lunes, 2 de noviembre de 2015

Resultado en vez de juego

El crono se frenó en 234 minutos. Todo ese tiempo estuvo la Unión Deportiva Logroñés sin marcar. Carlos Fernández cerraba el marcador con el tiempo casi cumplido frente a la Peña Sport. Después llegaría la derrota en Merkatondoa y el empate a cero en Las Gaunas contra el Sporting B. 1 punto de 6 posibles. Tocaba ira a Pasarón para medirse a un Pontevedra en racha, que había encadenado 4 triunfos, con la sensación de que esta UDL debía encontrar el camino no ya del gol, sino de generar ocasiones y recuperar el talento para buscar la manera de llegar hasta la portería rival. Pues bien, la manera de reivindicarse se pudo observar en tierras gallegas. Victoria 0-1. 

El resultado fue magnífico, sin duda. Los blanquirrojos escalan a la segunda posición, aunque empatado a puntos, tras la derrota del Guijuelo y la dinámica cambia tras dos semanas tristes, sin chispa y sin velocidad. Eso sí que nadie piense que el equipo que se enfrentó el sábado por la noche al Pontevedra tiene algo que ver en sus intenciones al que avasalló al Compostela, al que dominó al Coruxo. La versión mostrada en Pasarón fue otra. Ni mejor ni peor. Distinta. Carlos Pouso, por de pronto, dio descanso a Jacobo y fue Adrián León el que trató de dar equilibrio en la medular. Con Chevi y Muneta intentando de dominar los tiempos, el cuadro de Luisito incrementó su intensidad.

Presión alta, actitud, intensidad defensiva, ritmo alto de juego... variables que acostumbra a utilizar el conjunto riojano fueron los argumentos con los que el Pontevedra fue echando hacia atrás a una UDL a la que le costaba combinar, que apenas podía dar tres pases seguidos, que casi no salía a la contra y que tenía que frenar las acometidas rivales realizando faltas. Por suerte, los locales no miraban a Miguel más que de reojo. Un par de internadas de Borjas y un tiro de falta directa de Verdú perfectamente despejado por el capitán blanquirrojo.

Así pasó un primer tiempo en el que el UD Logroñés parecía un equipo menor, asfixiado y pendiente de defender, que no proponía prácticamente nada y que estaba a expensas de la inspiración de los pontevedreses a los que les costaba llegar porque el mecanismo defensivo de los riojanos es disciplinado, ordenado y sólido. Pere Milla, como delantero, no había intervenido; Titi e Íker Alegre, en los extremos, estaban más pendientes de coger el sitio que de salir a la carrera; Chevi y Muneta, sin balón, poco podía hacer, mientras que Adrián León, por mucho campo que abarque, era insuficiente para neutralizar las acometidas locales.

El descanso era bienvenido porque la UDL estaba corriendo detrás del balón demasiado. Quizá el parón podía venir bien para reordenar ideas y saltar al campo con otras intenciones. Sin embargo, no fue el caso. El Pontevedra continuó siendo el amo de la pelota, mientras que su oponente bastante tenía con cerrar espacios. Los de Luisito llegaban a tres cuartos de campo con aparentemente relativa facilidad, luego sí que les costaba. Pero el fútbol es lo que tiene, que puedes estar agazapado, casi pidiendo la hora y cuando menos te lo esperas cambia las suerte del encuentro. Kevin Presa controló mal, Muneta estuvo hábil para robar y dar un pase en ventaja a Íker Alegre. El asturiano corrió por su perfil, levantó la cabeza y asistió para que Titi se presentara ante Edu. El extremos diestro, a la primera, no titubeó para superar al meta local y hacer el 0-1 en el minuto 54.

El Pontevedra no se lo podía creer. Un error, un gol. Mientras tanto Titi estaba escanciando sidra y dando alas a un equipo que parecía apagado. Como si hubiera sufrido una mutación por el tanto, la UDL aunque continuó dejando la iniciativa a su oponente, salvo unos minutos finales con varios centros laterales, ofreció otra imagen, de mayor empaque, de saber controlar la situación. Ya no era un continuo arrebato del Pontevedra, ahora el UD Logroñés pisaba campo ajeno, sacaba varias faltas lejos de su portería, trataba de ralentizar el ritmo para que el tiempo pasara sin que ocurriera nada. Y eso que Carlos Pouso tuvo que mover el banquillo. Jacobo se incrustaba con Adrián León en el medio, mientras que Pere Milla retrasaba su lugar para dejar que Jordan fuera el referente. Sin Muneta ni Chevi tocaba jugar con el marcador a favor. 

Sin embargo, el mayor inconveniente vino cuando Miguel Santos pidió el cambio. Titi tuvo que poner todos los sentidos para emplearse a fondo como lateral. Una posición en la que, como demostró en Laguardia durante el amistoso frente al Numancia, no está cómodo porque tiende a perder el sitio. Pero en Pasarón había que hacer un esfuerzo. Lo hizo. Taponó su costado y tiró de oficio para evitar que su carril fuera una autopista por la que el Pontevedra pudiera llegar. Joel Valencia, por delante, intentaba ayudar. La mejor noticia era que los de Luisito habían bajado, parecían acusar tanto el desgaste realizado en la primera mitad como el marcador en contra. No en vano, sólo gozaron de dos oportunidades para empatar: una acción de Borjas con pase a Anxo que desbarató Miguel cuando el zurdo le intentó lanzar un caño y un centro de Adrián, por la derecha, que remató, desviado, Carnero en el primer palo. Tampoco es que la UDL fuera un torrente de ocasiones, tampoco le hacía falta. Un tiro de Titi, cuando todavía ejercía de extremo, y otro de Íker Alegre fue lo más reseñable. 

Victoria, cambio de inercia para volver a la senda victoriosa. Seguro que ahora cabe preguntarse si esta versión, más práctica y resultadista, de la UDL va a ser una constante o, por el contrario, ha sido algo esporádico. Esto es Segunda B, una categoría compleja donde se castiga el error y probablemente habrá partidos en los que el juego excelso aparezca -aunque para ello es obligado refrescar las ideas y las piernas de algunos futbolistas- y en otros en los que toque ponerse el buzo, correr más que el rival y tratar de ser efectivo. Como norma está claro que puede no gustar, pero ¿qué importa más el juego o el resultado? En la respuesta está la preferencia.

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