lunes, 21 de julio de 2014

El primer día

Todo llega, para bien o para mal. Ahí está, ese primer día que tanto respeto infunde. El trabajo previo ya está realizado, ahora sólo queda plasmarlo y que al público al que te diriges, los futbolistas, vayan captando la idea. Grupo nuevo, entrenador nuevo. Muchas cosas por aprender. A ello se le une que estamos hablando del Yagüe, un club particular, con sus cosas. Como jugador, en todas las pretemporadas que he participado como amarillo el primer día siempre ha sido singular; no ha habido un año en el que, sin que el entrenador de turno no tuviera constancia, aparecieran unos cuantos jugadores 'a prueba'. Lo máximo fue cuando uno un día, ni corto ni perezoso, dijo: "Nos han dicho que se hace una selección y venimos a probar". Es gente que, por lo general, apenas dura un par de días y por respeto. Pues bien, este hecho, provoca que durante la primera semana la abundancia de futbolistas permite trabajar pocas cosas, si acaso el aspecto físico

Quería evitar, ingenuo de mí, la abundancia de jugadores el primer día, pero va a ser inevitable. Lo asumo y la culpa es mía. Sin que sirva de justificación, me gusta dar oportunidades. De esa forma, 14 futbolistas que la temporada pasada lograron el ascenso (Javi, Movellán, Joni, Chico Jony, Mora, Gajate, Félix, Gali, Jonan, Moha, Murias, Melón, Pedro Vitoria y Pablo) tendrán la posibilidad de ganarse un hueco. A ellos hay que sumar, 4 fichajes confirmados (Picote, Justino, Terroba y Omar), pero que seguro que no serán los únicos, puesto que contaré con más de una decena de futuribles (5 de ellos tras acabar su etapa de juvenil). Si a esta lista, se añaden los que parece que van a venir (que evidentemente deben demostrar su valía dentro del equipo), 3 juveniles del Yagüe (para que se vayan curtiendo) y los que puedan aparecer por sorpresa (siempre hay alguno) soy consciente de que el número de jugadores es elevado. Pero no es lo mismo llegar a un vestuario que repetir en él y, como ya he dicho, me gusta la igualdad de oportunidades.

¿Qué supone esto? Pues que en unos días, debo reducir, alarmantemente, el número de jugadores. No es una situación agradable, pero hay que tomarla sí o sí. Para eso va a estar esta primera semana, para que el que quiera ganarse una ficha en Tercera, lo demuestre. Lo bueno y lo malo, para todos, es que no me voy a casar con nadie, que no me fijo en lo que hayan hecho anteriormente... voy a vivir del presente, de lo que me demuestren estos días y lo haré sin mirar el DNI, sólo me fijaré, que no es poco, en sus cualidades deportivas y humanas (prefiero a gente sacrificada y respetuosa, aunque con menos posibilidades, que futbolistas determinantes, pero que desconocen lo que es estar en un grupo). Pero bueno, esa ingrata situación es una de las responsabilidades como entrenador.

Respecto a los partidos de pretemporada, mi intención es medirme a equipos que me permitan ir trabajando sobre lo que quiero. Por eso he optado por enfrentarme a tres clubes de Regional, dos recién descendidos como Alberite (6 de agosto) y Berceo (14 de agosto), además de la Oyonesa B (13 de agosto); y a dos de Tercera, el Vianés (2 de agosto) y el Agoncillo (8 de agosto). Unido al partido que disputaremos entre nosotros el próximo sábado, son duelos más que suficientes para llegar en plenas condiciones al fin de semana del 23 y 24 de agosto. La pena, es un sinsabor que me queda, es no poder jugar un partido de presentación (el fin de semana anterior a comenzar la liga), pero que el viernes 15 de agosto sea fiesta y que el campo de El Salvador se encuentre cerrado (hasta esa fecha), ha sido un inconveniente que podía haber solucionado, pero que me hubiera ocasionado más problemas que ventajas en la planificación.

