Domingo para olvidar después de dos derrotas riojanas que invitan a la reflexión. Por un lado, la Unión Deportiva Logroñés sucumbe en Las Gaunas, con un marcador excesivo (1-4), ante un Oviedo práctico que demostró que para ganar en Segunda B no hace falta realizar un fútbol brillante, mientras que la Sociedad Deportiva Logroñés regresó de Guijuelo con la derrota (1-0) y, lo que es peor, perdiendo posiciones en la tabla hasta el punto de quedarse en el puesto de promoción. De esta manera, ambos conjuntos, a la vista de cómo queda la clasificación, sólo pueden pensar en una cosa (no vaya a ser que a algún iluminado se le pasara por la mente otra meta): la permanencia. Es lo que hay. Asimismo, hay que destacar, en el lado negativo, la 'quedada' entre aficionados (los cuestiono ese cariño hacia unos colores) de la UDL y del Oviedo en la calle Huesca de Logroño horas antes del partido. Cuando se acude a esa 'cita' con palos es que no se van únicamente a saludar. Lamentable.
En el terreno deportivo, la SDL no acaba de cambiar su dinámica. Son ya 7 las jornadas sin ganar, aunque quizá lo más preocupante sea que sólo haya anotado dos goles en estos 630 minutos y que encadene tres derrotas. La consecuencia es que los de Agustín Abadía retroceden en la tabla, tanto que han caído al puesto de promoción (24 puntos), igualado con el Coruxo, y con 3 de margen sobre el descenso. En Guijuelo, los blanquirrojos trataron de hacerse fuertes atrás para aprovechar a la contra o a balón parado sus opciones. De salida, la idea funcionó y los riojanos parecían asentados sobre el campo. Pero enfrente, había un equipo que demostró parte de sus cualidades para ir tercero en el grupo. Pese a que durante el primer tiempo, hubo más o menos igualdad, pese a las buenas oportunidades locales (Ledo sacó un balón bajo palos), con el paso de los minutos se intuía que los chacineros se podían llevar el partido por insistencia.
Y eso que Moya, tras un saque de esquina, al filo del descanso, pudo adelantar a los suyos. Pero en la segunda parte, el dominio local fue más intenso y las ocasiones se fueron sucediendo hasta que Mandaluniz no pudo parar todo. Valero, en dos ocasiones, Tejedor y Manu Moreira avisaban del peligro y Chuchi, en el 70', de cabeza, hizo el gol de la victoria. Un tanto al que trató de reaccionar el cuadro logroñés, aunque sin mucha claridad, con voluntad, pero sin tino. Todo lo contrario que el Guijuelo, que buscaba la sentencia, la tuvo el goleador Chuchi. Pese a ello, los visitantes se fajaron hasta el último minuto y buscaron el empate. Pero sigue sin ser suficiente para sumar. Una cuestión vital para poder sobrevivir en un grupo con tanta igualdad en el que el atasco ofensivo que sufre la SDL le está costando muy caro. Pero este equipo no le queda otra que tratar de sobreponerse a las adversidades, mostrar, una vez más, su carácter y confiar, con trabajo diario, que la recompensa llegue cuanto antes.
Por su parte, la UDL cedió ante un Oviedo encantado con jugar en Las Gaunas (dos victorias de dos partidos esta temporada). Los de José Carlos Granero no se andan por las ramas, no especulan. Su juego no destaca por su brillantez, al contrario, al menos como visitante, sus encuentros se convierten en ásperos. Apenas hay continuidad, pese a que los asturianos quieren imprimir ritmo e intensidad en sus acciones. El Oviedo lo tiene claro, el balón, de haber combinaciones, si las hay, en campo rival y a poder ser cerca del área contraria. Antes, es como si estuviera prohibido. De esa manera, insiste en el juego directo. Cierto que contando con un ariete como Cervero (al que Félix Revuelta llamó David, en vez de Diego, cuando le dio una placa conmemorativa como máximo goleador histórico de los blanquirrojos) todo es más fácil. Con esa inercia es complicado no contagiarse de un fútbol práctico en el que la defensa se limita a defender (parece de perogrullo, pero es así), el centro del campo a dar equilibrio y a ayudar en las tareas defensivas, dejando a los extremos y a los dos delanteros la creatividad. Que ellos se las ingenien.
De esta forma, es complejo hacerle ocasiones y obliga a su rival a estar atento porque cualquier pelotazo, ojo que van bien dirigidos, puede ser el origen de una acción de peligro. Medirse al Oviedo exige, por lo tanto, mantener la concentración en todo momento, no te puedes despistar porque es un bloque que no baja, que confía en sus armas y que asume que si se hace fuerte atrás tiene opciones de ganar. ¿Por qué? Porque arriba tiene dinamita. Lo demostró ayer. De Cervero, poco hay que decir, pero es que sus extremos, Susaeta y Señé, te pueden hacer un descosido en un palmo de terreno, o Alain Arroyo, ratonero, es un incordio constante. Si se ve con problemas, aparece Sergio García y revoluciona el choque. Y por si acaso, Anunziata, con mucha calidad en sus botas, ofrece una alternativa. Es decir, hay recursos.
Y enfrente, la UDL lo intentó, le puso voluntad, pero Ubis, peleón, estuvo muy alejado del área; los extremos Jaime Moreno y Javi Rodríguez apenas participaron en el juego ofensivo e Ibai, irregular, no acabó de cogerle el aire al choque. Con los locales neutralizados en ataque era esperable que los goles, como así ocurrió, vinieran en acciones a balón parado. Y eso que en el primer tiempo, el Oviedo avisó tres veces: tiro de Susaeta alto, falta de Susaeta que desvió bien Miguel, y oportunidad de Alain que desbarató Miguel con una gran mano. Por su parte, Pol apenas tuvo trabajo. Sin embargo, para fortuna local, los riojanos se adelantaron gracias a un remate en el segundo palo de Goñi tras un saque de esquina. Previamente, Raúl Llona había visto que la única manera de hacer daño a su rival era calcar esquema, con dos delanteros y esperar que entre Ubis e Iriarte pudieran hacer más daño.
Con lo que no contaba fue con el empate, también tras un córner, de Javi Hernández, que fue el principio del fin. Alain, tras un saque de banda, pudo poner el 1-2, algo que sí hizo, minutos después, Señé, con un tiro colocado desde fuera del área. Había que remar contracorriente, pero es que la UDL ya no se acercó hasta Pol. Quedaban casi 20 minutos en los que los blanquirrojos no pudieron reaccionar. El 1-2 había hecho mella. Una buena muestra de ello, fueron los dos siguientes goles, ambos de Sergio García, casi en el mismo minuto (88'), y producto de pases erróneos hacia atrás cortos. Sintomático cómo acababa un equipo, con goles y con ganas de machacar a su contrincante, y cómo lo hacía el otro, apagado y con la cabeza baja. Pero este es fútbol y ayer quedó patente que esta UDL no está para competir ante conjuntos fuertes mentalmente. Toca aprender para que no sucede en próximos duelos. Eso sí, esta derrota trae consigo que los riojanos deben olvidarse de pelear por otras metas que no sean la permanencia (a 3 puntos tienen el puesto de promoción), una pena porque siempre que puede ilusionarse, se le cierran las puertas.
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