lunes, 3 de marzo de 2014

Reflexión y trabajo

Fin de semana duro para los dos equipos riojanos de Segunda B. Si la Sociedad Deportiva Logroñés caía el sábado en San Lázaro por 3-0 frente al Compostela y acababa el día en puesto de promoción, el domingo la Unión Deportiva Logroñés cerraba una jornada negra cediendo en Las Gaunas ante el Caudal merced a dos penaltis en los últimos 12 minutos (1-2). Se podía hablar sobre los arbitrajes, principalmente en el duelo vivido ayer en Logroño, como hizo su entrenador Raúl Llona, al que señaló como culpable de la derrota de los suyos (quizá está en el papel y no se le puede reprochar nada), pero lo único que lleva es a tirar balones fuera. Es mejor, por el bien del equipo, centrarse en lo que está en sus control, su rendimiento, su trabajo, su actitud, su esfuerzo, para no ampararse en dos penaltis, quizá consecuencia del juego de los blanquirrojos.

Porque esta UDL la han cambiado. Que si el estado físico no es el mismo, cierto que falta frescura, por lo general, en las piernas de algunos futbolistas; que si a los blanquirrojos les ha invadido cierto miedo a ganar cuando se ponen por delante en el marcador; que si ahora los riojanos ya no son tan generosos en la presión asfixiante en la medular; que si, como casi siempre, no acaban de sentenciar los encuentros cuando gozan de oportunidades; que si ceden la iniciativa al rival, cuando vas 1-0 ganando en tu casa, corres el riesgo de que el oponente se crezca, te meta en tu campo, y merodee el área, como sucedió ayer. En todos estos aspectos dudo mucho que el colegiado del partido influya. Esto, y muchas cosas más, es en lo que debe reflexionar la plantilla blanquirroja. Para evolucionar hay que exigirse más, ser autocrítico, buscar los verdaderos problemas que impiden esa progresión y no ampararse en aspectos secundarios. Es una opinión.

Porque el choque de la UDL contra el Caudal se manejó dentro de la ambigüedad hasta que Herreros remató de cabeza un córner sacado por Javi Rodríguez (gol similar al marcado siete días antes por Iriarte ante el Tropezón). 54 minutos en los que los blanquirrojos parecía como que querían llevar la iniciativa, mandar, imponer su estilo... pero en los que los de Raúl Llona mostraron una actitud tibia: la presión de la que han hecho gala esta temporada, ya olvidada en fechas recientes, no fue tal; la elaboración era menor en aras de un mayor pragmatismo; y sólo la banda izquierda estaba realmente 'enchufada' con un Sergio Martínez que recuperó sus subidas por banda y con un Javi Rodríguez que hacía daño por el extremo para asistir a sus compañeros. Goñi, al menos, llegaba en segunda línea, mientras que Ibai, intermitente, entraba y desaparecía. De Jaime Moreno mejor no hablar, porque salvo un recorte dentro del área apenas pudo con un Armando más decidido a subir al ataque. Mientras que Íñigo Rodríguez, de nuevo como titular, realizó un trabajo oscuro, alabado por su técnico, pero poco productivo.

Enfrente estaba un Caudal muy necesitado. Una derrota le dejaba con pie y medio en Tercera. Los de Tomé lo sabían y, con precauciones y ante la permisividad local, fueron creyendo en sus posibilidades. Lo tenían claro porque cada vez que se acercaban al área tiraban a portería. Las combinaciones entre líneas de Jorge y Javi Sánchez hacían daño, la movilidad de Rober y las llegadas de Armando, desde el lateral zurdo, envalentonaban a un Caudal que buscaba a Miguel, que en el primer tiempo intervino con acierto con una buena parada tras un tiro seco de Rober desde fuera del área. Las alternativas, las mejores ocasiones locales llegaron (siempre por el costado izquierdo) cuando podían correr con espacios, propiciaban que no hubiera un equipo superior a otro. Si a los riojanos les faltaba ambicionar el gol, a los asturianos el empate les servía de momento. Tras el descanso se vio a una UDL más decidida. Quizá más directa, pero por lo menos ahora metía a su contrincante en su campo. Con varios saques de esquina estuvo cerca de Javi Díaz. Tanto que Herreros adelantó a los suyos tras un buen remate de cabeza.

Sin embargo, el gol propició que los riojanos temieran el empate. En vez de tomar las riendas y tratar de noquear al Caudal prefirieron esperar, ceder el testigo, echar un poco más atrás la presión (salvo puntuales ocasiones). Las presencias de Nando (cuando entra al campo en las segundas parte le cuesta encontrar el sitio) y Barrón intuían el nuevo planteamiento. Más fuerza en la medular para aprovechar la velocidad de Barrón como punta de lanza ante los presumibles ataques de los asturiano. La intención era buena porque el Caudal debía arriesgar, buscar a Miguel y olvidarse tanto de su portería. Como idea, Raúl Llona leyó bien cómo se quedaba el partido. Sin embargo, cuando permites que tu rival, aunque sea por inercia, con balones largos, con faltas y córners, corres el riesgo de que sucedan cosas cerca de tu área. Cierto que Barrón, a 20 minutos del final, pudo matar el choque. Una acertada presión provocó que Jorge cediera atrás el balón sin percatarse que se la daba a Barrón, que encaró a Javi Díaz. El meta aguantó con tino, mientras que el blanquirrojo quiso ajustar tanto, que el portero metió el pie derecho para salvar a su equipo. Ahí estuvo la victoria local. De haber llegado el 2-0, toda la polémica del final, probablemente, no hubiera existido. 

