lunes, 24 de marzo de 2014

Ver para creer

El fútbol es imprevisible, capaz de transmitir sentimientos enfrentados con apenas unos segundos de diferencia. Del amor al odio y del odio al amor se pasa en función de que una pelota encuentre el destino, o no, deseado. Da igual entender sobre el deporte que se está viendo, es indiferente apreciar o no los esfuerzos que realizan los jugadores sobre el campo... eso no tiene tanta importancia. Lo relevante, como queda constatado, en cada jornada es el resultado. Y es una pena que el aficionado no valore, como debe, que detrás de una victoria, un empate o una derrota hay un trabajo previo, oscuro, silencioso, a veces sacrificado (tanto por el cuerpo técnico como por los jugadores) a través del cual se lucha durante la semana para que el día del partido todo salgo según lo previsto.

Sin embargo, hay citas en las que lo planificado no encuentra sentido porque el fútbol, más de lo que se piensa, cuenta con un carácter anímico fundamental. La cabeza, para lo bueno y para lo malo, le puede dar muchas vueltas a las cosas. Y más cuando se está a 120 pulsaciones. Quizá, gracias a eso se transmiten emociones. Además, el fútbol no es una ciencia exacta, por mucho que algunos quieran constatar ejerciendo un control exhaustivo sobre todo, permite fluctuaciones y en esos recovecos es donde el sentimiento puede llegar a calar a los aficionados, precisamente cuando los partidos carecen de control, cuando la razón ha dado paso a la sinrazón, cuando el ánimo de unos y el desánimo de otros es evidente sobre el terreno de juego. En ese apartado, además, se demuestra que este deporte es de los jugadores, que el entrenador poco puede hacer, si acaso tratar de reconducir o guiar. 

Sirvan estas líneas, de reflexión personal, para introducir lo que vivieron ayer los dos equipos riojanos de Segunda B. Mientras que la Unión Deportiva Logroñés, tras unos aseados 60 minutos, giró la cara cuando vio que su rival, el Marino de Luanco, le hizo dos goles en apenas 60 segundos, la Sociedad Deportiva Logroñés logró el casi imposible de neutralizar un 0-3 al Sporting B en apenas 12 minutos cuando la grada de Las Gaunas empezaba a vislumbrar que el destino de los suyos era regresar a Tercera. En este sentido, tratar de explicar, con algo de coherencia, lo sucedido tanto en Miramar como en Logroño es complicado por cuanto aparecieron factores externos que se escapan a la lógica. Si acaso, como trataré de hacer es explicar la cronología para que cada uno extraiga sus propias conclusiones o valoraciones.

La UD Logroñés acudía a Luanco con la intención de continuar con su inercia a domicilio, tres partidos sin encajar un gol y sumando. La propuesta, con un viento alterno e incómodo para jugar, fue clara: seriedad en defensa y fútbol directo con el que tratar de meter al rival en su campo y aprovechar las acciones de estrategia. Una proposición que pareció imitar el Marino durante la primera mitad. Juego plano, en el que primaba minimizar riesgos ante un posible y no deseado descontrol. Y en esa dinámica, habitual últimamente en las filas riojanas, el choque fue pasando sin pena ni gloria. De hecho, las oportunidades vinieron a balón parado. Si Ubis y Gil remataron dos veces a portería, detuvo sin problemas Rafa Ponzo, el cuadro asturiano sólo generó una oportunidad, un remate de cabeza de José Ángel, tras un córner, que se marchó desviado ante un Miguel que salió a destiempo. 45 minutos de desgaste en los que los visitantes salieron peor parados debido a la lesión de Gil. Sergio Martínez salió a escena, pasando Zubiri al centro de la zaga, y aunque aportó profundidad por su costado, también abrió el camino para que los de José Luis Quirós encontraran un lugar por el que centralizar sus ataques.

La segunda mitad tampoco varió las pretensiones de ambos conjuntos. Si acaso, ahora los de Llona apostaban por hacer daño desde el perfil zurdo. No en vano, Sergio Martínez se quedó sin ideas cuando se encontró dentro del área y dudo sobre qué hacer: dar el pase de la muerte, tirar a portería... el caso es que regateó se puso el balón a la derecha y propició que los defensores llegarán a arrebatarle el esférico. Fue un aviso de por dónde podía estar el peligro. Pero el Marino lo que hizo fue insistir sus ataque por el lado derecho, donde Titi encontró espacios. Por ahí empezó a perder opciones la UDL. Una falta lateral, desde ese costado, a la hora de encuentro, abrió el marcador. Chus Hevia, viniendo del segundo palo se anticipó a su marcador, Zubiri, al que dejó atrás, para adelantar a los suyos. 

Los blanquirrojos sacaron de centro, perdieron el balón y el Marino montó una contra: Jandro robó la pelota, la cedió a Pevida que abrió a la banda contraria donde Titi, tras controlar, tiro raso al palo corto. La mala fortuna hizo que Herreros, tirándose al suelo, desviara hacia arriba la trayectoria, de manera que Miguel poco pudo hacer. Apenas 60 segundos en los que el equipo riojano había perdido el sitio les condenaban. Con el 2-0 en un abrir y cerrar de ojos había dos opciones: desistir y agachar la cabeza o tratar de recomponerse y presentar batalla, aunque fuera complicado. La moral de unos y otros propició, de manera natural, que se eligiera la primera. Tanto fue así que el Marino fabricó el tercero gracias a un tacón de Chus Hevia que dejaba a David solo ante Miguel. El jugador pelirrojo cruzó el balón y el meta riojano llegó a tocarla, pero la mano no estaba lo suficientemente dura como para repeler el tiro.

Restaba un cuarto de hora y la situación pintaba mal para una UDL que se había abandonado colectivamente, y en el que nadie tiraba del carro. Sin embargo, como por arte de magia, el conjunto visitante dio señales de vida. Omar puso un buen balón a Iriarte, trabajador toda la mañana, para que el ariete marcara su segundo gol de la temporada. Un 3-1 que maquilló el marcador, pero que dejó a la vista las carencias de un bloque, el riojano, al que le falta creatividad para generar ocasiones y que pierde la concentración cuando no debe. En ello toca trabajar para recuperar la energía y las sensaciones.

Por su parte, la SD Logroñés, no hay palabras, hizo lo que parecía imposible. Cuando Jony, de tiro lejano, batía a Mandaluniz en el minuto 75 y colocaba el 0-3, ni los más optimistas podían esperar un final como el que se dio. Los blanquirrojos estaban fundidos tanto física como mentalmente. El Sporting B, por el contrario, se encontraba a gusto, sintiéndose ganador, llevando el balón de un lado a otro del campo y montando contras letales, ante un rival que iba detrás de su adversario siguiendo sombras, que siempre llegaba tarde y que esperaba que los 15 minutos que faltaban pasaran lo más rápido posible. Agustín Abadía, sin embargo, en el 79', trató de aumentar las revoluciones para buscar la proeza, para lo que sustituyó a Ledo y Mario León por Iñaki Jiménez y Javi Torres. Es difícil saber si hubo o no influencia, pero el caso es que Javi Torres corrió un balón largo y la afición hasta se animó. Entonces apareció Tamayo, intermitente todo el partido, para albergar alguna esperanza. Fue un gol peleado, ya que insistió hasta robarle la pelota al central Julio dentro del área (sin duda un error del asturiano) y tirar a portería para batir a Dennis. Minuto 89 y 1-3.

