Si bien la Sociedad Deportiva Logroñés insiste -es una forma de decirlo- en seguir empatando en Las Gaunas (tercero consecutivo), la Unión Deportiva Logroñés continúa regresando a Logroño de vacío (tres últimas salidas a cero). Mientras que la SDL logró un punto ante un Coruxo que pecó de ambición para llevarse la victoria cuando su rival se quedó en inferioridad (algo de mérito tuvo el cuadro riojano), la UDL cayó con estrépito en su visita al campo de Barreiro, donde el Celta B le sacó los colores. Una derrota que deja al descubierto las carencias de un equipo cuando no salta al campo con la actitud e intensidad necesaria. Y, ojo, no es la primera vez que sucede este curso.
Continuando con este duelo, los hombres de Raúl Llona permiten al filial vigués dejar el puesto de promoción y adelantar a los blanquirrojos en la tabla. Un detalle de la igualdad existente entre la tranquilidad y el peligro. Pero más allá de aspectos clasificatorios, el balance de goles de los riojanos comienza a ser preocupante: -8 (18-26), quinto peor 'goalaverage' del grupo (sólo empeorado por los equipos en puestos de descenso y promoción). Si hasta la fecha, el ataque era un problema real (un gol en los últimos 5 desplazamientos), ahora también hay que empezar a mirar la faceta defensiva (6 tantos en dos jornadas). Mal asunto para un bloque que parecía construirse desde atrás y que atosigaba a sus oponentes en la medular.
Si el Celta B, a los 10 minutos, ya va ganando 2-0 (goles de Antón, de tiro desde la frontal, y de Thaylor, tras batir por bajo a Sergio López) algo sucede. Y la explicación, dada posteriormente por su entrenador, es alarmante. "Salimos sin salir", "estábamos presentes, pero no de mente". Cabe preguntarse a qué fue entonces la expedición riojana hasta tierras gallegas. La Segunda B exige actitud, constancia y mucho trabajo. Aun con todo nadie asegura el éxito, pero por lo menos el camino es más corto. Cuando un equipo 'sale a cuchillo', consciente de lo que se juega, y se mide a otro que está ahí por estar, sucede lo que sucede. Que Aitor pusiera el 3-0 en el 27' en un barullo en el área (acción sintomática) no pilló de sorpresa a los espectadores. Con tanto regalo, no ya por los goles sino por la predisposición, es difícil afrontar la hora de partido que resta. La mente, insondable en muchos futbolistas, en esos momentos se vuelve en un obstáculo más. El mérito reside en controlarla y resetear para, qué menos, mantener la dignidad sobre el campo.
Consciente de esa complejidad, la UDL buscó maquillar su imagen en la segunda parte. Puede que lo hiciera, pero también fue sencillo para los locales mantener la ventaja ante un rival al que le cuesta mucho generar ocasiones de peligro, a no ser que vengan precedidas de acciones a balón parado. Si encima, tras un saque de esquina encajas el cuarto, ya en el 85', obra de Goldar, el sonrojo es mayúsculo para un bloque que presentó las novedades de Javi Pascual, Gil e Iriarte en el once en detrimento de Goñi, de Garrido y de Íñigo Rodríguez, los tres en Logroño. Pero no es cuestión de saber si el once presentado era el óptimo (Llona consideraba que sí), lo que queda es que la UDL naufragó en uno de esos partidos, como muchas veces, que se suelen marcar en rojo para coger confianza, ganar en autoestima y demostrar que el trabajo da sus frutos.
Sin duda no es la mejor manera de comenzar un mes en el que el mercado está abierto y en el que todos los clubes, si la economía lo permite, confían en aliviar sus penas. La duda, ahora, reside en saber qué debe buscar, si es que hay que buscar algo. Se intuía que un '9' era prioritario, pero quizá haya que reflexionar en profundidad para saber dónde se quiere llegar para luego actuar en consonancia.
