jueves, 3 de octubre de 2013

Desde el banquillo

Apenas 72 horas para que sea una realidad, bueno lleva siendo varios meses, para que sea oficial del todo; mi debut como entrenador del Yagüe juvenil. Llega el momento, ya lo voy haciendo, de tomar decisiones fuera del terreno de juego. Hasta la fecha, como exjugador, lo hacía pero desde dentro, con mis aciertos, si es que los ha habido, y con mis equivocaciones, que también las he tenido. Hasta hace unos meses pensaba en jugar (bueno llevo tiempo tratando de no inmiscuirme en la parcela técnica, aunque hubiera cosas que el cuerpo me pidiera decir o hacer), en entrenar al máximo, eso siempre lo he hecho, y confiar en que el entrenador me pusiera el día del partido. Evidentemente, como todos los jugadores, yo quería jugar todo y, por suerte, he podido disfrutar de ello en los equipos que he estado. He sido un afortunado. Como es lógico, como todos los futbolistas, he sido egoísta (aunque siempre he tratado de ser solidario). 

Ahora, la perspectiva cambia. Yo me tengo que romper la cabeza para planificar los entrenamientos (acorde a los objetivos que quiero trabajar), yo asumo la responsabilidad de poner un determinado once, de dejar fuera de la convocatoria a tal jugador, de tratar de ser justo con los esfuerzos realizados por los jugadores durante la semana, de buscar la mejor manera de jugar ante un determinado oponente, de marcar una forma más o menos regular (un estilo)... y de muchas cosas más. La visión es mucho más global, se cubren más parcelas y cada una hay que mimarla al detalle para que no se escape de tu control. Porque al fin y al cabo, los entrenadores lo que debemos buscar es la forma de controlar lo que estamos capacitados. Yo no puedo controlar que un determinado jugador falle un gol con la portería contraria vacía, pero sí puedo encauzar la manera para que se dé esa circunstancia, es decir, el camino. 

Pese a ello, tampoco es del todo controlable, puesto que los que deciden dentro del terreno de juego han sido, son y serán los futbolistas. Como entrenador, si acaso, doy pautas, manejo opciones, variantes, les abro el campo de visión a los jugadores para que ellos ejecuten, acorde a su criterio (eso es lo que hay que trabajar, la mejora de su elección) qué es lo mejor en cada momento. Por eso, trato de que mis jugadores reflexionen sobre cada movimiento, cada paso a seguir, en una palabra, piensen antes de llevar a efecto una decisión. Evidentemente, dentro del campo, además de pensar hay que hacerlo lo más rápido posible porque unas décimas de segundo pueden ser claves para llevarte al éxito o al fracaso. 

¿Estilo? ¿Guías? ¿Referencias? La verdad sea dicha, que muchas y ninguna. Puede sonar a tópico, pero, como en la vida, hay que ser uno mismo. Me parece absurdo querer extrapolar estilos, entrenamientos profesionales a la dinámica de un equipo de la categoría más baja de juvenil. Hay que saber dónde está cada uno, qué material humano maneja para adaptarse a él, cuáles son las circunstancias actuales del club, cuál es la exigencia... hay variables que afectan a la manera de trabajar para poder establecer prioridades. Ahí es dónde hay que acertar, qué es lo que se puede hacer y quiero hacer para buscar el máximo rendimiento de esta plantilla. En ese momento, cuando, por lo menos, se cuenta con una idea futbolística a inculcar es cuando toca encontrar el camino para llevarla a cabo de manera que todos crean en ella. Porque si por mucho que el entrenador quiera imponerla, los jugadores no están por la labor, sería trabajo y tiempo perdido. 

Por el momento, no me puedo quejar de cómo van las cosas. Por supuesto que hay días mejores y peores, pero, por lo general, es para estar satisfecho. Cuando llegue el partido del domingo ante el Varea (El Salvador, 12.00), mi equipo habrá contado con 26 sesiones (incluidos amistosos), tiempo, estimo que suficiente, para que podamos mostrarnos como un bloque que sabe competir. Porque al fin y al cabo, más allá de la formación de los jugadores (aún en proceso de mejora), que también, el aspecto competición empieza a ganar importancia. La manera de encontrar el equilibrio es importante. Pero claro, qué es saber competir bien. En mi caso, que el equipo transmita personalidad, que sepa plantar cara a su rival, que genere ocasiones, que no regale goles y que trate de condensar todo lo trabajado desde el primer día, es la forma de acumular bagaje, para estar preparado ante cualquier circunstancia que se dé en el terreno de juego. Casi nada. 

Si me baso en los resultados de esta pretemporada, hay de todo. Desde la derrota 3-1 ante el Vianés Nacional, que nos sirvió a todos, entrenador y jugadores, para saber cuál es nuestro punto de partida, pasando por dos victorias demasiado holgadas (8-0 y 5-0 a Tatú Territorial y Villegas Territorial respectivamente), que nos ayudaron a ganar confianza (y a creer en la manera de jugar) para comprobar que lo que se trabaja tiene su recompensa, sin olvidar la derrota sufrida ante el Yagüe Regional (5-0), en un choque en el que traté de ser atrevido cuando la cabeza me pedía ser más cauto (para eso están los entrenamientos, para equivocarse y probar cosas) o el empate contra el Náxara (2-2), que nos debe subir la moral por comprobar que este equipo tiene capacidad de reacción después de verse 0-2 a los 11 minutos ante un conjunto físico e intenso. Lo considero, por lo tanto,un balance positivo, aunque si tengo que mostrar una pega es el hecho de que me hubiera gustado enfrentarme a algún que otro rival.

Ahora llega el momento de la verdad, de demostrar dónde queremos estar. Porque la clave de saber cuál es nuestro techo es que de verdad queramos llegar a él. No soy yo el que tiene que decir que podemos, el trabajo y esfuerzo diario debe guiarnos a nuestro lugar (independientemente del sitio). Las exigencias no son buenas, por lo que prefiero la humildad, la cautela, el respeto al rival e ir partido a partido. Que sean los resultados (aunque muchas veces no se correspondan con la realidad, es la cruz que tenemos los entrenadores) los que nos pongan en nuestro sitio. Por ilusión, seguro que no va a ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario