lunes, 10 de diciembre de 2012

Con margen de mejora

Cuatro derrotas consecutivas y siete jornadas sin ganar. Consecuencia: caer hasta el puesto de promoción para evitar el descenso. Así se encuentra la Sociedad Deportiva Logroñés. Tres partidos seguidos sumando y victoria ante el colista. Con ese bagaje, sin ser espectacular, le está valiendo a la Unión Deportiva Logroñés para mantenerse a 5 puntos del 'play off'. Dos equipos, dos realidades distintas, con sus virtudes y sus defectos. Los de Agustín Abadía están sufriendo, en exceso, la gran cantidad de bajas que tienen jornada tras jornada (lesiones y sanciones), esta semana otra tras la expulsión de Pisón. El nivel competitivo del bloque lo acusa en los entrenamientos y en los partidos. Los blanquirrojos muestran actitud, pero no es suficiente para sobrevivir en esta categoría, se requiere algo más. Por su parte, los de Pepe Calvo se lucen, por así decirlo, en la primera parte y cambian de imagen en la segunda. Está bien para quedarse en mitad de la tabla, incluso mostrar aspiraciones para meterse en la fase de ascenso, pero no para ser considerado un candidato.

Que la SDL acudiera con 14 futbolistas a Tafalla no es novedad. Que sufriera una enésima expulsión, tampoco. Las cosas que deberían ser excepción, se están convirtiendo en rutina. Eso es muy malo, sobre todo, porque puede entrar en una espiral negativa complicada de salir. Por el momento, se está acusando en el rendimiento deportivo: 2 de los últimos 21 puntos posibles. Que los riojanos sabían que su lucha iba a estar en evitar el descenso, lo asumían y estaban mentalizados para ello. Quizá lo que no sospechaban era que iban a encontrar tantas dificultades con tantas ausencia. El primero el entrenador. Abadía se las tiene que ingeniar, domingo tras domingo, para, con lo que tiene, dar un once competitivo y acorde con la categoría. Cada día una alineación diferente. Las rotaciones son obligadas. Así es muy difícil dar con una columna sobre la que vertebrar el grupo y, entre otras, que los jugadores cojan ritmo

La SDL perdió 2-0 en Tafalla ante una Peña Sport más incisiva.
El técnico de Binéfar se las ha tenido que ingeniar para buscar centrales donde no los hay. Se suponía que era la posición mejor cubierta, sin embargo, entre sanciones y lesiones hasta 7 jugadores han ejercido ya en el centro de la zaga: Metola, Yécora, Salazar, Moya, Ledo, Gerardo y Miguel. Pese a ello, es una opinión personal, el agujero de los blanquirrojos en los últimos encuentros no están en la retaguardia, reside en el centro del campo. Ahí, por sus características deportivas, Pitu se está notando demasiado, más de lo esperado. Candelas o Miguel lo pueden tratar de suplir con ganas, con actitud, pero nunca por sus cualidades. Esaúl o Fran Sota tienen otro perfil, más cómodos con el balón por abajo, cuando el equipo tiene la pelota, menos sacrificados y predispuestos a la recuperación. Puede sonar a ventajista, pero que la SDL sólo cuente con un futbolista de ese corte en una demarcación tan determinante puede ser una mala planificación, aunque Salazar, que sigue recuperándose de su lesión, o Metola, que ya ha ejercido algún minuto por delante de la defensa, pueden suplirlo. Pese a ello, insisto, serían dos futbolistas diferentes a lo que ofrece el centrocampista tanto en ataque como en defensa. 

Del duelo frente a la Peña Sport hay que quedarse con que la SDL encajó un nuevo gol a balón parado. Un mal endémico del que no se recupera. En Segunda B este tipo de acciones son capitales y están condenando a los riojanos. Es un aspecto en el que sólo se puede mejorar. La actitud que acostumbra a ofrecer el bloque blanquirrojo también debe hacerse efectiva en las jugadas de estrategia. Más allá del trabajo, que también, es una cuestión de fe, de activación, de concentración, de orgullo de saber que si un jugador marca a otro hay que autoconvencerse para que su par no remate. El gol recibido al filo del descanso  obligó, una vez más, a la SDL a ir a remolque. Tras una primera parte en la que los riojanos fueron cautos, se mostraron voluntariosos en mantener el orden defensivo para buscar su oportunidad al contragolpe, en la segunda mitad adelantaron unos metros la línea de presión, trataron de tener más la pelota y de ser más incisivos, aunque sin grandes ocasiones. Que en los minutos finales llegara la sentencia tras un claro penalti de Pisón, y su consiguiente expulsión, es una muestra más de que a este equipo no le salen las cosas. Ahora, es cuando más unión debe existir, cuando todos deben ir a una, cuando más convencidos tienen que estar los jugadores de que esta racha va a acabar. El primer intento para demostrarlo llega este domingo ante el Izarra, un rival directo

