lunes, 24 de febrero de 2014

Pasito adelante

Mientras que la Unión Deportiva Logroñés hizo los deberes, de forma práctica y poco vistosa, ante el Tropezón para seguir alejándose del peligro (deja a 6 puntos la promoción y a 7 el descenso), la Sociedad Deportiva Logroñés desperdició una gran oportunidad para apuntillar a un rival directo, como el Caudal, y tomar aire en la tabla, pero su empate final, frente a 10 jugadores durante los últimos 23 minutos, deja a los blanquirrojos con 2 puntos de margen respecto a la promoción y de 3 con el descenso. 

Vayamos por lo positivo de la jornada, el triunfo de una UD Logroñés que sabe mostrar diferentes caras. Una victoria merecida, aunque en otros duelos vividos en Las Gaunas haya desarrollado un fútbol más brillante. Pero como expuso Raúl Llona al término del encuentro, lo importantes es sumar de 3 en 3 porque falta le hacía a este equipo. Pese a ello, evidenció que hay miedo a ganar. Algo lógico después de lo vivido en los últimos duelos como locales, con tanto empate. En este sentido, los blanquirrojos apelaron al sentido común, a la sobriedad y a la capacidad de superviviencia. El fútbol tiene muchos prismas, pero sólo un objetivo: marcar más goles que el rival y llevarse la victoria.

En esta línea, la UDL ha ido aprendiendo (o ha ido modificando sus hábitos) con el paso de las jornadas. Ante el Tropezón, por ejemplo, dio una versión aceptable en la primera mitad ante un conjunto que salió dispuesto a no encajar. Los cántabros, con una línea de 5 defensas, intentaron maniatar a los riojanos, incomodar en la creación y esperar su oportunidad a la contra o a balón parado pese a la desesperación de su capitán y referente ofensivo Rafa. La disposición de los hombres de Lolo Herrera impidió que Goñi o Ibai entraran en contacto con el cuero, mientras que las bandas, con Omar y Javi Rodríguez, pese a que buscaban amplitud carecían de profundidad, salvo en contadas ocasiones. De hecho, dos centros del riojano desde banda izquierda bien pudieron ser dos goles: en el primero Javi Rodríguez, en el segundo palo, tiró fuera cuando se cantaba gol y en el segundo Goñi, en plancha, remató pero Iván despejó a córner.

Los locales llegaban a portería, buena volea de Iriarte que mandó a saque de esquina Iván, pero la sensación, aunque por momentos se veían ocasiones, era que el Tropezón estaba imponiendo su ritmo. Los blanquirrojos requerían de una mayor velocidad en sus acciones con balón, más paciencia y criterio con la posesión. Claro que si tus do hombres más creativos no entran a escena es complicado atacar con sentido. Aunque los cántabros asumían que alguna ocasión en contra iban a tener, las ya citadas, el paso del tiempo les iba animando. Tanto que Dorronsoro, libre de marca en el segundo palo, evitó quebraderos de cabeza a los anfitriones cuando remató de cabeza al lateral tras un saque de esquina. Casualidad o no, a la siguiente acción Iriarte probó a Iván, que mandó a córner. Entonces Gonzalo, renqueante tras una disputa con el delantero blanquirrojo, se tendió al suelo en el medio del campo. Lolo Herrera prefirió realizar el cambio y la consecuencia fue que Iriarte se estrenara como goleador esta temporada. El técnico visitante justificó el cambio por la lesión, pero qué casualidad que el hombre que debía marcar a Iriarte debía ser Gonzalo, el lesionado. No es de extrañar, por este motivo, que a muchos entrenadores no les guste realizar una sustitución propia cuando deben defender un saque de esquina.

Sea como fuere, la UDL estaba por delante, había hecho lo complicado. Ahora faltaba buscar el segundo gol, Goñi la tuvo pero su remate, al filo del descanso, en plancha fue tan picado que le dio tiempo a rectificar al meta de los cántabros. Se intuía, como así fue, que el Tropezón movería ficha en el segundo tiempo. Lo hizo poblando el centro del campo y del 5-4-1 inicial pasó a un 4-1-4-1 en busca de un mayor equilibrio entre la defensa y el ataque. Lo que consiguió fue que su rival no tuviera tanta posesión, no encontrara espacios para llegar con claridad hasta Iván y que el partido entrara en una fase de imprecisiones que no beneficiaba, en nada, a los locales. Pese al cambio de escenario, los visitantes, con muy poca profundidad, apenas inquietaron a Miguel, al que no se le recuerda ninguna parada (salvo una en la primera mitad). 

El choque se atascó, no iba ni para adelante ni para atrás. Cierto que se había ganado en intensidad, pero no en claridad de las acciones. El Tropezón quería, pero no podía, mientras que la UDL, con reservas, buscaba la meta rival pero con recelo. Eso generó dudas en el aficionado cuando los despejes, algunos poco contundentes, de los blanquirrojos fueron aumentando, cuando los cántabros se metieron en campo ajeno, durante los últimos 10 minutos, cuando la pelota pasó a ser propiedad de los de Lolo Herrera. Los locales, entonces, acusaron el llamado miedo a ganar (muy presente en los tenistas, sobre todo, cuando pueden derrotar a un jugador que está por encima de su nivel). En ese instante se echó en falta que algunos futbolistas blanquirrojos asumieran responsabilidades, quisieran ejercer de líderes naturales. Por fortuna, el Tropezón, que llevaba tres victorias seguidas, no inquietó a Miguel y la UDL pudo sumar 3 puntos.

