jueves, 7 de febrero de 2013

La estabilidad y los porteros

En el fútbol, siempre se ha dicho, que los goles son la salsa, la pimienta, la chispa, la emoción... su ausencia puede provocar unos sentimientos diferentes a si se ha celebrado un tanto. Sin embargo, la portería viene a ser como un signo de estabilidad, de apuntalar la casa por los cimientos, de transmitir seguridad y confianza. Casualidad o no, los dos clubes riojanos de Segunda B, sobre todo ahora tras la lesión, con dos diagnósticos diferentes, de Castilla se están viendo obligados a tomar decisiones (la UDL se encuentra en proceso de ello) que no son habituales; como cambiar de arquero durante la liga

La Sociedad Deportiva Logroñés comenzó la temporada con Pisón. Una lesión dejó al equipo con un guardamena durante un par de meses, Gonzalo, por un error burocrático de bulto, no hacer la ficha a los juveniles (aunque fuera de Territorial en plazo). Cuando el de Murillo se recuperó, tuvo su oportunidad de volver al once, pero le duró un partido, ya que fue expulsado. Desde entonces, Gonzalo ha sido su apuesta de Agustín Abadía, tanto que Pisón pidió la baja al no sentirse valorado por el cuerpo técnico. La SDL tuvo que responder con la contratación de Javier Mandaluniz, que se encontraba sin equipo, inédito hasta el momento, como por otra parte era de esperar. Achacar a esta circunstancia, los movimientos en la portería, que el equipo sea actualmente el segundo que más goles encaja del grupo sería faltar a la verdad, ya que sus males defensivos no residen debajo de los tres palos. Pero ésa es otra cuestión.

La Unión Deportiva Logroñés fichó a Alberto Narvajas, venía de Numancia, para competir por la titularidad con Castilla. El onubense fue indiscutible la temporada pasada y partía con cierta ventaja en ésta. Pepe Calvo refrendó la confianza en el andaluz y el guardameta, siempre ha generado algunas dudas en la grada (principalmente en el juego aéreo), ha estado a la altura de las circunstancias. Ahora, sufre una lesión con, de momento, doble diagnóstico: rotura parcial del tendón del recto anterior de su pierna derecha, según los médicos de Logroño; rotura del Ladrum, cartílago que une la cabeza del fémur con la cadera, para los galenos catalanes. ¿Habrá una tercera alternativa? La decisión es compleja. Si se caso a lo que se le dice en La Rioja, en apenas tres semanas volverá a la actividad; si, por el contrario, hay que obedecer a la opinión que llega de Cataluña, Castilla habrá dicho adiós a lo que resta de campaña previo paso por el quirófano. Sin prisa pero sin pausa, momentos complicados para Castilla, sobre todo por saber, de verdad, cuál es el diagnóstico bueno. Al parecer, por si acaso, el club ya busca alternativas.

Normalmente, no quiere decir que esto suceda en la UDL o en la SDL, cuando hay tanto movimiento en la porterías suele obedecer a que no se tienen las cosas claras, a un bajo rendimiento del jugador, a la búsqueda de cambio dentro del equipo o a las lesiones y sanciones. En este sentido, los entrenadores dan su confianza, al comienzo de la temporada, a un guardameta. Si responde y el equipo actúa en consonancia, lo normal es que, salvo lesión o sanción, defienda la meta hasta la conclusión de la liga. Si dentro de un mismo club hay dos porteros de similares características, algunos técnicos tienden a rotar, aunque hay ocasiones en los que los vaivenes en el once obedecen a otros aspectos. De ahí la importancia de los porteros en cuanto a la estabilidad de un bloque.

No hay que olvidar que un portero puede decidir un partido, un campeonato o un Mundial. Sus intervenciones pueden resultar decisivas, pero para lo bueno y para lo malo. Un fallo debajo de los tres palos llama más la atención que, por ejemplo, un error en la medular. Cuando el guardameta se equivoca, tanto en tomar una decisión (salir o esperar) como en aspecto técnico (no bloquear con acierto), no hay ningún otro jugador que pueda subsanar ese error y suele costar un gol en contra. De esta manera, sus fallos son más visibles y, por lo tanto, más criticables. Aunque los tiempos ya han cambiado, antes los que ocupaban la portería contaban con una personalidad diferente al resto. Muchos eran incomprendidos, con un punto de locura, entiéndase por el lado bueno, de fuerte carácter y mentalmente muy fuertes. Quizá por eso, por esta última razón, eran porteros. Porque cuando uno es portero y tiene que defender todos los días la meta asume que un fallo suyo puede cambiar el rumbo del partido, para lo que se necesita arrestos. Y cuando uno es asiduo al banquillo o la grada, también hay que contar con fortaleza mental para no hundirse, para mejorar, en lo que pueda, en los entrenamientos y tratar de encontrar el premio al esfuerzo.

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