jueves, 17 de julio de 2014

Primer acercamiento a la Tercera

Vuelve el gusanillo. Es el momento en el que los clubes de Tercera empiezan a rodar, reinventan sus ilusiones por conseguir sus objetivos. Llega la hora de ponerse el mono de trabajo y de realizar esas primeras sesiones de entrenamiento quizá más aburridas, para futbolistas y entrenadores, pero importantes para guiar a las respectivas escuadras a intentar alcanzar sus metas. Unas pretensiones que varían desde el realismo y la humildad a incluso cierto atrevimiento o ambición, según se mire. Diferentes estrategias totalmente válidas para lograr lo que se quiere. El grupo riojano de Tercera, el XVI, tiene sus particularidades, ya que aparecen varios bloques en cuanto a los objetivos clasificatorios se refiere y es complicado dar un paso adelante en ese tipo de subdivisiones, ya que lo habitual suele ser lo contrario, que algunos retrocedan en sus ideas iniciales, aunque como todas las temporadas siempre aparecen agitadores y sorpresas positivas, como aconteció el curso pasado con por ejemplo, el Vianés. Sin embargo, al final de una liga de 38 jornadas cada equipo estará donde merece, ni más ni menos.

Tomando como referencia la clasificación de la 2013/14 y los movimientos, bastantes tanto en cuanto a futbolistas como a entrenadores, que se han dado, y se siguen produciendo, en estas fechas irrumpe, de entrada, un grupo inicial que tiene como reto estar entre los cuatro primeros: la descendida Sociedad Deportiva Logroñés; los cuatro que ya estuvieron hace unos meses pasando la primera ronda del 'play off'; Varea, Haro, Náxara y Anguiano; el remozado e ilusionante Calahorra y el nuevo Alfaro. De todos ellos, SDL, con Raúl Llona al frente del nuevo proyecto, y Varea, con la llegada de Nacho Ruiz (Náxara) al banquillo parecen los dos equipos a batir, aunque en el caso de los blanquirrojos aún es pronto para hablar ya que, pese a haber empezado a entrenar, todavía le quedan piezas por reclutar. Además, el Calahorra de Eduardo Arévalo, tras tres temporadas en Alfaro, parece dispuesto a ser un animador. Hasta la fecha completa un once de muchas garantías para pelear por todo. Pero es que el Haro, en el que Roberto Ochoa ya no está (se ha ido al Alavés B), quiere con Iñaki Pacheco mantener su hegemonía pese al aparente cambio de estilo que impondrá el nuevo inquilino del banquillo blanquinegro.

El Náxara, por su parte, con el retorno de Iñaki Santibáñez a La Salera busca consolidar su sitio entre los cuatro mejores y después de la exitosa campaña del técnico al frente del Vianés y del carácter de los blanquiazules seguro que están en condiciones de mantener su estatus. Asimismo, el Anguiano, con Juan Carlos Herrero al frente, único club de los mejores clasificados que repite con el entrenador de la campaña pasada, no se quiere quedar atrás y su meta pasa por, como mínimo repetir en la postemporada. A este grupo, por historial, aunque es una incógnita, hay que unir al Alfaro, que ha apostado por Roberto Quílez, un técnico navarro, en lo que se puede intuir a un giro al rumbo de los blanquillos. 

Tras estos siete clubes, aparecen Oyonesa y Agoncillo. Dos bloques, en los que se vuelve a dar confianza a Jorge Ochoa e Israel Villareal, respectivamente, difíciles de superar y de batir. Dos escuadras aguerridas, serias defensivamente y con chispa en la parte delantera. Mientras que los alaveses llevan dos temporadas seguidas codeándose con los mejores, aunque finalmente cayendo a la zona media alta, el conjunto avionero, por unas cosas u otras, no logra dar ese salto cualitativo que le permita dar un empujón en sus ambiciones.

El Vianés, tras su histórica clasificación, también se quiere unir a este grupito. Lo tendrá difícil Jesús Duque, un hombre de la casa y que llega al primer equipo tras su gran trabajo la campaña pasada en el filial. El reto está ahí. Por su parte, el River Ebro, el Arnedo y La Calzada ansían consolidarse en la categoría repitiendo sus actuaciones del curso anterior, aunque los blanquilllos parece que ambicionan más, mientras que los rojillos asumen que tocará luchar por la permanencia como primer reto. Este trío de clubes apuestan por la cantera y la gente del lugar. Si a eso se le une el gusto por la elaboración y el toque, queda claro que recursos hay para ilusionar a sus respectivas localidades.  

