jueves, 9 de febrero de 2012

Repaso a la Oyonesa


Habrá quienes digan que esta Oyonesa nos la han cambiado. Quizá el traslado de El Espinar (donde el terreno de juego y la afición han ganado muchos puntos) al Oion Arena (unas instalaciones perfectas, con una grada cercana y un campo de hierba artificial moderna) ha afectado, por supuesto. Sin embargo, las máximas que pregona Jorge Ochoa siguen siendo las mismas que hace doce años cuando el club alavés le abrió las puertas para dirigir al filial, donde doce meses fueron suficientes para dar el salto al primer equipo, lugar que mantuvo durante seis temporadas hasta que su amigo José Ignacio Sáenz, actual director deportivo de la UDL, le reclamara para ser el segundo entrenador del Logroñés CF. Después de una campaña retornó a su origen, a su hábitat preferido para dar lo mejor de sí mismo y del club. La actual es la quinta temporada consecutiva. Quién sabe si será la última. O no.
   Decía que Ochoa es fiel a sus principios: entrega, intensidad, ritmo… todo se consigue con trabajo en los entrenamientos, con sacrificio en los partidos y con el compromiso de todos los futbolistas que han pasado por sus manos. Los que no aceptaron sus premisas han durado poco bajo su batuta. Y eso que el técnico blanquiazul ha tenido que reciclar su plantilla. Los comienzos fueron duros porque se apostó por dar continuidad a la gente de Oyón. Las cosas fueron saliendo y se formó un grupo homogéneo, muy comprometido, que ya daba muestra de intimidad sobre todo cuando ejercía de local. Ochoa aclimató un estilo a las condiciones de El Espinar. Es como si los futbolistas (Imanol, Pedro Vitoria, Beto, Nano (con ida y vuelta), Dani Flores, Santi, Corzana, Asier… luego se unirían los Gustavo Bezares, Ureta, Óscar Santos, Javi Sanz, Berni, Jiménez…) conocieran todos los secretos de un campo irregular, casi siempre embarrado pero que se adaptaba, a las mil maravillas, a una propuesta, quizá poco vistosa, pero muy efectiva. Contundencia defensiva, que a veces, pocas, rozaba la violencia; mucha intensidad y ritmo; juego directo, segundas jugadas y velocidad y picardía en la delantera fueron suficientes para que este equipo fuera abriendo un hueco entre los mejores de la categoría.
    Curiosamente el salto cualitativo, con el título de la Copa Federación de La Rioja, llegó con Guillermo Zangróniz en el banquillo. El estilo del actual entrenador del Calahorra se dejó notar porque a las características habituales se buscó un intento por tener la posesión de la pelota. Hubo ocasiones en las que no se entendió, otras en las que fue necesario… pero el caso es que los aficionados demandaban el otro fútbol, el más visceral, el de la garra, es decir, las señas de identidad de una Oyonesa que, por méritos propios, se había convertido en la bestia negra del Haro, por ejemplo.
    De ahí el retorno de Ochoa a su hogar. Andrés Sarabia, presidente del club, delegó en él las cuestiones deportivas y mal no le ha ido. La recompensa a ese inmenso trabajo vino hace dos temporadas cuando la Oyonesa acabó primera del grupo XVI de Tercera. Todo un hito, que le permitió a la campaña siguiente disputar la Copa del Rey (la Copa Federación nacional ya la había disputado tras quedar campeón en la Territorial), además de disputar, por primera vez en su historia un ‘play off’ de ascenso a Segunda división B, donde la Real Sociedad B, primero, y el Coruxo, después, demostraron que la ilusión no era suficiente para cambiar de división.
     La temporada pasada fue un poco de transición, con el cambio de escenario a principios de 2011. La resaca de la campaña anterior, con título incluido, parecía que obligaba a los alaveses a luchar por el mismo objetivo, pero la realidad fue diferente por cuanto hubo otros clubes que se habían reforzado a conciencia para estar en esa pugna, caso de la SDL, que estrenaba categoría, y del sorprendente Náxara, amén del Haro o el siempre eficaz Anguiano. En el comienzo de esta actual liga, la Oyonesa ya se preveía que iba a ser uno de esos conjuntos que iba a dar guerra, fiel a sus premisas, pero que se podía quedar descolgada de los puestos de honor. Los refuerzos, Sergio Domínguez, Mikel, la vuelta al fútbol de Carmelo y Javi Gómez (que ha encontrado los minutos y la participación deseada en el Agoncillo), además de la incorporaciones del filial (Patas e Indiano), remarcaban que la ambición oyonesa no tenía fin y sus pretensiones pasaban por mejorar lo realizado doce meses antes, cuando terminó en la octava posición. Sin embargo, un inicio demoledor: 3 puntos sobre 21 hizo encender las alarmas. ¿Qué pasaba? Se cuestionaba todo, incluso al sempiterno entrenador. ¿Fin de ciclo, falta de ambición por parte de los jugadores?, falta de aclimatación al Oion Arena? Mil y unas preguntas que no encontraba una solución concreta.
    El caso es que, desde dentro, no hubo nerviosismo. Se apostó por seguir trabajando con las mismas premisas y la dinámica cambió. Los resultados favorecían y el grupo empezó a creer en sus posibilidades. Volvió a ser un bloque competitivo, como es actualmente. Actualmente es noveno, en zona de nadie, a 6 puntos del Calahorra (8º) y 7 puntos mejor que el Arnedo (10º con un partido menos), pero seguro que el próximo objetivo es dar caza a los rojillos. Por tesón, entrega y ganas, no va a ser. Además, ese fútbol de raza también ha variado, ahora hay más atrevimiento y eso lo da el perfil de jugadores que maneja. En la portería alterna Berni y Cristian; la defensa cuenta con hombres fijos como Javo y César Chasco de centrales, mientras que Pinillos, David Sánchez, Jiménez y Ureta (obligado por las bajas alterna el lateral y el interior) se alternan en los costados. Nano (a veces ejerce de central), Toño y Sergio Domínguez son los hombres que controlan y dirigen la medular (recambios de Mikel), con Escribano y Óscar Santos (cuando las lesiones le han dejado y alternando su lugar con la delantera), además de la ayuda de Indiano completan los extremos, mientras que Gustavo Bezares es un seguro como ariete.

No hay comentarios:

Publicar un comentario