Más allá de hablar de los partidos de los dos equipos riojanos de Segunda B, fueron hace casi 48 horas, es mejor tratar de reflexionar sobre la consecuencia de sus resultados, las sensaciones ofrecidas, cuál es su presente y, lo que es importante, las perspectivas para el futuro más inmediato. Evidentemente, Unión Deportiva Logroñés y Sociedad Deportiva Logroñés no se encuentran en la misma situación. Mientras que el trabajo de los primeros no está dando sus frutos y ya hay algunos que se están empezando a impacientar, en el caso de los segundos ocurre todo lo contrario, puesto que existe una ilusión desbordante merced a que el esfuerzo realizado por los futbolistas sí obtiene resultados.
Los de Pepe Calvo todavía no saben lo que es ganar. Cinco partidos oficiales y un balance pobre: tres empates y dos derrotas (una por alineación indebida, otro error de bulto, después de sumar un punto en el campo). Las esperanzas puestas en este equipo eran máximas después del gran final de temporada de la pasada campaña. Se espera una cierta continuidad, pero está costando encontrarla más de los deseado. Cierto que hay momentos en los que el bloque encuentra hechuras de club aspirante. Pero son tan cortos de tiempo, que rápidamente se desmonta la idea. Después de un buen empate en Urritxe y una derrota ante el rival local en Copa del Rey, el duelo ante el Lleida servía de reválida. Lo fue, pero en el peor sentido posible. Si las sensaciones deportivas, por el empate logrado en el tiempo de añadido, se podían entender como correctas, el mazazo de saber que el conjunto catalán había impugnado el partido por alineación indebida, y con razón de momento, catapultó a que los más críticos alzaran sus voces.
De nuevo, ligera presión en el Nuevo Malecón ante una Gimnástica inferior. Parecía vital regresar a Logroño con los tres puntos. Se hizo lo que se debía hasta que vino el empate local en los últimos minutos en una acción de estrategia. Con un botín escaso, un punto, arrancaba una semana que debía acabar con victoria en el día del arranque de las fiestas de San Mateo ante el Racing B. Como ya sucediera ante la Gimnástica hubo momentos buenos, de presencia blanquirroja en el área contraria, de capacidad y recursos para ganar... pero también de debilidad. Es como si a la UDL le costara romper, como si tuviera un corsé, quizá es exagerado, que muestra buenas intenciones, crea peligro, atosiga al rival, merodea por la portería enemiga, pero no acaba de intimidar lo suficiente, deja las puertas abiertas para que el contrario se anime y visite a Castilla convencido de que el cuadro riojano es vulnerable. A los hechos hay que remitirse. Ahora se podría hablar de que los que se miden a la UDL son efectivos, que aprovechan sus oportunidades... es que esto es el fútbol de Segunda B. La duda es saber cómo se puede cambiar este panorama. Es de perogrullo, pero una victoria calmaría los ánimos negativos, daría confianza a los jugadores y reforzaría su mentalidad. Claro que para eso hay que marcar un gol más que el contrario. Una misión compleja hasta el día de hoy. El choque ante el Zaragoza B debe ser el punto de inflexión para que la UDL abandone los puestos de descenso, ese no es su sitio, y mire con optimismo sus próximos compromisos. He optado por una reflexión general, sin detenerme en los futbolistas. Ya habrá tiempo. Respecto a los pitos del final del partido, el aficionado es soberano y hay que respetarlo, independientemente de que lleve o no razón.
Respecto a la SDL, todo lo que se diga debe ser positivo. Por el momento, no está dando razones para lo contrario. Siete puntos de doce, dos victoria en su campo talismán (donde sólo saben lo que significa ganar) y un digno paso por la Copa del Rey, más allá del resultado ante el Lucena. Ya lo apunté la semana pasada, creo, este equipo, además de otras, ofrece una diferencia fundamental con la UDL, la transmisión de sentimientos. Podrán estar o no acertados, pero a los futbolistas no se les puede reprochar nada por el esfuerzo realizado. ¿Son las mismas sensaciones que las que ofrecen los jugadores de la UDL? Pregunta que cada uno debe responder.Quizá el mérito haya que encontrarlo en que la SDL sabe a lo que juega, hace todo lo posible por desarrollarlo y pone todo lo que está de su parte para llevarlo a cabo. No le queda otra.
Desconozco si el hambre de fútbol, las ganas de ser futbolistas, pese a ser aficionados, les permite dar un extra que sí cala en los aficionados. Los resultados, además, acompañan. Son marcadores que se trabajan, que no llegan porque sí, por arte de magia, son empates y victorias 'curradas'. Algunos con más o menos fútbol, pero siempre partiendo desde el convencimiento, desde la fe. ¿Mentalidad? Probablemente. Cuerpo técnico, jugadores, y afición van de la mano y eso se nota. Ojo diría lo mismo si la SDL sumara, por ejemplo, cinco puntos menos. No es cuestión del fin, es la forma lo que llega y a través de la cual se alcanzan las metas. Lo realizado durante la semana tiene fruto y eso da moral, permite dar lo mejor de cada uno, ponerse al servicio del bloque y disfrutar con lo que uno hace aunque te exija una paliza física importante. Esa es la fuerza de esta SDL. El mérito hay que dárselo a Agustín Abadía y a los futbolistas que han captado el mensaje del técnico para ponerlo en práctica.
El empate gestado en el Stadium Gal demuestra que es un equipo fuerte mentalmente. La derrota en Lucena, el cansancio por el desplazamiento y tener que jugar apenas 72 horas después no se acusaron. No hay excusas. Eso es muy bueno. En Irún se pudo ganar, no hubiera pasado nada porque ocasiones hubo, se pudo perder, el Real Unión apretó en los minutos finales de lo lindo, pero se empató: un punto valioso. Lástima de la lesión de un hombre importante como es Pisón. El portero de Murillo tuvo mala suerte en un encontronazo con Omar y se rompió el dedo meñique de la mano izquierda. Lo único que se puede hacer es animarle y confiar en una pronta recuperación. Sólo me cabe una pregunta, ¿un portero será suficiente? ¿Si Gonzalo sufre una lesión o sanción?
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