Finalmente, se encuentran esos siete equipos a los que no les gustaría estar ahí. Ciudad de Alfaro, Balsamaiso, Calasancio y Villegas, por un lado, confían en mantener la categoría y si pueden dar un salto en sus pretensiones. Los riojabajeños confían en el bloque de la temporada pasada liderado por Jesús Díaz,'Yuyo'; los colegiales, con José Quiroga como director de orquesta, esperan no pasar los apuros de hace unos meses; el conjunto encarnado, capaz de obtener grande resultados ante equipos que peleaban por otras metas, repite con Alberto Rubio al frente; mientras que los blanquillos han rectificado sobre la marcha, ya que si José Miguel Varea era el sustituto de Fernando Fuertes en el banquillo, esta semana David Pérez ha tomado su relevo. Misma meta, evitar el descenso, aunque seguro que con diferentes modelos. A ellos hay que unir a los tres recién ascendidos de Regional: Casalarreina, Tedeón y Yagüe. Los riojalteños y los de Navarrete dan continuidad a los entrenadores que lograron el ascenso; José Mari Alonso e Íñigo Rodríguez, mientras que los amarillos le abren las puertas a un hombre de la casa, un servidor, tras su paso por el banquillo de los juveniles. Todos quieren acertar y evitar ser uno de los tres conjuntos que acabarán la temporada en Regional. 

En definitiva, como viene siendo habitual la Tercera riojana ofrece un abanico de posibilidades y de pequeñas batallas. Aparece la ambición del ascenso y de ocupar las plazas de 'play off', la de consolidarse en la categoría apostando por la gente de la zona y luego queda la tensión por lograr la salvación. Será difícil que algunos logren sus objetivos en términos de resultados, pero aunque sea una lástima es lo que queda, que los números salgan (y no me refiero a los económicos, que también, sobre todo en esos que aspiran a lo máximo).

martes, 15 de julio de 2014

Muy buena pinta

Pues eso, que tiene muy buena pinta. Y eso que hoy -martes- ha sido el día en el que ha empezado a andar (hay horas de trabajo previas) la Unión Deportiva Logroñés, único representante riojano en Segunda B. Es como si la llegada de Carlos Pouso, nuevo entrenador, en su primer día de corto, hubiera insuflado aire fresco. Lo ha hecho. Aunque si por algo hay que destacar estos meses sin fútbol regional, es por una sensación extraña que rodea a este club: la ilusión. Es como si apostar por Pouso fuera sobre seguro. Su llegada ha provocado que a la seriedad de la entidad como pagadora mensualmente, una cuestión que debería ser normal, se le une la coherencia y el sentido común (que no quiere decir que antes no la hubiera) que desprende el inquilino del banquillo blanquirrojo. 

De esa manera, con naturalidad y cercanía, todo apunta a que la UDL quiere ser uno de los referentes del grupo I, en el que según lo previsto, a falta de que la Real Federación Española de Fútbol lo ratifique en su asamblea general anual, volverá a repetir con asturianos, gallegos, cántabros y castellano leoneses. Lo va a hacer aunando nombres de prestigio en la categoría; ahí está la lista de fichajes: once por el momento. Futbolistas que aterrizan en Logroño motivados por varios aspectos: el reto deportivo, la llamada de Pouso, la posibilidad de un ascenso (con el que muchos sueñan) o de por lo menos completar la mejor campaña del club (si logra meterse en la fase de ascenso será un hecho), la fama de la entidad, jugar en un campo como Las Gaunas, los servicios que ofrece la ciudad... todo suma y pocas cosas restan.

