lunes, 29 de abril de 2013

La salvación, ¿más cerca?

El tiempo pasa y hay equipos que, a saber los motivos, van como los cangrejos, que parecen no asumir su realidad y cuál es su presente. La Unión Deportiva Logroñés, por desgracia, es uno de ésos. Cuando el conjunto blanquirrojo decidió prescindir de Pepe Calvo y apostar por Raúl Llona el objetivo inmediato pasaba por recuperar la confianza a los jugadores, por evitar que el grupo continuara ofreciendo una imagen de desidia y falta de carácter, y por lograr la permanencia lo antes posible. Cinco jornadas después del debut del técnico riojano, el panorama no ha variado mucho. El equipo sigue en la décima posición y mantiene, más o menos, su ventaja con la promoción (antes estaba a 6 puntos y ahora queda a 5) y el descenso (se encontraba a 7 puntos y en la actualidad la renta es de 6). Las sensaciones parecían diferentes, se acusaba un cambio a mejor, con un cuadro que presionaba más, que demostraba más ambición, aunque insistía en mostrar sus problemas en ataque. Sin embargo, la derrota contra Osasuna B resucita los viejos fantasmas, el entrenador habla de falta de actitud de los suyos y el panorama a falta de 3 jornadas es de indiferencia, casi lo peor que podía suceder.

Por el contrario, hay otros, a saber los motivos, que asumen su lugar, que son conscientes, hasta responsables, de lo que les rodean, que saben cuál debe ser su sitio y continúan apostando trabajar cada punto que hay en juego, por mucho que hayan dilapidado varios partidos (ahí están las goleadas sufridas). El ejemplo es la Sociedad Deportiva Logroñés. Un equipo capaz de ser la segunda peor defensa, pero de mostrarse fiable en este apartado en los momentos importantes (sin recibir goles y apenas ocasiones en los tres últimos partidos en Las Gaunas). Un conjunto que sale todos los partidos con un plan (acertado o equivocado), que trata de mantener hasta el pitido final, a veces con acierto y otras sin él. No es momento de hacer comparaciones, pero en estas últimas cinco jornadas, la SDL ha sumado 7 puntos, ha aumentado la distancia con la promoción (de 2 a 5 puntos) y con el descenso (de 3 a 6 puntos), y se ha afianzado en la undécima posición.

La Segunda B es cruel, pero acostumbra a ser justa. Es una categoría compleja, en la que muchas veces no el que más méritos hace para ganar se lleva los tres puntos. Eso hay que conocerlo y asumirlo. En la división de bronce se condena el fallo sobre el acierto. Los equipos que antes lo interiorizan más preparados estarán para afrontar situaciones adversas. Evidentemente, todos los equipos trabajan para ganar o por lo menos para no perder. ¿Cómo? Teniendo un plan. Saber qué es lo que quieres hacer y qué es lo que no hay que hacer. Los últimos choques, por ejemplo, de la SDL en Las Gaunas han tenido el mismo patrón. Los de Agustín Abadía se medían a un rival en puestos de descenso, muy necesitado y obligado a sumar. De partida, la victoria, en ambos duelos, se presentaba como decisiva y suficiente para vivir con tranquilidad en las últimas tres jornadas. Pero los blanquirrojos han sido inteligentes. De inicio, el empate es bueno. Que sean ellos los que busquen la victoria. Eso sí, el control, si puede, lo lleva la SDL; es el que elige lo que se hace en cada momento. Sin pasar apuros en defensa, aunque en ataque el portero rival viva tranquilo, sin aparente peligro. ¿El partido? La mejor señal es que no ocurra nada, que apenas haya tres, cuatro pases seguidos, que el oponente esté incómodo, que no pueda llegar a la meta local... en definitiva, que no suceda nada noticioso. El aspecto negativo puede ser el aburrimiento, la sensación de que si se hace algo más se pueden llevar los tres puntos... pero es que a lo mejor arriesgando un poco más sucede el efecto contrario. 

Y a ello se está agarrando la SDL. Se comprobó contra Osasuna B: dos tiros a puerta, es decir, dos ocasiones y dos goles; y no se concedieron oportunidades al adversario. Se vio frente a la Peña Sport: mínimas ocasiones a favor, remates flojos y poco acertados, y sin opciones para los rivales en ataque. A lo mejor se le podría tildar al conjunto riojano de conservador, de prudente, pero es lo que toca. Evidentemente, hay aspectos mejorables. Por ejemplo, el más cantoso, bajo mi punto de vista, es la cantidad de balones perdidos por los blanquirrojos en la creación, por así decirlo. Contra la Peña Sport, Candelas golpeó, muchas veces, de primeras en largo, se supone que con un sentido, pero el número de imprecisiones fue elevado. Tanto que sus compañeros, algunos de ellos, se contagiaron. Por su parte, los supuestos receptores se hartaron de correr sin sentido, lo cual obligaba a los riojanos a entrar en un bucle: recuperaban la pelota, la perdían en largo, se colocaban defensivamente, la volvían a recuperar y pase largo equivocado... La consecuencia era entrar en un ritmo anodino, con mucho juego en la medular y nulas llegadas a las áreas. Abadía ya ha mencionado en más de una ocasión que cuanta más posesión tiene el equipo peores son sus resultados. De ahí que apueste por la seguridad defensiva, por la practicidad y por no perder balones en zonas peligrosas. Aunque de ahí a no dar cuatro pases seguidos hay una diferencia

