde el inicio, fue más conservadora. Sabía que la empresa era difícil, por lo que mi intención pasaba por hacer un equipo competitivo, que se pudiera adaptar a las diferentes circunstancias que pueden darse en un partido. Sólo así, desde el trabajo, podíamos llegar algún sitio. Sin embargo, por unas circunstancias u otras, este grupo no ha estado a la altura en los partidos claves, no ha sido capaz de competir de tú a tú en el momento necesario. Nervios, ansiedad... o quizá es que no había para más o incluso por falta de capacidad de su guía. Si en liga parecía que Pradejón y Varea, como así fue, eran favoritos y que tanto el Yagüe como el Ciudad de Alfaro podían estar peleando con ellos, al final se demostró que los amarillos estaban por debajo de Pradejón y Varea (y eso que en el segundo partido cualquier resultado se podía haber dado).

Quizá esa derrota en Varea hizo más daño de lo esperado al grupo. Se empezó a ver que meternos en la fase de ascenso era realmente complicado y que si al menos queríamos intentarlo había que esforzarse para ello. Lástima que algunos no entendieran el mensaje y optaran por desaparecer, tirarse del barco. Pese a tener la conciencia tranquila, siempre me queda la duda de saber si podía haber evitado esas marchas. Resultó un comienzo de año 2014 complicado. Más de lo esperado. La desilusión hizo mella. Tanto que era frustrante ir a entrenar y encontrarte con apenas 10 jugadores. Fueron dos semanas duras que me hicieron plantearme las cosas. Pensé en dejarlo y desde el club me dieron la oportunidad de coger al equipo de Regional. Podía haber sido lo fácil. 

Plantilla del Yagüe juvenil en la temporada 2013/14. MIGUEL HERREROS

Pero no. Apreté los dientes, varíe mis objetivos iniciales, no tenía más remedio que obviar el componente deportivo y centrarme en mantener, dentro de lo que cabe, la uniformidad del grupo. Por suerte los jugadores respondieron, también fueron fuertes y le echaron valor. En vez de abandonar, continuaron hasta el final. Que de 19 jugadores con ficha, 6 se marchen trastocan bastante los planes. El equipo cadete, salvo honrosas excepciones, no ayudaba porque, algo incomprensible, no querían ir a jugar con el juvenil y cuando lo hacían, la informalidad era la carta de presentación. La decisión era clara: el premio de jugar en una categoría superior es para el que se la merezca. De ahí que los dos que desde el comienzo estuvieron entrenando con los juveniles fueran los únicos regularmente con minutos.

Sabía que el comienzo en la Copa iba a ser determinante para saber qué rumbo íbamos a tomar. Por suerte, tuvimos un inicio de calendario asequible. El grupo ganó en autoestima al ver que éramos superiores, que si se hacían las cosas teníamos capacidad para ganar a cualquiera. El impulso de los resultados provocó que los últimos tres meses todos los que se habían comprometido acudieran a entrenar y eso regeneró la ilusión. En la cabeza de todos estaba el aspirar a ganar la Copa. Era un mal menor. Pusimos el turbo, supimos sufrir cuando hizo falta, sacamos adelante partidos en los que quizá el juego no fue el deseado, pero las cosas salían. Acabar primeros con 11 puntos de ventaja respecto al segundo, marcar 4 goles de media y sumar 28 de 30 puntos posibles da moral

Llegaron las semifinales (con el dichoso Torneo de Clubes históricos de Logroño entre medias y la poca comprensión desde la Federación hacia el Yagüe), vencimos, con dificultades al Villegas cuando todo hacía indicar que nos lo íbamos a jugar en la lotería de los penaltis. Estábamos en la final. Convencidos de que podíamos ganarla nos enfrentamos al Valvanera. Nos pusimos por delante a los 38 segundos, pero cuando nos empataron a los 3 minutos, en el campo se notaba que nuestro rival era superior. Tratamos de plantar cara, tuvimos nuestras bazas, pero cuando enfrente hay un equipo mejor, sólo queda darle la enhorabuena. Podía haber sido una buena manera de acabar. Por eso quizá la sensación sea agridulce porque después del esfuerzo que esta plantilla ha hecho, es como si no hubiera encontrado recompensa. Pero hay que ser realistas, a lo mejor era a lo máximo que podíamos aspirar y hay que estar, en ese sentido, contentos

Sin que sirva de excusa, supongo que otros clubes tendrán los mismos inconvenientes, mi trabajo como entrenador, quizá sea exigente conmigo, lo considero incompleto. En el aspecto deportivo, hemos intentado mantener una identidad, ser fieles a algo en lo que creíamos. Cuando las cosas han salido bien (los resultados acompañaban), el equipo ha demostrado capacidad. Otra cosa es cuando este grupo, dentro del terreno de juego, encontraba dificultades. Ahí hemos dejado mucho que desear. Que a lo largo de toda la temporada hayamos sido incapaces de remontar (neutralizar un gol encajado sólo en dos ocasiones) es significativo. ¿Culpables? Todos, yo el primero. Pese a los intentos por no agachar la cabeza, de seguir compitiendo, nos hemos rendido demasiado fácil. Falta de unidad. Un mal que nos ha perjudicado y del que ha sido imposible reestablecerse.

En definitiva, a título personal, ha sido una temporada de enriquecimiento personal en el que he aprendido más de lo que pensaba. Lamento, eso sí, que para algunos haya podido ser un año perdido y que, a lo mejor, no hayan encontrado a un entrenador que haya sabido exprimirles al máximo. Sin embargo, mi aventura ha sido muy positiva, poco gratificante (supongo que es la soledad del entrenador que dicen) en la que lo de menos ha sido el no poder hacer ni una convocatoria, tener que realizar la alineación en función de quiénes han venido o no a entrenar, así como estar prácticamente solo tanto en lo bueno como en lo malo. Ahora, con la confianza del Yagüe, me embarco en un reto difícil, pero muy ilusionante, a la vez que de bastante responsabilidad para alguien que lleva muchos años ligado a este club, como es tratar de lograr que el Yagüe no sea un equipo ascensor entre Tercera y Regional. Nos vemos en los campos.