Por el otro lado, Pouso ya ha puesto las cartas encima de la mesa. No rehúye su responsabilidad. Asume que viene para dar un salto de calidad a un club que, por unos motivos u otros, no acaba de explotar. Reconoce que sólo puede ofrecer trabajo y que lo demás vendrá por sí solo. Incluso añade que, como todo en esta vida, siempre hace una pizca de suerte, pero ésta hay que buscarla. Hasta la fecha, se ha rodeado de buenos mimbres. De la temporada pasada continúan siete jugadores (cinco de ellos riojanos): Miguel, un portero discutido en la grada, pero que fue a más con el paso de la campaña; Herreros, central o lateral, si la ocasión lo requiere, que demostró solvencia en la retaguardia; Zubiri, un comodín para la parcela defensiva repleto de ilusión y con mucha energía; Sergio Martínez, un lateral zurdo de garantías con vocación ofensiva; Moisés, un centrocampista con cualidades que necesita un poco más de confianza en sí mismo para demostrar su valía; Goñi, un cerebro que juega y hace jugar a sus compañeros, con llegada y carácter dentro del campo; y Ubis, delantero o extremo fajador que, sin embargo, no cae bien a algún sector de la grada.

A ellos hay que añadir las once incorporaciones, jugadores, en muchos casos, contrastados, con solvencia y experiencia suficiente en la categoría que, en su inmensa mayoría, cuenta con una característica común; la polivalencia. Una palabra clave para entender el fútbol que le gusta a Pouso (personalmente comporto la idea de contar con futbolistas que puedan actuar en diferentes demarcaciones), que no es otro, como él mismo ha apuntado, hacer goles y que no te marquen. Luego aparecen esos grandes matices que diferencia al buen equipo del mediocre. Estos son los nuevos: Ander Gago, lateral diestro que viene del Guijuelo; Julio Alberto Rico, polivalente futbolista llegado de la Cultural Leonesa que pese a preferir ocupar el lateral derecho, también puede jugar de pivote o de extremo; Mikel Abaroa, centrocampista que deja atrás el Real Unión; el central Moisés García, que viene del Ourense; Álex Santelices, un central joven que procede del Tropezón; Jacobo Trigo, referencia en la medular en el Zamora; Miguel Santos, otro futbolista polivalente que llega desde Zamora; Titi, extremo lleno de velocidad y desborde, como ha demostrado en el Marino de Luanco los últimos años; Íker Alegre, otro extremo habitual en fases de ascenso que viene del Ourense; y Juan Carlos Menudo, el que parece llamado a ser uno de los '9' del cuadro riojano y que procede del Cartagena.

A esta lista de nombres se le unen los seis chavales que la temporada pasada estuvieron en el juvenil División de Honor, que deben convencer a Carlos Pouso para que les dé una oportunidad en la categoría de bronce: Ángel, Michel, Arza, Nika, Héctor y Muri.

Hoy empiezan los entrenamientos, o lo que es lo mismo, la primera piedra para que esta UDL comience una campaña ilusionante, un aspecto casi olvidado por estas tierras. Sin embargo, ahora viene lo más difícil, concretar sobre el terreno de juego unas expectativas ambiciosas... y eso en este club no ha sido fácil de sobrellevar.

miércoles, 9 de julio de 2014

Un reto y una responsabilidad

Después de unos días de asueto para oxigenar mi mente, ya estoy metido de lleno (no he parado desde hace semanas) en la que será mi nueva aventura, entrenar al Yagüe de Tercera división. Todo un reto y una responsabilidad. Reto porque sé, desde el día que la directiva confío en mí para este proyecto, que mantener la categoría no será fácil. Que en el camino habrá muchas piedras, que el sufrimiento será el sino de un equipo totalmente aficionado, y porque, entre otras cosas, este club, sólo hay que ver sus últimas campañas, alterna la Tercera y la Regional. Además, quizá me puedan los colores, desconozco (bueno algunos sí que los sé) los motivos por los que el Yagüe está tan mal visto. Puede que sea un iluso, pero mi intención es tratar de cambiar ese pensamiento y demostrarlo con hechos sobre el terreno de juego y no hablo de hacer un fútbol espectacular, me refiero a competir, con nuestras armas, y hacer de El Salvador un campo difícil de ganar, en el que los equipos que vengan estén dispuestos a dejarse el alma. Una cosa es la teoría, la dificultad estriba en plasmarlo en la práctica.

