lunes, 27 de abril de 2015

La peor racha de la temporada

Llega en el peor momento, cuando el equipo debe ir al alza, prepararse para la gran cita y mostrar sus virtudes. Sin embargo, esta Unión Deportiva Logroñés, independientemente de que se hable del abismo o de la ansiedad que tanto le gustan a Carlos Pouso, no parece tener la suficiente madurez para acabar entre los cuatro primeros. Y eso que todavía es cuarta y depende de sí misma. Pero falta algo, no se sabe muy bien el qué. Encajar dos derrotas en las jornadas 34 y 35, cuando un equipo se está jugando sus opciones, puede obedecer a aspectos deportivos y/o mentales. En A Malata se pudo comprobar que en el terreno futbolístico se estuvo a la altura, sobre todo en la primera media hora en la que se perdonó demasiado. Después un error individual de Miguel condenó a los blanquirrojos, que cierto que con coraje, pero sin ideas, no pudieron al menos empatar. Y ante el Celta B, hubo de todo un poco: futbolístico y mental. 

Contra el filial vigués hubo dudas dentro del campo cuando la UDL perdía la pelota y el bloque local se quedaba roto: cuatro defensas, más Julio Rico, intentaban no perder el sitio, mientras que los cinco restantes eran superados con un simple pase. Esto provoca casi igualdad ofensiva para los visitantes que, además, sacaron petróleo de sus dos primeras aproximaciones al área rival. En la primera Miguel Santos quedó retratado como lateral izquierda, posición en la que no da las garantías deseadas en el aspecto defensivo. Thaylor, más potencia que velocidad, le encaró, se escapó por fuera (quizá un jugador zurdo hubiera podido meter la pierna izquierda para evitar el peligro), centró al área pequeña para que Yelko, viniendo desde atrás, marcara el primero. Un 0-1 que descompuso a los locales.

Titi, que parece haber recuperado la chispa, daba amplitud al juego. Chevi y Gago, desde el lateral, le daban infinidad de balones para que encarara y centrara. El problema era que los centros debían ser rematados por Menudo, como delantero, o Joel Valencia, viniendo desde el extremo izquierdo. Imposible. Algo chirriab. Con balón no había pegas salvo en el último pase que, evidentemente, no encontraba rematador. Los temores llegaban cuando el Celta B tocaba y tocaba sin que ni Chevi ni Muneta (se le debería exigir más) presionaran con la intensidad suficiente para robar mientras que Julio Rico, por delante de la defensa, tenía que correr muchos kilómetros, desplazarse de un lado a otro para encima no poder llegar (no por culpa suya sino del resto del equipo). Thaylor volvía a poner un balón desde la derecha y Señé fue más listo que el resto. Moisés se quedó a la espalda del delantero, mientras que Miguel evidenció que tiene un mal de altura, que no está cómodo en ese tipo de situaciones, que quita (dos partidos seguidos en los que dos errores suyos suponen dos goles) más que de lo que da cuando tiene que mostrar sus reflejos.

0-2 en 21 minutos. Entonces Carlos Pouso arriesgó. Se la jugó con tres centrales pasada la media hora en busca de volver a estar en el partido. Con desajustes hasta el ecuador, el cuadro blanquirrojo necesita la pelota para que el nuevo dibujo tuviera su efecto porque el Celta B, cada vez que robaba, podía percutir por banda, cuestión que, por suerte, no entendió o no puso en práctica. Camochu, por un gris Gago, y Jacobo Trigo, como central en detrimento de Moisés, con una amarilla, daban otro aire al equipo. Titi y Miguel Santos como carrileros muy largos, casi como extremos, y con mucha gente por dentro: Chevi y Muneta, más la liberta de movimientos de Joel Valencia y Menudo. A todo este esquema se añadía el aluvión de centros que hubo desde la derecha, con un Titi que se hartó de poner balones desde su perfil.

Esa fue la manera de hacer daño a un Celta B agobiado durante los primeros minutos de la segunda mitad. Cuestión que ya evidenció Moisés con un remate a bocajarro al filo del descanso tras un córner que despejó Néstor. Ahora Camochu sí que podía rematar, ahora Joel Valencia y Menudo podían estar atentos a las segundas jugadas, ahora Chevi y Muneta presionaban cuando perdían la pelota, ahora la pelota sólo tenía un dueño. Se veía un cambio, pero más allá de la disposición en la intensidad mostrada, en las ganas, en el coraje para tratar de remediar el desaguisado. Jacobo Trigo, de cabeza, ajustaba su puntería con un remate al poste. Fue un aviso porque en el siguiente el gallego cruzó ante la salida de Néstor para recortar distancias a casi media hora del final. 

Sin embargo, el 1-2 y los cambios realizados por Toni Otero bajaron las revoluciones de los locales. Con Borja Iglesias en el campo, el conjunto celeste amenazó en un par de ocasiones. Titi continuaba con su clínic de centros, que sólo necesitaba encontrar un rematador decidido. Por ahí vino todo el peligro de los blanquirrojos, por arriba, en el juego aéreo. Por ahí sufría un Celta B que respiraba cada vez que se acercaba al campo rival. Esos minutos que se tomaba de pausa impedían a la UDL dar continuidad a su ataque. Íker Alegre, que no anda fino quizá por sus problemas en la espalda, no dio el relevo adecuado a Titi en la banda derecha. De hecho, desde que el asturiano entró en el campo, fue por la banda izquierda por donde más presencia hubo. Pero claro que el balón le caiga dentro del área rival a Miguel Santos, pese a su pundonor, polivalencia y entrega, no es lo mismo que la tenga Menudo o Joel Valencia.  

De esta manera, con presencia, pero sin amenazas, el Celta B ganaba tiempo al reloj. Lo más cerca del empate fueron dos tiros protestadas por los locales por considerar que habían golpeado en las manos de los jugadores celtiñas dentro del área. Poca chicha para lo que debía haber sido. Porque faltó el arreón final, quizá las fuerzas pasaron factura. Esa sensación de decir, aún queda una y la vamos a tener. Pues no. Pese a todo, la jornada fue propicia porque los riojanos siguen cuartos en la tabla, mantienen 2 puntos de ventaja sobre el quinto, el Guijuelo perdió ante el Lealtad 1-2, el Racing de Ferrol, 5º empató con el Coruxo 1-1 y el Compostela no pasó del empate ante el Somozas, por lo que es 6º a 3 puntos de los blanquirrojos. Y el viernes toca visitar el campo del colista, el Marino de Luanco. Un viaje en el que Carlos Pouso tendrá que recomponer su defensa, una línea que le está dando más problemas de los deseados. Aunque la clave para ese duelo puede pasar por volver a mostrarse letales en ataque gracias a un centro del campo dominador, así como e encontrar la mejor versión de Miguel. Armas que le han permitido alcanzar un puesto entre los mejores y que no puede tirar por la borda en estas tres últimas jornadas.

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