jueves, 11 de abril de 2013

Confianza en el fútbol

Técnica individual y colectiva, táctica y preparación física. Tres materias fundamentales para que un jugador pueda desarrollar todo su potencial futbolístico. Pero con esta visión parece que no hay cabida para otros aspectos, muy determinantes, en la evolución y en el rendimiento de un futbolista. Uno de ellos, por ejemplo, es la confianza. Además, da igual la categoría, su condición de profesional o amateur... todos, hasta los que van un día a pasar la mañana con sus amigos durante una hora y le quieren pegar patadas a un balón. En este sentido, cuando un entrenador llega nuevo a un banquillo (caso de Raúl Llona a la Unión Deportiva Logroñés) después de que el equipo no esté cumpliendo con los objetivos previstos, el primer cometido que debe realizar el técnico es recuperar el crédito de la plantilla y para ello es básico reforzar la confianza para poder dar el máximo en cada partido.

Confianza es una palabra que el diccionario de la Real Academia Española recoge con varias acepciones. Personalmente, hay tres que, unidas, engloban, con otros matices, un concepto amplio y rico en contenidos. De esta manera, se define la confianza como la 'esperanza firme que se tiene de alguien o algo', en este caso la que el entrenador puede depositar en el jugador. Asimismo, comprende la 'seguridad que alguien tiene en sí mismo', algo nuclear para que un futbolista explote sus facultes. Incluso, el 'ánimo, aliento, vigor para obrar' añade otra función, en este caso, vital que puede llevar a que una persona, un jugador, realice una acción de una determinada manera. Es decir que la teoría, esto eso, los conocimientos técnicos y tácticos, así como la preparación física deben ejecutarse en la práctica y para su perfecto desarrollo la confianza se puede decir que es uno de los motores.

Un control, un pase, un despeje, un tiro, un remate, una entrada, una anticipación, un desmarque... son acciones que ocurren en el fútbol. Todos tienen un denominador común: la confianza. Sin ella seguro que el éxito es mínimo. Si uno no está confiado en sus posibilidades seguro que falla un control. Si uno no ejecuta un pase con fe lo más probable es que el balón no llegue al destinatario. Si un defensa no confía en hacer un despeje, lo lógico es que el golpeo final sea defectuoso. Si un delantero va a tirar y no tiene confianza, la pelota irá mansa hasta las manos del portero. Si no se da un remate de cabeza convencido de que va ser gol, lo sensato es pensar que el impacto sea erróneo. Si un defensa se lanza sin más para evitar la carrera del delantero, lo más seguro es que mida mal y su entrada no sea acertada. Si un defensor no se anticipa con la confianza necesaria, fallará en su acción y el delantero le robará la cartera. Si un delantero ejecuta un desmarque porque el entrenador le ha dicho que se tiene que mover pero sin la confianza necesaria de que debe hacerlo para que otros compañero puede aprovechar el espacio que deja, ese desmarque sera improductivo... Y así hasta la infindad de ejemplos.

Definido el concepto y puestos casos concretos en los que influye la confianza en el fútbol (todos ejemplos concretos, no globales), toca el momento de reflexionar los motivos por los que, en ocasiones, surge la duda y la desconfianza. Casi de cajón, los malos resultados influyen en el rendimiento y en la confianza. Aunque aquí habría que distinguir, aunque siempre es muy complicado hacerlo. Los resultados pueden no ser los adecuados, pero lo fundamental es el trabajo realizado durante la semana. Si es el indicado, la confianza aunque se resienta debería ser lo suficientemente fuerte como para sobreponerse a los resultados. Aunque también es cierto que pueden ir formando un bloqueo mental difícil de recuperar. Quizá este aspecto se pueda reflejar mejor en categorías menos profesionales, ya que en las nacionales de lo que viven los equipos, entrenador y jugadores es del marcador final. En esta línea, la confianza podría decirse alcanza dos niveles, el individual y el grupal

