lunes, 11 de noviembre de 2013

Empate a 15

La Sociedad Deportiva Logroñés dice adiós a sus dos buenas rachas: siete jornadas consecutivas sumando y seis partidos seguidos en Las Gaunas sin perder. Pero lo hizo con la cabeza bien alta, trabajando a destajo, sin perderle la cara al duelo y combatiendo contra un Oviedo práctico, sobrio y con gotas de calidad en el área rival. Por su parte, la Unión Deportiva Logroñés no regresó de vacío de tierras asturianas, donde se midió al Avilés. Los de Raúl Llona ya no comienzan, al menos a domicilio, tan fuertes, con una presión asfixiante en la medular, como en las jornadas iniciales, ahora, dosifican esfuerzos y eso se traduce en una mejora física en la recta final del choque. El empate a cero se puede decir que fue justo en un encuentro en el que el técnico riojano supo administrar sus cambios con acierto para que el equipo fuera a más. Ahora ambos logroñeses suman 15 puntos y comparten lugar en la parte media baja de la tabla.

Precisamente, la UDL iba a Avilés con dudas. Con la incertidumbre que supone saber que afrontas un partido sin parte de tu defensa habitual: ni Gil ni Herreros ni Sergio Martínez. Pero Zubiri, en el lateral izquierdo, y Nando, como central, respondieron con nota. Y eso que al primero le costó adaptarse a su nueva demarcación. El Avilés lo sabía y trató de buscarle las cosquillas de inicio. Los asturianos lo consiguieron, pero con el paso de los minutos, el blanquirrojo se fue asentando hasta el punto de no sufrir apuros durante la segunda mitad, cuando más podía acusar la falta de partidos en sus piernas. Nando, por su parte, demostró versatilidad y sobriedad en esa posición. En líneas generales, la UDL no fue tan asfixiante en la presión en la zona ancha como acostumbra en Las Gaunas o al comienzo liguero. A domicilio, parece que prefiere dosificar esfuerzos. Eso no significa que el equipo se atrinchere atrás, ni mucho menos. Puede que sí que provoque que su oponente puede llegar más liberado al campo contrario, pero los riojanos intensifican su línea de presión unos metros más atrás. A lo mejor este apunte se dio porque el Avilés supo comerle ese terreno.

De hecho, los locales con Ito, perfil diestro, intimidaban a una UDL que no sufría, pero que tampoco controlaba la situación. A los de Llona les costaba llegar a la meta rival, lo que invitaba a pensar que primero había que romper la inercia de los locales, ir mitigando la moral y el cuerpo de los avilesinos para después tomar las riendas. El peligro era más evidente en la portería defendida por Sergio López, como el tiro cruzado de Cristian que se fue lamiendo el poste. Fue la ocasión más clara de los asturianos. En el otro área, Barrón e Iriarte tuvieron presencia, aunque sin acierto en el remate final. Incluso en la última jugada del primer tiempo, Ormazábal tomó una decisión errónea al tirar cuando si hubiera levantado la cabeza se habría fijado que un compañero entraba solo por el segundo palo.

Tras el descanso, la dinámica no varió mucho, con un Avilés que quería, pero no podía, y una UDL seria, organizada que esperaba su oportunidad. Se podía incluso apreciar que parecía que iban con el freno de mano puesto, que necesitaba una orden para meter más revoluciones. Y Raúl Llona lo advirtió porque empezó a mover el banquillo y sus intenciones. Iriarte, el '9', dejaba su lugar a Jaime Moreno, pasando Barrón como punta de ataque. Velocidad y balones al espacio. Una declaración de intenciones que sirvió para que el Avilés tuviera que empezar a pensar en defender. Si los locales se estiraban, dejaban huecos detrás y las transiciones blanquirrojas podían poner en jaque a la zaga asturiana. Casi sin querer el partido se revolucionó, había idas y vueltas. Goñi pudo marcar, pero acto seguido Camochu tuvo el 1-0. Javi Rodríguez tomaba el relevo a un trabajador Ubis, mientras que Barrón, peligroso con espacios, dejaba su puesto a Íñigo Rodríguez. Fue el ariete blanquirrojo el que pudo conquistar los tres puntos, tras un barullo, pero la defensa local estuvo rápida para ir al corte.

Cada vez que Ibai, Moisés o Goñi daban tres pases seguidos, la sensación era de que la UDL ofrecía más consistencia para generar peligro. Físicamente, además, se veía mejor a un bloque blanquirrojo que aun así tuvo que aguantar momentos de agobio en la recta final con un par de saques de esquina seguidos. La sensación fue que los riojanos fueron de menos a más, aunque les faltó un poco más de insistencia en las labores ofensivas. En definitiva, un buen punto si en Las Gaunas, se logra una nueva victoria. Y como quiera que a este bloque se le da bien superar a los líderes, será el Guijuelo el que visite Logroño.

