lunes, 19 de octubre de 2015

La resaca copera trae consecuencias

No fue un buen día. De esos en los que hay que más que aprender que lamentarse o quejarse. La autocrítica es buena, sana y recomendable. Para todos. Futbolistas, cuerpo técnico y afición. La resaca copera tiene estas cosas. Por mucho que uno quiera centrarse en lo que más cercano, el choque liguero, el sorteo del pasado viernes, unido al desgaste físico y mental realizado el miércoles (con prórroga y penaltis incluidos), provocó que el cambio de chip tuviera que hacerse de forma repentina. Pese a estar obligados a pensar en los Julen Goñi, Bruno, Pito o cómo batir a Aitor Navarro la mente todavía se agarraba a una ilusionante Copa del Rey y en el Sevilla. Es inevitable.

Probablemente, si el siguiente partido hubiese sido en Las Gaunas y ante otro rival puede que no se acusara tanto, pero medirse a un Izarra de dulce en casa y en un terreno de juego de las características de Merkatondoa exige mucho más. Y no por ser hierba artificial, pero sí por las peculiaridades de un rival que aprieta, que incomoda, que juega al límite, que choca, que golpea, que es duro, aguerrido, constante y que sabe cómo ejecutar su fútbol. Máxime si acierta a aprovechar un error y deja el encuentro encaminado en los primeros minutos. Ahí, los de Sergio Amatriain se hacen grandes, se multiplican en las tareas defensivas, se hacen fuertes por arriba y por abajo, además de evidenciar peligro a la contra.

No hay que buscas excusas, hay que crecer, aprender de este tipo de situaciones para intentar que no vuelvan a repetirse en el futuro. Lo fácil, en este sentido, sería culpabilizar al entrenador de turno por no haber sabido concienciar a los suyos de lo que les esperaba en Merkatondoa. Seguro que ha hecho todo lo posible por mentalizar a sus futbolistas, no hay duda. Otra cosa es que no haya acertado, a tenor de lo visto sobre el campo, en la manera ni en el camino de llevar a cabo lo que se buscaba. Y no por cuestión de los jugadores que estuvieron en liza. Siempre es sencillo criticar cuando se hacen cambios en el once y las cosas no funcionan. Si el UD Logroñés quiere estar arriba, aspirar a la primera plaza, no lo va a conseguir con once jugadores, con 21 puede que esté más cerca. 

El desgaste físico, brutal, y la tensión mental vivida implicaba variaciones en la alineación. Dos laterales de refresco, Miguel Santos -a un gran nivel el miércoles en los minutos que estuvo sobre el campo- y Reguilón -al que le cuesta adaptarse a una categoría que exige en el apartado defensivo- junto a dos centrales que repetían: Borja y Adrián León. Una medular nueva, con Jacobo, Birane Ba y Chevi. El senegalés debía poner presión y correa ante la colocación del gallego y el control y calidad del madrileño. En los extremos Joel Valencia -ansioso y precipitado por tener más minutos- e Íker Alegre son jugadores ampliamente contrastados como para no enquistarse en ataque, mientras que Jordan, pese a que anda algo tocado y tuvo que pedir la sustitución por mareos según expuso Pouso, tenía su momento para recuperar su puesto con el '9' a la espalda.

Lo dicho, con un once aseado y competitivo se presentaba una UDL que podía intuir que el Izarra iba a apostar por un fútbol más directo, de segundas jugadas, de poco ritmo de juego pero mucha intensidad en sus acciones, de escasa continuidad en la combinación y de mucha concentración para estar en el lugar adecuado para recoger los rechaces. Balón largo, pelea en la disputa y presión para provocar el error. Así fue el único tanto del duelo. A los 8 minutos, pelotazo de un central local, Adrián León controla con el pecho, confía en su pericia, pero la pelota bota, se le escapa... llega Bruno se marcha por el lateral y centra hacia atrás. Julen Goñi la deja pasar para que su compañero Pito supere a Miguel. Fácil, sin elaborar, aprovechando el error. 

Así es Merkatondoa. Por algo suma 13 de los 15 puntos el Izarra en un feudo en el que no han encajado ningún gol. A partir de ese momento, el cuadro blanquirrojo fue a remolque, contracorriente. Dudó demasiado en todo. Si pensaba parecía que se estaba durmiendo, si aceleraba los decibelios confundía el camino para llegar hasta un Aitor Navarro muy seguro y motivado ante su exequipo pese a que no llegó a debutar oficialmente. Con espacios, cuando puede correr, el bloque riojano exhibe pegada, pero ni ésas. Íker Alegre encontró un hueco por la derecha, amagó, finalmente centró y Jordan, en el segundo palo, no atinó en un remate que debía haber supuesto la igualada. Probablemente la dinámica hubiera sido otra. Pero no fue así.

Con orden, colocación y trabajo el Izarra fue desquiciando a un UD Logroñés plano, desconectado, previsible y nervioso a la ahora de jugar. Dos tiros lejanos y un remate de Birane Ba en la recta final del primer tiempo fueron las bazas riojanas. Muy poco. El Izarra incluso se gustaba. Julen Goñi, Bruno y Pito daban pinceladas de calidad. Para el trabajo ya estaba Ziganda, Lizárraga o Bruñol que no temblaban a la hora de meter la pierna. La segunda parte tenía que ser diferente. Pouso debía dar una vuelta. Lo intentó poniendo en escena a un activo Álvaro González y a Carlos Fernández como ariete, e incluso con Titi en los últimos 20 minutos. 

Cierto que hubo 10 minutos en los que la UDL inquietó, controló el choque, asomó sus garras, pero sin concretar su dominio, sin dar el zarpazo. El Izarra acertó para no encerrarse, para ir enervando a un oponente ofuscado en la verticalidad pero sin argumentos creativos. Sólo una vaselina de Álvaro González puso en aprietos a un conjunto navarro muy seguro, firme en su idea y que pudo ampliar su ventaja con un tiro que salió lamiendo la cruceta de Pito y una buena parada de Miguel ante Almagro.

Es de esperar que Carlos Pouso haya tomado nota. En su debe quizá el no saber encontrar la tecla para romper el ritmo del Izarra. Pero algunos futbolistas tampoco estuvieron finos. Adrián León cometió un error individual que marcó el devenir del encuentro, como todos los futbolistas tiene que saber convivir con ello. Es más, no creo que le marque para futuros compromisos. Joel Valencia y Birane Ba tenían la oportunidad para destacar, para dar un golpe encima de la mesa y remarcar su relevancia en la plantilla. Sin embargo, el senegalés estuvo desdibujado y errático, mientras que el ecuatoriano quiso demostrar tantas cosas que se quedó a mitad de camino en todas y no sumó para los suyos. Pero quizá no fueron los únicos. A Reguilón le cuesta cerrar su banda, quizá por su vocación ofensiva. Íker Alegre aparece y desaparece, a lo mejor habría que exigirle más... Pero es un partido, la segunda derrota y la UDL va tercera en la tabla. Demasiado pronto para poner listas negras. 

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