Sin embargo, hay cosas a destacar. Por un lado, esta UDL ha cambiado su manera de jugar. Y no me refiero a que ahora sea más práctica y no arriesgue tanto con balón. Una percepción, que no tiene que ser real, es que ahora el equipo ya no asfixia a sus rivales durante la primera media hora en el centro del campo. Es como si algunos futbolistas dosificaran esfuerzos. La seña de identidad habitual de centrar desde los costados ya no es tal (quizá en este apartado los contrarios tengan algo que ver). El juego de los blanquirrojos es más directo, de menos posesión, por momentos. Ibai, ente líneas, casi no entra en juego, mientras que Goñi parece atravesar por un pico bajo de forma, no muestra tanto recorrido como hace algunas jornadas. En definitiva, que la intensidad y ritmo de los riojanos ha bajado. Habrá que cuestionarse si es un aspecto físico o una mutación generada por Llona para estar más seguros en determinadas fases de los partidos.

En cuanto a la SD Logroñés, seguro que los aficionados saboreaban la victoria cuando Iñaki Jiménez volteaba el marcador mediada la segunda mitad y cuando minutos después el Caudal se quedaba en inferioridad. Pero nada más lejos de la realidad, los de Agustín Abadía no supieron aprovechar las circunstancias favorables para dar un salto cualitativo en la tabla. Una cuestión a reflexionar. Pese a ello, el empate, como tal, independientemente de lo acontecido en el Hermanos Antuña, se puede dar como bueno. Cierto que cabe pensar que el triunfo hubiera dejado muy tocados a los asturianos, pero hay que ser positivos.

El choque comenzó con más problemas de los esperados. El Caudal, en descenso, se jugaba la vida y lo demostró en cada lance, sobre todo al comienzo. En ese cuarto de hora inicial, la SDL aguantó las embestidas locales para a partir de ahí empezar a estirar un poco sus lineas, ganar en confianza en el juego y tratar de llegar a las cercanías de Javi Díaz. De hecho, Candelas marcó un gol que fue anulado por falta previa de Del Puente. El duelo se igualó con dos equipos que acusaron el miedo a perder. Había mucho respeto y prevalecía más el no perder el sitio que el desmelenarse en ataque. Pese a ello, hubo llegadas a las áreas. Como otro gol anulado a los visitantes, a Del Puente, por fuera de juego. O la internada de Toledo en el área rival frenada por un agarrón de un defensa que vieron todos menos el árbitro (una acción similar a la que sufrió la semana anterior la SDL frente al Racing y que sí fue pena máxima). Una jugada que fue el germen del 1-0, puesto que la contra montada por el Caudal acabó con un balón largo de Abraham para que Javi Sánchez se inventara una vaselina ante la salida de Gonzalo.

Los locales querían mas y en la segunda parte salieron decididos a sentenciar. Jorge, de hecho, pudo ampliar distancias, pero se trabó con el balón. Sin embargo, los visitantes mostraban sus garras y Del Puente tuvo el empate en sus botas, aunque, de nuevo Javi Sánchez pudo en peligro a Gonzalo. La SDL necesitaba una señal y la encontró cuando señaló penalti tras un codazo a un jugador blanquirrojo. Candelas asumió la responsabilidad y aunque Javi Díaz despejó con el pie, el rechace le vino al centrocampista para igualar el marcador a la hora de encuentro. Un tanto que dio tranquilidad y que asentó a los riojanos. Tanto que Iñaki Jiménez, tras una contra, se estrenó como goleador con un buen tiro desde la frontal en el minuto 65. Los de Abadía le habían dado la vuelta en un visto y no visto. Los nervios atenazaron a un Caudal que estaba sin sitio. Ante ese desconcierto local, Lulu era expulsado por una entrada a Fran Sota por detrás en el 67'. Mejor imposible.

Sin embargo, la inferioridad sentó mejor a los asturianos, que tiraron de pundonor para encerrar a un oponente que apostó por conservar el 1-2, ceder la pelota a su rival y buscar alguna contra. Javi Sánchez probó a Gonzalo y Rojas, de cabeza, perdonó en el área pequeña el empate. No fallaría instantes después al anticiparse a Yécora y rematar a gol. Un tanto que contenta a los locales, por lograr el empate en inferioridad, pero que deja un sabor agridulce a los riojanos que tocaron el triunfo con las manos, pero que se les escapó. Quizá sirva para que los blanquirrojos se den cuenta de que no hay motivo para relajarse, por muy bien que se presente un partido, que no se pueden perder las señas de identidad habituales (garra, lucha, sacrificio) cuando lo que está en juego es la permanencia en la categoría. Ojalá que en San Lázaro, el próximo sábado, no se repita la situación. Por eso, hay que quedarse con la capacidad de reacción, del 1-0 al 1-2, y e punto sumado.

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