Por su parte, la UDL volvió a saborear el triunfo después de cuatro jornadas. Fue una victoria muy necesaria, para saber que este equipo quiere revertir la situación e ir hacia arriba, que lo peor ya ha pasado. Sumar por tercer fin de semana seguido debe ayudar. Pero esta aparente mejoría, con sus baches, como se pudo comprobar el domingo en Las Gaunas, hay que confirmarla con un resultado positivo a domicilio. Ganar a la Peña Sport quitaría presión ante el derbi riojano, pero un mal marcador en Tafalla obligaría a los de Pepe Calvo en el último duelo del año. Superar a Osasuna B era una obligación. La mentalidad de los locales fue la idónea para superar a un filial rojillo que mostró parte de los motivos por los que se encuentra en el último escalón del grupo. Los riojanos, concienciados, con las ideas claras fueron a por el partido desde el principio, lo cual es de agradecer. Mario Barco adelantó a los suyos muy pronto. Mejor. Un ejemplo de lo bien que lo hace este equipo cuando quiere o puede. Balón al espacio por la banda izquierda, centro y entrada del delantero anticipándose al defensa para inaugurar el marcador. 

La UDL venció por 2-1 al colista del grupo, Osasuna B. LA RIOJA
Un tanto que serenó a los blanquirrojos e hizo temblar a los navarros. Rubén García, apoyado por Sergio Rodríguez, unos metros por delante, y por su escudero Mosutaphá, en labores de contención, marcó el camino. Los extremos percutían, principalmente Iñaki, daban sensación de peligro, se les daban balones y el equipo rojillo no encontraba el sitio. Castilla parecía un espectador. Buena señal. A la media hora, Rubén García, con cierta fortuna después de un bote (no es de recibo el estado del césped), daba más tranquilidad. La afición se podía alegrar, ya que la UDL se mostraba como un equipo fiero y capacitado para cualquier cosa. Sin embargo, el parón del descanso enfrió los ánimos de los locales. Poco más de 15 minutos en los que su rival se concienció para no permitir seguir siendo avasallado. Un cuarto de hora en el que los futolistas blanquirrojos perdieron la concentración, se desactivaron, bajaron la intensidad y pensaron más de la cuenta. 

Osasuna B cambió su predisposición en la segunda parte. Lógico. Con el 2-0 en contra no tenía nada que perer. Buscó la forma de cambiar el marcador. Si la UDL hubiera continuado con la mentalidad de los primeros 45 minutos a lo mejor la reacción visitante nunca habría llegado. Nunca se sabe. El caso es que los riojanos fueron cediendo terreno, la pelota ya no estaba con tanta regularidad en su poder, Sergio Rodríguez pasaba cada vez más desapercibido, Moustaphá y Rubén García se tenían que preocupar más de ayudar en labores defensivos que en atacar, los extremos ya no pisaban área contraria con la misma ligereza que en el primer período. Por si fuera poco, de córner, Unai, recortaba diferencias. Hubo nervios. Los pupilos de Miguel Merino parecían desatados e incluso creían en dar la vuelta al electrónico. La grada lo vio y los aplausos del principio se tornaban en incertidumbre e incluso algún que otro pito. Se palpaba el miedo. El filial, con corazón, buscó el empate, pero no gozó de ocasiones para batir a Castilla. En este sentido, no había motivos para temer, aunque una acción aislada podía echar al traste el buen primer tiempo tiempo. El aspecto positivo fue que la UDL acabó los últimos minutos en campo rival, una muestra de que dentro del terreno de juego no se veían tanto apuros como los que se podían palpar desde las butacas. Lo malo fue el runrún, un aspecto al que Pepe Calvo se refirió en la rueda de prensa posterior. La solución pasa por ganar en Tafalla.

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