Revisar algunos partidos en los que la SDL ha ganado, sobre todo en casa, demuestran que este equipo, con espacios y aprovechando los costados hace daño. No en vano, las mejores opciones contra el conjunto navarro se produjeron, curiosamente, en dos acciones casi seguidos y ambas con idénticos protagonistas. Del Puente se interna por la banda derecha, centra y Tamayo remata o no llega a concretar su remate. Sintomático, también, que Ledo, un jugador con carácter y con mucha fe, sea una opción, partiendo desde el lateral, para acabar las jugadas tras previo cambio de orientación. Es cierto, que hubo momentos del duelo en el que los nervios, en ambas escuadras, se impusieron. Fueron minutos en los que las imprecisiones fueron hasta hilarantes: uno que despeja, le rebota al compañero, la pelota vuelve al primer defensor y el balón se queda en zona de nadie; van dos jugadores y se tropiezan; Galán inventa un nuevo regate al caerse, darse una vuelta en el suelo, levantarse y continuar con el esférico en su poder ante la mirada de dos contrarios que tratan de explicarse cómo el jugador navarro se ha podido llevar el cuero... Que había miedo a perder era evidente, de ahí que lo primero que se le debe exigir a un futbolista en este tipo de partidos es la concentración, el orden... la actitud. Los números, además, acompañan. Pasan las jornadas y el equipo se consolida lejos del peligro. Izarra (en puestos de descenso), UDL (es complicado catalogar su lugar) y Barakaldo (peleando por la cuarta plaza) son sus rivales hasta la conclusión liguera. Si la propuesta en Merkatondoa es la de las últimas salidas (dos goleadas encajadas), algo de lo que habrá aprendido la lección, el derbi, en función de otros resultados, puede ser decisivo para uno o para los dos equipos.

Uno de los protagonistas, es decir la UDL, tiene su particular vía cruzis. Tras unas decepcionantes 35 jornadas en las que el objetivo prometido, aspirar a estar en la fase de ascenso hasta el final y mejorar la quinta plaza de la temporada pasada, se demostró que era inalcanzable hace varios meses, ahora toca apechugar con la situación actual. Con la salvación aún por confirmar, el triunfo contra la Peña Sport podría asegurarla, la plantilla blanquirroja debe hacer un esfuerzo extra. Raúl Llona, desde su llegada, había imprimido cierto carácter al equipo, lo había hecho más incisivo, más presionante... pese a ello el gran déficit de esta campaña, la fata de gol, seguía siendo un hecho. Por fin, después de más de ocho partidos, los riojanos volvieron a celebrar un gol. Aunque la verdad, es que poco había que celebrar en el Reyno de Navarra cuando Mario Barco marcó. Porque la UDL tiró el partido en los minutos finales de la primera parte. De una falta lateral mal defendida vino el penalti que marcaría el devenir del encuentro (34'). De un mal despeje llegaría el segundo tanto, casi a continuación del primero (37'). Y de una entrada mal medida, Víctor vio la segunda amarilla y la consiguiente expulsión (41'). Tres acciones decisivas en un choque aparentemente equilibrado, sin grandes noticias en las áreas, con mucho quiero y no puedo, a la vez que miedo por cometer errores. Hasta que Galán puso por delante a Osasuna B.

Cuando parecía que la UDL reaccionaba haciendo lo difícil, recortar diferencias con un jugador menos (51'), los navarros remataron la faena cuando Galán recibía entre los dos centrales riojanos y batía a Sergio López (53'). Con esta sucesión de acontecimientos en apenas 20 minutos de juego es normal que Raúl Llona, a la finalización del encuentro, comentara que no había nada positivo que extraer, que había sido el peor partido desde que él es entrenador y que, por momentos, hubo falta de actitud. Es como si el efecto Llona hubiera durado 4 partidos. Como si esa predisposición de los futbolistas a dejarlo todo en el campo, a correr, a trabajar, a presionar... más allá de que las cosas en ataque salieran o no, sólo se hubieran tenido en cuenta durante un mes. Pero esos mismos jugadores deben ser conscientes de que la permanencia todavía no está cerrada, que hace falta un esfuerzo más para hacer balance de unos meses en los que las cosas no han salido como se esperaban. Cuando se logre la salvación, se podría entender (aunque no compartir) que algunos demuestren que tienen la cabeza lejos de Logroño. Pero hasta entonces, tienen una obligación con el club que les paga para ser profesionales. Peña Sport (en puestos de descenso y con la obligación de ganar todo para salvarse), SDL (un derbi es un derbi y no habrá regalos de ningún tipo) y Sestao (se puede estar jugando la permanencia) son los tres compromisos que le quedan a la UDL. Tiempo para reaccionar.

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