lunes, 10 de noviembre de 2014

¡Bendita mala racha!

Hablando en términos de Carlos Pouso, la Unión Deportiva Logroñés atraviesa por el peor momento de la temporada. Puede sorprender esta afirmación, pero al técnico blanquirrojo lo único que le importan son los puntos, da igual la posición en la que se encuentre. Y ateniéndose a esa referencia, es la primera vez esta campaña que en dos jornadas seguidas sólo suma dos puntos (dos empates consecutivos). Quizá por eso el conjunto riojano haya cedido el liderato en detrimento del Murcia (4 puntos de los últimos 6 posibles), haya visto como el Oviedo (3 de 6) le haya recortado terreno e incluso el Langreo (6 de 6) haya alcanzado la quinta posición quedándose a 7 de los blanquirrojos. Siendo quisquillosos el UD Logroñés, además, atraviesa por su momento más frágil defensivo, ya que ha encajado 3 goles en 180 minutos (jornadas 11, Cultural, y 12, Guijuelo), igual que sucediera en las jornadas 6 (el Somozas le marcó 2) y 7 (el Oviedo anotó un gol).

Pero claro, ¡bendita mala racha! Si por estos dígitos se empieza a cuestionar a este bloque, apaga y vámonos. Puede, y eso se trasluce al terreno de juego, que el UD Logroñés no esté ofreciendo su mejor versión ofensiva, falta algo de frescura en los metros finales, no se están generando tantas ocasiones como partidos atrás, el peligro llega en acciones a balón parado y en gran cantidad de centros, principalmente, desde el perfil diestro con Titi como asistente. Sin embargo, no hay que olvidar que esto es Segunda B, que en el fútbol siempre hay un rival enfrente que intenta evitar que su contrincante le gane y pone todo lo que tiene para explotar sus virtudes y ocultar sus debilidades. Y máxime cuando se mide a uno de los gallitos del grupo, caso del Oviedo, Murcia y, por merecimientos propios, del UD Logroñés.

Ahí está la gran labor de Carlos Pouso, colocar a la entidad riojana en unos niveles nunca antes vistos. Convencer, primero a su plantilla y después a la afición, de que este curso se va en serio, que no hay fuegos de artificio, que el trabajo constante da sus frutos y que capacidad hay para estar codeándose con los mejores. Ahora falta conocer hasta cuándo. ¿Mitad de temporada? ¿Tres cuartos? ¿Hasta el final? El rendimiento durante noviembre y diciembre, mejor dicho los resultados, dictarán cuál es el lugar con el que habrá que acostumbrarse a convivir. Por lo ofrecido hasta la fecha, la ilusión por luchar por los primeros puestos está intacta y eso es siempre una motivación extra.

Con la intención de dar un golpe encima de la mesa, la UDL recibía a un Guijuelo que, como los blanquirrojos, sólo habían perdido en el Carlos Tartiere. Es decir, que el respeto a un conjunto que iba cuarto y que apuesta por un fútbol de posesión era máximo. Tanto que hasta Pouso ocultó sus cartas convocando a toda la plantilla. En este sentido, se podía decir que el once que puso en liza ayer en Las Gaunas es el pensado para las grandes ocasiones (con puntuales modificaciones). Y se comprobó, en los compases iniciales, que la apuesta era presionar lo más arriba posible para evitar que los chacineros pudieran elaborar las jugadas. Con Abaroa, Jacobo Trigo y Julio Rico el desgaste físico en la medular era evidente. Los tres empujaban al resto del equipo e impedían que Chuchi o Valero pudieran entran en escena.

Pese a ello, el riesgo podía llegar a la contra. Había mucho espacio detrás de la zaga local y cualquier balón largo podía poner en aprietos a los riojanos. Así fue como Marc le ganó la partida a Zubiri para sorprender a un Miguel que se quedó a media salida. Por fortuna, el remate del delantero del Guijuelo se marchó fuera. Pero otra imprecisión defensiva, esta vez al dejar un balón botar dentro del área tras un saque de esquina propició que Carlos Rubén pudiera adelantar a los suyos, pero se empachó de bola. Buena presión, aparentemente control del juego, con más presencia en campo rival, pero las dos ocasiones más claras habían sido del Guijuelo. Hasta que una acción individual de Íker Alegre rompió los esquemas visitantes. Una conducción del intermitente futbolista atrajo la atención de diversidad de defensas, tantos que cedió a Sergio Martínez, que había ganado la línea de fondo, para que pusiera un balón al corazón del área donde Abaroa irrumpió con fuerza para rematar al fondo de la red. 