Messi, como un ejemplo referente para aumentar la confianza del grupo. TERRA.ES
Una mala decisión de un jugador puede afectar a su confianza, es indudable. Pero ahí está el técnico para quitar presiones y responsabilidades, aumentar la fe de su pupilo relativizando las cosas para que los niveles de confianza individuales no decrezcan. Luego está lo que ocurre con el colectivo. Un equipo puede estar como perdido, desconectado... pero de repente por un estímulo aumentar sus prestaciones, encontrar su faro. ¿Qué ha pasado? Que ha ganado confianza. Un ejemplo reciente fue lo que sucedió en el partido de vuelta de la Liga de Campeones entre el Barcelona y el PSG. Los franceses se habían adelantado 0-1 y Messi, renqueante tras una lesión muscular, entró en juego. Los catalanes, muy imprecisos durante todo el encuentro, aumentaron su autoestima, vieron como uno de sus líderes deportivos, pese a su estado físico, tiraba del carro. Todos tuvieron un refuerzo positivo mental decisivo. La confianza en sus acciones era otra. Ahora sí creían, tenían 'ánimo, aliento, vigor para obrar'.

Para acabar, me gustaría, no son míos (algunos sí), los he ido recogiendo de diferentes fuentes, eso sí los he adaptado, algunas pautas para mejorar la confianza del jugador. Es vital que cuando la desconfianza aparece, las dudas son más frecuentes y la responsabilidad está a flor de piel. Sin embargo, quizá es importante relativizar las cosas, plantearse el fútbol como un juego, en el que lo básico es la diversión. Seguro que se eliminan las posibles presiones externas. En esta línea, los pensamientos negativos deben desaparecer del esquema mental, ya que si piensas que no es posible, es mejor no competir, dejar que otro compañero ocupe tu puesto. Por el contrario, es mejor imaginarse situaciones exitosas. ¿Cómo hacerlo? Hay que seguir los pasos de los saltadores de altura, de pértiga o de longitud. Estos atletas visualizan su salto justo antes de ejecutarlo. Porque no pensar previamente que un defensa va a realizar un despeje contundente, que un centrocampista va a hacer un cambio de orientación perfecto o que un delantero va a tirar con acierto un tiro dentro del área.

Puede parecer evidente, pero nunca hay que rendirse. Durante los partidos hay circunstancias que cambian el rumbo de los encuentros, un penalti, un fuera de juego no pitado, una expulsión... Hay que estar en alerta porque unas veces te pueden favorecer, para lo cual es vital cierta predisposición para que sucedan. Si todo es negativo y se bajan los brazos hay muchas posibilidades de que nada cambie. En ocasiones, también puede venir bien medirse a oponentes más débiles para recuperar la confianza poco a poco, aunque pueden ser un arma de doble filo si las cosas no salen bien. En estos casos, más que fijarse en el resultado hay que buscar objetivos más concretos (si se quiere jugar por las bandas, por ejemplo, contar los centros realizados desde los costados). Mejorar la preparación física puede ser un aspecto positivo que refuerce las condiciones. Cuando uno se siente fuerte físicamente suele confíar más en sus posibilidades y seguro que afronta con más confianza cualquier lance del juego si se nota rápido, si ve que supera a su rival. 

Evidentemente, hay más formas de reforzar la confianza, aunque para eso quizá estén los libros de autoestima (aún no me he leído ninguno). El sentido común, por el que me suelo guiar, es un buen consejero. Eso sí, la madurez mental y el haber vivido experiencias son pilares que ayudan a que la confianza no decaiga. En este sentido, individuo y colectivo deben reforzarse mutuamente para escapar de una espiral peligrosa por la que suelen acabar los equipos que descienden de categoría, casi todo les sale mal, por no decir que todo. Contar con un entrenador, más allá de sus variantes tácticas, su capacidad para mejorar la técnica y su vertiente física, que conozca esta variables ayudan. Aunque para eso es importante tener carácter y ser el líder que todo vestuario necesita.

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