miércoles, 9 de julio de 2014

Un reto y una responsabilidad

Después de unos días de asueto para oxigenar mi mente, ya estoy metido de lleno (no he parado desde hace semanas) en la que será mi nueva aventura, entrenar al Yagüe de Tercera división. Todo un reto y una responsabilidad. Reto porque sé, desde el día que la directiva confío en mí para este proyecto, que mantener la categoría no será fácil. Que en el camino habrá muchas piedras, que el sufrimiento será el sino de un equipo totalmente aficionado, y porque, entre otras cosas, este club, sólo hay que ver sus últimas campañas, alterna la Tercera y la Regional. Además, quizá me puedan los colores, desconozco (bueno algunos sí que los sé) los motivos por los que el Yagüe está tan mal visto. Puede que sea un iluso, pero mi intención es tratar de cambiar ese pensamiento y demostrarlo con hechos sobre el terreno de juego y no hablo de hacer un fútbol espectacular, me refiero a competir, con nuestras armas, y hacer de El Salvador un campo difícil de ganar, en el que los equipos que vengan estén dispuestos a dejarse el alma. Una cosa es la teoría, la dificultad estriba en plasmarlo en la práctica.

Porque una cosa tengo clara, y a mi experiencia como jugador en este club me remito, la salvación pasa por ser un equipo unido, en las buenas y en la malas, por pelear cada balón como si fuera el último, por defender unos colores y un barrio. Pero sólo con actitud no se logran las cosas, evidentemente hay un balón de por medio y nuestra meta pasa por evitar encajar goles y a la vez marcarlos. ¿Cómo? Compitiendo. Es mi pretensión. Habrá días en los que tocará ser prácticos, más directos... y otros en los que quizá haya que combinar más. ¿Esquema? Lo marcan los jugadores. Me considero flexible y aunque tengo en mente lo que quiero, me gusta adaptarme a lo que me exige cada partido. Jugar con dos delanteros o uno, apostar por acumular gente en el medio, confiar en la velocidad y habilidad de los extremos, incluso variar a defensa de tres centrales... todo opciones posibles. Soy partidario de alternar (para no ser previsible, aunque es complicado en un club con estas características), de encontrar patrones y luego adaptarme a las circunstancias concretas. Si mis jugadores saben amoldarse a ello, serán más ricos futbolísticamente y eso irá en beneficio del colectivo.

Puede que esté equivocado, pero en un club de las características del Yagüe no queda otra que adaptarse. Porque los jugadores que llegan a este club, y a otros de perfiles similares (caso de Villegas, Berceo, Calasancio o Balsamaiso, equipo de Logroño que no pagan) lo hacen por motivaciones similares: en algún momento han jugado en las categorías inferiores, tienen alguna vinculación con el club o es la oportunidad, para otros, de contar con minutos en Tercera división. De hecho, este tipo de equipos no elige a sus futbolistas (por supuesto que sí pero es una forma de decirlo), trata de aprovecharse de lo que otros no quieren. Es así. Y no es extraño que suceda que, habitualmente, tengan que realizar descartes en pretemporada. Una cuestión ciertamente curiosa. Y lo expongo porque en mi caso soy consciente de que me va a suceder. Por muy controlado que quiera tener qué jugadores quiero el primer día sé que habrá algunos que vendrán "por probar, me han dicho que venga". Pero, ¿quién te ha dicho que vengas? ¿Has hablado conmigo? Espero que no me ocurra (fijo que me pasa), pero como jugador del Yagüe ese ha sido el día a día de las pretemporadas. Ojo, que no es una queja, es una realidad y como tal la asumo; soy consciente.

Avanzaba antes que era un reto y una responsabilidad. Responsabilidad porque esta va a ser mi undécima temporada consecutiva ligado al Yagüe, 9 como jugador, la pasada como entrenador de equipo juvenil y ahora como técnico del primer equipo. Conocer el club, cómo funciona internamente, lo veo como una baza positiva, ya que habrá pocas cosas que me pillen por sorpresa, aunque uno nunca sabe. Pero también me carga de responsabilidad (que a lo mejor nadie me la ha impuesto, sólo yo) puesto que hay una serie de personas que han confiado en mí para que cumpla una serie de objetivos: el principal, en cuanto a resultados (que es lo que marca a los entrenadores), es evitar el descenso. Si viniera de fuera, trataría de hacerlo lo mejor posible, eso siempre, cumpliría o no con lo que se espera, y cuando me haya marchado, pues eso, adiós y hasta otra. Pero cuando alguien ha dado sus primeras patadas al balón en la calle Salamanca, cuando lleva tanto tiempo ligado a un club el sentimiento brota para lo bueno y para lo malo. De ahí, la responsabilidad. No sé si ha quedado claro lo que quiero decir.

Ahora, como es evidente, estoy ilusionado. Mucho. Sé que es una empresa compleja, pero no me voy a frenar. El 21 de julio está a la vuelta de la esquina y ese día empezará a rodar el Yagüe. ¿Partidos de pretemporada? Ya están concretados (hace semanas). Pero será otro día cuando los haga públicos. En este punto, reclamo mi derecho al lloro. Como quiera que las instalaciones municipales de El Salvador permanecen cerradas hasta el 16 de agosto, será imposible entrenar en él hasta la semana anterior al comienzo liguero, fin de semana del 23 y 24 de agosto. De esta forma, todos los compromisos y sesiones hasta el 18 de agosto serán en el exilio (Prado Viejo) o en los campos visitantes. ¿Altas y bajas? Aún es pronto porque como he dicho anteriormente, hasta que no llegue el 21 de julio, uno no sabe muy bien a ciencia cierta a qué atenerse, aunque novedades habrá, eso seguro.

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