En cuanto a la SDL dejó escapar dos puntos, en función de las ocasiones claras de ambos conjuntos, pero a su vez sumó uno después de que Laencina, por revolverse, viera la roja mediado el segundo tiempo y complicara la situación de los suyos. Curioso que los pupilos de Agustín Abadía, que querían romper los más de 270 minutos sin ver portería rival, generaran más aproximaciones en apenas 15 minutos frente al Coruxo que en los tres duelos anteriores. Además, lo basaron en paciencia a la hora de jugar, más centros desde los costados y aparición de jugadores entre líneas. Lo agradeció Fran Sota, que estuvo muy activo y comprometido para olvidar sus malas sensaciones. El de Aldeanueva, desde el enganche, se creció desde que Laencina le sirviera dos balones, casi seguidos, desde la izquierda en apenas 3 minutos. Pese a que no llegó al primero y a que el segundo confundió la prolongación con el remate, Fran Sota cogió las galones que le reclama Abadía para hacer jugar a su equipo, para ser imprevisible entre líneas y para llegar en segunda línea. Así vino el tanto local: centro de Del Puente y aparición de Fran Sota que, de cabeza, supera por alto a Fernando.
El Coruxo, entonces, dio alguna muestra de que estaba en el partido (salvo una falta lateral, que de rebote a punto estuvo de sorprender a Mandaluniz), aunque se limitaba a colgar balones y a tirar desde lejos sin generar excesivos problemas. Pero la SDL, con el marcador a favor, fue más práctica. Dejó de combinar y abrió el encuentro. Había más idas y venidas. Javi Torres, espectacular cuando arranca con espacio, tuvo el 2-0, pero el delantero atraviesa por una mala racha en el remate y el meta gallego tapó con el pecho lo que en la grada se cantaba como gol. Curioso que lo que tanto le gusta al conjunto blanquirrojo, el correcalles, ayer le perjudicara. El resultado, 1-0, requería un mayor control de los locales, un cerrar el choque. Pero este grupo tiene interiorizado lo de correr con espacios y así se siente a gusto.
Con esa dinámica, que continuó durante la segunda mitad, el Coruxo empató tras una buena jugada por banda derecha y gran remate de volea de Alberto García. Las tablas provocaron que los visitantes creyeran en la victoria, mientras que los de Agustín Abadía debían exprimirse más para reconducir la situación. Del Puente, con una vaselina, pudo marcar en la jugada siguiente al empate, mientras que una aparición de Fran Sota, trabado por Fernando (posible penalti), propició que Cristóbal en su intento de despeje casi se meta un autogol (pegó en el poste). Luego llegaría la expulsión de Laencina (quién le manda revolverse teniendo delante al árbitro, más allá de que le haya o no golpeado) que, de primeras, parecía complicar la existencia a la SDL. Con Miguel como lateral zurdo y un trivote improvisado formado por Del Puente, Fran Sota y Toledo, con Javi Torres y Olavarrieta como ariete.
Fueron minutos de mucha intensidad, en los que los blanquirrojos jugaban en campo contrario pese a la inferioridad. Más juego directo y menos combinación. Los de Rafa Sáez esperaban su momento a la contra, pero carecieron de ambición para controlar el choque y llevarlo a su interés. En este sentido, el empuje de los riojanos pudo más. Abadía fue tapando agujeros con los cambios: Loza por Del Puente (más colocación y trabajo para la medular) y Mario León por Javi Torres (mayor frescura). Sin embargo, en los últimos minutos dio la sensación de que ambos, pese a que querían ganar, daban el empate por bueno, algo que se reflejó sobre el campo (había más respeto). La posterior expulsión de Ledo, por segunda amarilla, provocó que hubiera que cerrar filas para evitar la derrota. Pudo llegar en la última jugada, un despeje tras un córner, pero entre Mandaluniz y la zaga mantuvieron el punto. Con eso hay que quedarse, porque ayer a la SDL le faltó tener el control del juego que otras veces sí que posee.
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