lunes, 8 de diciembre de 2014

¿Una mala tarde?

Es algo habitual que empiecen a llegar los palos. Es menester dejarse llevar por la corriente y tratar de acorralar a las presas, de cercarlas, de rodearlas, de señalarlas y de atizarlas. Ley de vida. La ilusión desbordante, un hecho objetivo y constatado independientemente de cómo acabe la historia, que transmitía la Unión Deportiva Logroñés hace unos meses parece que se va apagando. ¿Acaso han mal acostumbrado al personal a sumar victorias, es decir, convertir lo difícil en fácil? Seguro que habrá versiones para todos los gustos, cada aficionado contará con su opinión, respetable ciento por ciento. 

La mala tarde vivida en las instalaciones de Barreiro confirma que la UDL, por los motivos que sean, no atraviesa por su momento más fino. Ahí están sus números en las últimas 6 jornadas: 6 puntos (1 victoria, 3 empates y 2 derrotas), siempre con al menos un gol encajado y con un golaveraje negativo, 8-10. Cifras que contrastan con los datos mostrados en fechas anteriores: 25 de 30 puntos posibles y un balance de 15-7. En este sentido, la dinámica actual no es buena y el director de esta orquesta, Carlos Pouso, lo sabe y seguro que buscará la manera de cambiarla. Como todo, la clave puede estar en la seguridad actual de los blanquirrojos en su parcela defensiva, actualmente más vulnerable que nunca. Quizá los cuatro tantos recibidos ayer puedan servir para encender las alarmas, para verle las orejas al lobo y para constatar, como ya se ha apuntado más de una vez, que ganar en Segunda B no es tan sencillo como parece. 

Que la UDL ya no era tan contundente en las tareas defensivas se había apuntado en semanas anteriores, no ya por encajar los goles sino por la sensación. Curioso o no, coincide con el hecho de que Miguel no está siendo ese salvador, que lo fue, en los dos primeros meses de competición, cuando sus paradas, algunas casi milagrosas motivaban t mantenían a flote a su equipo. Ojo, no se interprete como que el capitán riojano es el culpable de este fragilidad. Quizá los constantes cambios en los onces, Zubiri entra y sale de la alineación, Sergio Martínez y Miguel Santos comparten el lateral zurdo, Moisés parece que arrastra molestias... pueden afectar a esa carencia de seguridad. O quizá no. El hecho es que los rivales pisan más el área blanquirroja que antes, generan más ocasiones y, quizá es lo más importante, más claras. Unido a ello, los errores individuales han aumentado y eso ha propiciado que esta UDL ya no sea tan rocosa como hace un tiempo. 

Sin embargo, me gustaría apuntar que si la endeblez defensiva ha aparecido también se ha acusado falta de frescura en ataque, al igual que ausencia de efectividad. En los dos primeros meses de competición, además de que Miguel paraba lo poco que sus oponentes tiraban, el cuadro blanquirrojo se apoyaba en su resolución ofensiva. Por lo general, con poco hacía mucho. Íker Alegre estaba como un tiro y con ángel, desborde y gol; Camochu aprovechaba sus malos controles para fabricarse goles de la nada; Ubis, con pocos minutos era un incordio para la defensa rival; Menudo mostraba su repertorio de fantasía para atraer a los rivales y permitir que otros compañeros pudieran tener más facilidades en ataque; Joel Valencia, saliendo de refresco, aportaba una marcha más para romper los encuentros...

Sin embargo, en el mundo del fútbol se trabaja como equipo y si, como se apunta, tanto la portería, la defensa y la delantera no atraviesan por su mejor fase, el centro del campo también aporta su granito de arena. Pese a que Pouso ha ido ajustando y mostrando una medular más trabajadora y presionante con Abaroa por delante de los dos pivotes, también se ha acusado que Julio Rico y Jacobo Trigo, habituales en los últimos compromisos, acaban los partidos castigados físicamente. Evidentemente, los contrarios también juegan y esa capacidad sorpresiva con la que podía contar la UDL en el inicio liguero se va difuminando. 

En este sentido, la derrota sufrida ante el Celta B (parece que es un rival que tradicionalmente se le resiste al cuadro blanquirrojo) debe servir para ser conscientes de la dificultad que entraña estar en los puestos de arriba, que no es fácil mantenerse entre los cuatro primeros (los riojanos son terceros empatados a puntos, 31, con el cuarto, Guijuelo, y con 5 de ventaja respecto al quinto clasificado, Coruxo) cuando hasta esta temporada nunca se había entrado en puestos de 'play off' (un detalle que no hay que olvidar). El mal día vivido en Barreiro quizá sea un aviso a navegantes de lo que es la Segunda B, ya se había avisado en este mismo lugar. Una división que castiga al que cometer errores, independientemente de las áreas que se pisen, que no conoce de favoritos y que vive del presente, jamás del pasado ni de las rentas. Cada choque es completamente diferente al vivido la semana anterior y lo que ha servido un domingo, para el siguiente es insuficiente.

Cierto que ir a remolque, cuesta. Que encajar un gol a los 7 minutos de falta directa trastoca los planes. Pero la UDL supo reponerse y mostró coraje para empatar, con gol de Julio Rico. Un fallo defensivo propició que los vigueses, que llevan 8 jornadas sin ganar, se volviera colocar por delante en el marcador en el minuto 25. Pese al resultado, los riojanos gozaron de oportunidades, antes del descanso, para haber recuperado las tablas, pero esta vez la ausencia de acierto, como ya sucediera ante el Coruxo en Las Gaunas, castigó a los de Pouso. Con el UD Logroñés asumiendo el peso del choque, los locales se encontraron con un penalti que fue casi matador. Borja Iglesias, bigoleador ante los riojanos, ampliaba la diferencias. Pese al 3-1, los visitantes insistieron, aunque sin fortuna. Íker Alegre, con un buen tiro lejano, pudo meter a los suyos en el duelo, pero a 14 minutos del final, vino la sentencia, el 4-1 tras una buena acción colectiva del filial gallego. Aun así, los riojanos no agacharon la cabeza y pisaron área rival hasta el punto de que Ubis transformó un penalti cometido sobre Íker Alegre en el 86'. Demasiado tarde. 

Ahora toca una semana para ajustar errores, para trabajar y preparar de la mejor manera posible el envite de la UDL frente al Marino de Luanco. Un choque en el que, probablemente, los blanquirrojos necesitan recuperar su esencia para solventar esas posibles dudas que haya podido generar en estas 6 jornadas en las que todos los días recibe un gol: solidez defensiva, consistencia en la medular y finura en ataque. A ello, hay que añadir esa obligación de ganar ante un rival que pelea por mantener la categoría. Una presión que, en estos momentos, puede jugar en contra de los intereses riojanos. Sin embargo, será una buena ocasión para saber si lo ocurrido en las instalaciones de Barreiro fue una mala tarde o la constatación de que hay algo más profundo.

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