La SDL, por su parte, hincó la rodilla. Lo hizo después de siete jornadas en las que había sumado de manera consecutiva y perdiendo su condición de invicto en Las Gaunas. Además, de ese racha cortada, la pena es que los blanquirrojos deberán esperar hasta dentro de dos semanas para resarcirse de la derrota (el próximo fin de semana descansan). El Oviedo, su rival, demostró varias cosas. Por un lado, que este club tiene fieles, unos 500 visitaron la capital riojana. Ya en el ámbito deportivo, que es un conjunto sólido, fiable, práctico al que no le duelen prendas por apostar por el juego directo. Contar con Cervero ayuda a poder realizar un estilo poco vistoso, por momentos, para el espectador. Pero esto es Segunda B, aquí lo que importa es no cometer errores y sí aprovechar los del rival. Además, no es de extrañar que se le considere como uno de los favoritos, ya que a partir de tres cuartos de campo ofrece una variedad de recursos que ya quisieran para sí otros equipos.

Ya se comprobó, desde el pitido inicial, que el peligro del Oviedo eran los balones largos sobre Cervero. El delantero toca todos los balones, lo que permite que Alain Arroyo, como demostró ayer, sea uno de los grandes beneficiados. Su oportunismo, velocidad y destreza provocaron que la SDL sufriera varios remates del '10' de los asturianos. Cierto que los locales también miraron la portería contraria gracias a un Javi Torres que no necesita prácticamente nada para generar una ocasión de gol. Un pase al espacio es suficiente. El delantero ya se ocupa de hacerse el hueco, ganar en velocidad a su rival y ver puerta. Lástima que su tiro se marchó desviado. Esto provocaba que un Oviedo con más presencia física (sólo había que mirar la presencia de los centrales ovetenses), pareciera dominar la situación. Pero los riojanos, con muchas bajas en la zaga, fueron creciendo, no se dejaron intimidar y fueron sacando la línea defensiva unos metros, los justos para que Cervero no viviera en su hábitat, el área.

Con el paso de los minutos, los locales estaban más sueltos, se acercaban más sobre la meta de Pol (hasta ayer sólo había jugado en Copa contra el Haro) y equilibraron el choque. Mario León se multiplicaba tanto en ataque como en defensa, Fran Sota tenía más tiempo la pelota en su poder y Rojas iba asumiendo más galones. Miguel no sufría tanto como central y los extremos Del Puente y Toledo intentaban llegar por sus costados. La SDL quería, mientras que al Oviedo tampoco parecía importarle. El 0-0 al descanso dejaba todo en el aire. Y el arranque de la segunda parte apenas cambió un ápice la inercia. Se acusaba, eso sí, que a los blanquirrojos les podía pasar factura el desgaste de los primeros 45 minutos. Granero, el técnico visitante, buscó algo de pimienta en su ataque y dio en la tecla. Annunziata salió a escena y rompió el duelo para desgracia riojana. De magistral lanzamiento de falta directa adelantó a los suyos en el minuto 70. Mazazo para los locales, que reaccionaron en la siguiente jugada: una falta lateral en la que tras varios rechaces la pelota llegaba a la frontal donde Laencina, con la derecha, la colaba por la escuadra. Está claro que el de Ribafrecha es el encargado de marcar golazos.

Recuperada la confianza, Salva Rivas, tras una falta lateral (74') y al aprovechar un balón muerto en el área, puso el 1-2. Candelas entraba en escena y Agustín Abadía modificaba su dibujo para tratar de tener más presencia en el área rival (pasó del 4-2-3-1 a un 4-1-4-1). Buscaba una mejor colocación de sus piezas en las segundas jugadas, además de que su línea de centrocampistas tuvieran más recorrido en ataque. Sin embargo, las oportunidades escasearon. Los blanquirrojos, como siempre, le pusieron muchas ganas, quisieron empatar, pero al Oviedo le fue suficiente con alejar la pelota lejos de su campo. Además, los visitantes sí que transmitían sensación de peligro. Sobre todo cuando Annunziata controlaba la pelota. En la memoria debe quedar el jugadón que realizó dentro del área. Primero con un control magnífico se deshizo de un rival, se adentró en el área con dos contrarios al lado, fintó con el cuerpo, dribló a Mandaluniz y tiró el balón fuera (todo ello con la pelota cosida a su bota). Estéticamente merecía ser gol, pero a lo mejor el estar celebrando el tanto antes de golpear a portería provocó que se quedara en una gran acción individual sin premio.

Quizá en esos detalles está la diferencia entre un equipo con posibilidades y otro que aspira a consolidarse en la categoría. Mientras que el Oviedo necesita de esa chispa arriba para romper los duelos equilibrados y deben hacer poco para sumar tres puntos, hay otros, caso de la SDL, que tienen que dar el 150% en cada acción, que no pueden cometer errores, que deben ir al límite en muchas ocasiones y que deben mostrarse eficaces en ataque para, a lo mejor, lograr un empate. Es lo que hay, porque si los de Agustín Abadía baja un ápice sus prestaciones las opciones de tener posibilidades durante los encuentros son mínimos. Lo mejor es que este bloque ya sabe cuál es su sitio y eso, muchas veces, da puntos.

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