Momento para dar continuidad, para forzar a Garabato, para no dar tregua a su oponente. Sin embargo, quizá sea de forma inconsciente, la UDL tiende a relajarse cuando marca. No golpea. Eso lo aprovechó el central Yeray para tras robar un balón arrancarse a galopar, apoyarse en dos compañeros y presentarse en la frontal, donde tras recortar a Zubiri probó con la izquierda para superar a Miguel. Empate casi al instante. Puede, como insistió Pouso en la rueda de prensa posterior, que su equipo no cede, que es porque el rival aprieta, el caso es que Valero y Chuchi comenzaron a estar más a gusto con la pelota, a encontrar la manera de asociarse, de dar varios pases seguidos y obligar a la UDL a pensar más en robar que en atacar. Si a eso se le añade que los blanquirrojos, en el tramo final de la primera mitad, estaban más pendientes, independientemente de que sea con o sin razón, de protestar al colegiado, las tablas parecían justas.

Había que darle una vuelta y Pouso, por lo que se ve, adoctrinó a los suyos en el descanso porque el empuje inicial de la segunda mitad fue meritorio. Con mucha presencia en campo ajeno, con llegadas por ambos costados, la UDL intimidó. Sergio Martínez se fue hacia dentro y chutó con fe con la derecha para que Garabato repeliera el tiro. Una sucesión de saques de esquina, casi todos rematados aunque desviados, podían anticipar cómo iba a llegar el 2-1; centro y remate. Camochu, con poca presencia, dejaba su sitio a Menudo, un cambio que dio resultado inmediato. Titi puso una pelota de ensueño desde la derecha, Garabato midió mal y Menudo, con la cabeza agachada, casi sin mirar, tocó el balón de forma pausada para volver a colocar a los suyos por delante. Y eso que instantes antes el Guijuelo había dado muestras de que no se iba a quedar atrás a la expectativa, puesto que Chuchi casi sorprende a Miguel desde casi el centro del campo y Marc falló tras un saque de esquina un remate más o menos claro.

Con el marcador a favor y con casi un cuarto de partido por disputar había que saber qué rumbo iba a tomar el encuentro. Quizá porque el cansancio físico local hizo mella, porque el rival debía estirar sus líneas o porque la mente de los blanquirrojos, con el 2-1, era la de contemporizar el caso es que los minutos iban pasando mientras que el Guijuelo iba ganando terreno y presencia. Cierto que sin oportunidades claras, pero la UDL se dejaba querer, quizá demasiado, para esperar su momento a la contra, ya con Joel Valencia en escena y con Miguel Santos en vez de Jacobo Trigo. Es decir, un conjunto más preparado para correr al espacio que para dormir la contienda. Y lo que nadie deseaba sucedió. Una llegada al área, un balón rechazado (los riojanos pidieron mano) y Razvan, tras controlar con la izquierda, batía a Miguel con la derecha. 2-2, minuto 85. Nervios, bajón anímico, tristeza... y desconcierto defensivo en los locales que incluso estuvieron a un paso de la derrota cuando Razvan, con la portería vacía (Miguel había salido a despejar un balón fuera de su área), lanzó fuera por muy poco.

Es definitiva, un vaivén de acontecimientos de los que el UD Logroñés debe aprender para que no vuelvan a repetirse, sobre todo ejerciendo de anfitrión. Ganar en convicción cuando se pone por delante en el marcador, no ceder tan rápidamente la iniciativa, no pensar tanto en que a la contra se va a sentenciar deben ser algunas de las cuestiones que debe tratar de evitar en posteriores encuentros. Sobre todo si se quiere estar en la pelea por un liderato que ahora guarda el Murcia. Claro que para eso hay que salir de esta 'bache' de los blanquirrojos. ¡Bendita mala racha!

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