Porque una cosa tengo clara, y a mi experiencia como jugador en este club me remito, la salvación pasa por ser un equipo unido, en las buenas y en la malas, por pelear cada balón como si fuera el último, por defender unos colores y un barrio. Pero sólo con actitud no se logran las cosas, evidentemente hay un balón de por medio y nuestra meta pasa por evitar encajar goles y a la vez marcarlos. ¿Cómo? Compitiendo. Es mi pretensión. Habrá días en los que tocará ser prácticos, más directos... y otros en los que quizá haya que combinar más. ¿Esquema? Lo marcan los jugadores. Me considero flexible y aunque tengo en mente lo que quiero, me gusta adaptarme a lo que me exige cada partido. Jugar con dos delanteros o uno, apostar por acumular gente en el medio, confiar en la velocidad y habilidad de los extremos, incluso variar a defensa de tres centrales... todo opciones posibles. Soy partidario de alternar (para no ser previsible, aunque es complicado en un club con estas características), de encontrar patrones y luego adaptarme a las circunstancias concretas. Si mis jugadores saben amoldarse a ello, serán más ricos futbolísticamente y eso irá en beneficio del colectivo.

Puede que esté equivocado, pero en un club de las características del Yagüe no queda otra que adaptarse. Porque los jugadores que llegan a este club, y a otros de perfiles similares (caso de Villegas, Berceo, Calasancio o Balsamaiso, equipo de Logroño que no pagan) lo hacen por motivaciones similares: en algún momento han jugado en las categorías inferiores, tienen alguna vinculación con el club o es la oportunidad, para otros, de contar con minutos en Tercera división. De hecho, este tipo de equipos no elige a sus futbolistas (por supuesto que sí pero es una forma de decirlo), trata de aprovecharse de lo que otros no quieren. Es así. Y no es extraño que suceda que, habitualmente, tengan que realizar descartes en pretemporada. Una cuestión ciertamente curiosa. Y lo expongo porque en mi caso soy consciente de que me va a suceder. Por muy controlado que quiera tener qué jugadores quiero el primer día sé que habrá algunos que vendrán "por probar, me han dicho que venga". Pero, ¿quién te ha dicho que vengas? ¿Has hablado conmigo? Espero que no me ocurra (fijo que me pasa), pero como jugador del Yagüe ese ha sido el día a día de las pretemporadas. Ojo, que no es una queja, es una realidad y como tal la asumo; soy consciente.

Avanzaba antes que era un reto y una responsabilidad. Responsabilidad porque esta va a ser mi undécima temporada consecutiva ligado al Yagüe, 9 como jugador, la pasada como entrenador de equipo juvenil y ahora como técnico del primer equipo. Conocer el club, cómo funciona internamente, lo veo como una baza positiva, ya que habrá pocas cosas que me pillen por sorpresa, aunque uno nunca sabe. Pero también me carga de responsabilidad (que a lo mejor nadie me la ha impuesto, sólo yo) puesto que hay una serie de personas que han confiado en mí para que cumpla una serie de objetivos: el principal, en cuanto a resultados (que es lo que marca a los entrenadores), es evitar el descenso. Si viniera de fuera, trataría de hacerlo lo mejor posible, eso siempre, cumpliría o no con lo que se espera, y cuando me haya marchado, pues eso, adiós y hasta otra. Pero cuando alguien ha dado sus primeras patadas al balón en la calle Salamanca, cuando lleva tanto tiempo ligado a un club el sentimiento brota para lo bueno y para lo malo. De ahí, la responsabilidad. No sé si ha quedado claro lo que quiero decir.

Ahora, como es evidente, estoy ilusionado. Mucho. Sé que es una empresa compleja, pero no me voy a frenar. El 21 de julio está a la vuelta de la esquina y ese día empezará a rodar el Yagüe. ¿Partidos de pretemporada? Ya están concretados (hace semanas). Pero será otro día cuando los haga públicos. En este punto, reclamo mi derecho al lloro. Como quiera que las instalaciones municipales de El Salvador permanecen cerradas hasta el 16 de agosto, será imposible entrenar en él hasta la semana anterior al comienzo liguero, fin de semana del 23 y 24 de agosto. De esta forma, todos los compromisos y sesiones hasta el 18 de agosto serán en el exilio (Prado Viejo) o en los campos visitantes. ¿Altas y bajas? Aún es pronto porque como he dicho anteriormente, hasta que no llegue el 21 de julio, uno no sabe muy bien a ciencia cierta a qué atenerse, aunque novedades habrá, eso seguro.