El Caudal, con un activo y determinante Rojas sobre el campo, insistía. Apenas generaba peligro, una volea de Rojas que desvío Miguel, pero pisaba campo riojano con frecuencia. Así se llegaba al minuto 77 cuando Rojas y Sergio Martínez forcejeaban por un balón. El delantero mete el cuerpo, el lateral saca la mano... y penalti. Las dudas recaen sobre si hay empujón previo y si la mano es dentro o fuera del área. Las constantes protestas provocaron que Raúl Llona fuera expulsado, mientras que Jorge, engañando a Miguel, colocaba las tablas. El ambiente estaba revuelto y la UDL estaba descentrada. Quería llegar, pero estaba colapsada, ansiosa, más pendiente de protestar y dándole vueltas a la acción del empate que de pensar en cómo podía recuperar el signo del triunfo. Todo lo contrario que el Caudal, más sereno. Así fue como Jorge tiró a portería, minuto 84, y se encontró con la mano de Herreros. Otro penalti. Nacho Fernández, exblanquirrojo, lanzaba blandito para que Miguel rechazara. Con lo que los riojanos no contaban fue con la determinación de Rojas, se anticipó en el rechace a su par, para tirarse en plancha, rematar de cabeza y darle el triunfo a los suyos.

Sea como fuera, el caso es que el Caudal sacó petróleo de Las Gaunas y sumó tres puntos que le dan la vida para acercarse a la permanencia, pese a que continúa penúltimo, mientras que la UDL desperdició una gran oportunidad para ganar en tranquilidad y afianzarse en mitad de la tabla, con distancia prudencial respecto a la zona peligrosa. Sólo queda pensar en encontrar soluciones a las dudas que presenta el cuadro blanquirrojos, trabajar y exigirse más sobre el campo.

Por su parte, la SD Logroñés, por circunstancias o no, sólo pudo presentar batalla durante los 11 minutos iniciales. A partir de ahí, entre goles y expulsiones los blanquirrojos bastante hicieron con fajarse, sin recompensa, ante un rival que se mostró superior. El Compostela se adueñó de la pelota, cosa sabida antes de comenzar el duelo, mientras que a los blanquirrojos no les importó. De hecho, los gallegos abusaban del pase horizontal porque los visitantes no dejaban huecos. Es decir, el choque estaba en lo que quería el cuadro de Agustín Abadía. Sin embargo, un despiste en una segunda jugada tras una falta, tanto de Fontdevilla, y un posterior penalti, gol de Joselu, que supuso la expulsión de Gonzalo (minuto 13) variaron el devenir del encuentro. Con el juvenil Ricardo Osés debutando en la categoría, con una SDL en inferioridad numérica y con un 2-0 en contra cuando aún restaban más de 75 minutos para el final. El panorama era desolador y prácticamente imposible de levantar.

Pero la SDL, con entereza, mantuvo la compostura, apostó por evitar encajar más goles, al menos de inmediato, para ir poco a poco ganando en confianza. Con paciencia, sin precipitarse, los riojanos fueron asentándose pese a la dificultad de la empresa. Con Olavarrieta como punta de ataque trataron de hacer daño, aunque en una de las pocas opciones que tuvo su tiro se fue escorado. El Compostela no se relajaba y buscaba el tercero, pero el entramado defensivo de los visitantes funcionaba para impedir ocasiones claras a los locales. En la segunda mitad, el decorado no varió un ápice. Los de Fredi continuaron pisando campo rival, cercando al meta juvenil y buscando ampliar su renta. Los riojanos, en vez de tirar el partido y pensar en el próximo domingo, optaron por trabajar, competir dentro de sus posibilidades, y confiar en que el final del encuentro llegara cuanto antes. Pese a los intentos de los riojanos, Yahvé puso el tercero. Y eso que Olavarrieta, lesionado, dejaba, previamente, su sitio a Javi Torres.

El Compostela tampoco quiso hacer más sangre y con el duelo decidido dosificó esfuerzos ante una SDL voluntariosa que no bajó los brazos. Pese a ello, el 3-0, la expulsión de Gonzalo y la lesión de Olavarrieta son motivos para que los riojanos vinieran cabizbajos de tierras gallegas. Pero sin duda lo más preocupante es que el equipo ha caído al puesto de promoción y que el Coruxo, en descenso y con dos partidos menos, está a 2 puntos, mientras que el Caudal, en descenso y con un choque menos, aparece a 3. Lo positivo, el debut del juvenil Ricardo Osés y que el choque frente al Celta B (con 1 punto más que los blanquirrojos) es la primera final para los pupilos de Agustín Abadía, que afrontan un último tercio de liga complicado en el que cualquier error se paga muy caro.

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