En la retina aún se podía recordar el primer partido de la temporada en Las Gaunas, donde la SDL fue capaz de sumar un punto ante el Marino, que ganaba 0-2, con goles de Alcántara (88') y Mario León (91'). Y eso fue lo que buscó el conjunto riojano. El Sporting B empezó a ponerse nervioso, a recular, a dejarse llevar por el ímpetu local. La SDL estaba como alborotada y veía en cualquier falta o córner la manera de seguir recortando distancias pese a que el marcador era cuesta arriba. Laencina ejecutaba un saque de esquina y Metola, en el primer palo y de cabeza, encontró lo que nada más comenzar el segundo tiempo no pudo ser, el gol, debido a una mano salvadora de Dennis. Pero ahora, todo era distinto y en el minuto 89 el resultado se ajustaba: 2-3. Los de Abelardo continuaban incrédulos, no sabían cómo frenar el paso de los segundos, estaban nerviosos porque se habían echado atrás de forma descarada y no podían controlar a una SDL volcada.

Un balón sobre Tamayo al área se convirtió en el germen del empate. Rachid calculó mal en el salto y atropelló al delantero riojano, que en cuanto notó un leve contacto cayó desplomado. Tarjeta amarilla por el penalti y segunda cartulina por las protestas. Laencina, especialista a balón parado, asumió la responsabilidad. La lenta marcha del campo de Rachid podían provocar que el de Ribafrecha se pusiera más nervioso ante la responsabilidad desde los once metros. Pero el zurdo ya demostró, por ejemplo la temporada pasada en Noja (con otro penalti en el tiempo añadido), que es un jugador frío, que sabe controlar las pulsaciones. Así se puede entender que el balón, con potencia, se incrustara en la escuadra de la red. 3-3, minuto 92. Ver para creer.

El resto del choque, los 75 minutos anteriores, casi carecen de importancia. La primera mitad fue equilibrada con dos equipos que estaban más cómodos cuando tenían espacios, como luego certificaría el filial asturiano en la segunda mitad con dos tantos al contragolpe. La SDL trató de apoyarse en la velocidad de Tamayo para romper a una pareja de centrales alto y espigados, pero lentos en el desplazamiento lateral, pero al delantero le faltó acierto en el tiro, tuvo dos en los primeros 10 minutos. Ahí se acabó el potencial ofensivo de los locales, que cierto que metió algún balón al área con cierto peligro, pero sin consecuencias positivas para sus intereses. El Sporting B, con el paso del tiempo, quiso elaborar más, pero la presión blanquirroja daba sus frutos, por lo que las imprecisiones fueron constantes en los visitantes.

Ya en la segunda mitad, nada más comenzar, un gran remate de cabeza de Metola, tras un centro de Moya, desde la izquierda, bien pudo variar el rumbo del choque, pero la mano izquierda de Dennis evitó un tanto cantado en la grada. Esa acción animó a los locales a ir más arriba, cuestión que aprovechó el bloque asturiano para hacer daño gracias a la velocidad de sus futbolistas. Así, Jony cedió a Dani, una auténtica pesadilla para la zaga blanquirroja debido a su constante movilidad que obligaba a los centrales, en ocasiones, a salir de su sitio, se encontró con un balón franco en el área. Sin pensárselo tiró raso, de manera que la pelota se coló por debajo de las piernas de Mandaluniz. Un tanto que rompía los planes de una SDL que se fue apagando al ritmo de los goles de su contrincante. Y eso que Toledo gozó de dos tiros dentro del área para empatar. Sin embargo, Álex García, en el primer balón que tocaba se quedaba delante del meta blanquirrojo y aunque en primera instancia su tiro fue repelido por el cuerpo de Mandaluniz, el rechace le llegó al asturiano que ahora sí marcó a puerta vacía el 0-2.

Puede que demasiado premio para el filial, pero esto es Segunda B y en esta categoría hay que aprovechar las ocasiones. Con dos equipos en niveles de confianza tan distantes, Jony ampliaba la diferencia en el 75'. Lo que sucedió después dudo que se vuelva a repetir, pero son de esas cosas que provocan que el fútbol sea lo que es. Sin duda, la SDL, gracias a ese punto, respira y amplía su renta con la fase de promoción, el Celta B queda a 2 puntos. Sin embargo, tanto Coruxo como Caudal ganaron (ambos además tienen un partido menos y el Coruxo incluso dos), por lo que el peligro del descenso sigue ahí, ahora a sólo 3 puntos.

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