lunes, 5 de enero de 2015

Cuarto entre pitos

El fútbol, a partir de ciertas categorías, es esclavo de los resultados y del público. Cada uno exige a su manera. Evidentemente, los números mandan y tienden a valorar el trabajo realizado hasta la fecha, un error de concepto, pero que sirve para evaluar a la persona que está al mando del equipo; en este caso al entrenador. Pero la afición también tiene su punto de vista y los directivos, habitualmente, actúan en función de los runrunes que haya en la grada. En este punto, una vez terminada la primera vuelta, hay algo que no cuadra. La Unión Deportiva Logroñés es cuarta, la mejor clasificación de su corta historia tras la jornada 19, pero culmina su primer partido del año con una sonora pitada. Quizá el haber encajado un gol en el minuto 92 que privara a los riojanos del triunfo tiene mucho que ver, todo. Sin embargo, el conjunto blanquirrojo está siendo presa de su magnífico arranque, de unas expectativas sobredimensionadas en las que daba la impresión que la UDL para estas fechas ya se había asegurado la fase de ascenso.

Carlos Pouso, coherente en todos sus movimiento, tanto deportivos como extradeportivos, sabe de qué va a esto y asume sus responsabilidades, critica públicamente, aunque muchas veces de forma velada, el rendimiento coral de su equipo, nunca individualiza (ni para lo bueno ni para lo malo) y considera soberano al público, "siempre tiene razón porque paga su entrada o su abono". Es directo y consecuente "si lo han hecho (pitar) es porque hay algo que no les gusta y están en su derecho". El técnico sabe que su equipo no está fino, que ha perdido esa solvencia de la que hacía gala en los dos primeros meses de competición, que ahora ya no tiene esa seguridad defensiva (es el tercero que menos goles recibe) y que no maneja, en ocasiones, los tiempos de los encuentros.

El tanto de Guille Méndez, que debutaba con el Langreo, en el tiempo añadido fue consecuencia de un aspecto que no es nuevo en Las Gaunas en los últimos choques cuando los blanquirrojos se colocan por delante en el marcador. Es como si con el 1-0, el cuadro riojano se bloqueara, le entraran los agobios y no supiera jugar con el el marcador a favor. Los futbolistas son presas del miedo y se encogen con la pelota. El miedo entra en escena y luego se acusa. Que el portero rival rife la pelota, que un contrario prolongue (pese a la oposición) y que otro compañero gane en la disputa a Moisés para que Guille Méndez le pille la espalda a Sergio Martínez, se interne en el área, regatee, en dos ocasiones, a Herreros y bata de tiro cruzado a Miguel. Suficiente para que una acción, para nada hilvanada, se convierta en un empate de oro para el Langreo y en una tablas que saben a derrota para una UDL irregular, inconsistente, que tiende a precipitarse con un fútbol directo sin consecuencias y previsible (como se pudo apreciar durante muchos minutos de la primera parte), que no sabe llevar el control de juego (cierto que los rivales también juegan y ahí existe una dificultada añadida) y que se olvida de cuáles han sido esos argumentos que desde el comienzo liguero le han llevado a estar entre los mejores de la categoría.

Quizá para tranquilizar a sus fieles, ayer mismo, unas horas después del empate a uno, el club anunciaba la llegada de Álvaro Martín, Chevi. Un jugador que puede ser ese enganche (y eso que Abaroa ha mostrado un extraordinario rendimiento, aunque en otra faceta, en la llegada de segunda línea y a la hora de trabajar para el equipo) que necesita el conjunto blanquirrojo para que el centro del campo y sus hombres más adelantados entren en contacto con más asiduidad. El exfutbolista del Avilés (no parece el único que va a abandonar el conjunto asturiano en este mercado invernal) estaba siendo un fijo en los esquemas de Yosu Uribe (que explotó tras su última derrota al comprobar cómo el equipo se está desmantelando), por lo que ritmo competitivo tiene. El nuevo fichaje ya entrena con sus nuevos compañeros desde este lunes (el miércoles será presentado) y será cuestión de tiempo conocer quién o quiénes dejan de pertenecer a la entidad.

Retomando el aspecto deportivo, no hay que olvidarse que sumar 35 puntos después de 19 jornadas y ser cuarto, con 3 puntos de ventaja sobre el quinto clasificado es como para estar satisfechos después de varias temporadas a la deriva. Es evidente que, tras el espectacular arranque, se podía pensar en estar al nivel del Oviedo, el cual parece haber cogido la directa para aferrarse a la primera plaza (43 puntos, con 5 por encima del Guijuelo, segundo clasificado). El próximo domingo, con la visita del Murcia (tercero con 36 puntos) es el momento de que la UDL confirme su mejoría, olvide los dos últimos meses de irregularidades y dudas en ambas áreas. Puede que el empate firmado ante el Langreo sirva de estímulo para mejorar ante un rival que va exigir, que tiene más presión que los riojanos por estar arriba y que no puede permitirse más tropiezos.

Por de pronto, para los intereses riojanos, sería conveniente que Carlos Pouso dejara de rotar (a veces de forma forzosa) en la retaguardia, que el centro del campo recuperara su mejor momento de forma físico y que los hombres de banda encuentren esa chispa necesaria para sentirse protagonistas. Que los delanteros de este equipo trabajen no es algo nuevo, quizá se les demanda gol y en eso andan, en ser ese referente que se necesita para que la UDL crezca en la tabla. Difícil, pero si se tienen los pies en el suelo, se sabe de dónde se viene y se perfila el camino hay mucho ganado. Que las exigencias no vengan marcadas ni por los resultados ni por la grada, que sea el propio equipo el que se marque sus horizontes desde una autocrítica constructiva tanto individual como grupal.

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