lunes, 16 de noviembre de 2015

Sólidez para recuperar la sonrisa

Carlos Pouso asegura que las derrotas no se repitan. 51 jornadas ligueras en fase regular y nunca dos duelos consecutivos sin sumar. Levantarse tras caer. Así este bloque. Podrá jugar mejor o peor, pero no se le puede reprochar nada en cuanto a actitud, compromiso, trabajo y entrega. Aspectos, no hay que olvidar, que hacían de esta Unión Deportiva Logroñés un club que no enganchaba, que no mostraba carácter. Con el técnico vasco lo primero es lo primero. Es decir, ¿qué se le va a exigir a cualquier equipo de fútbol? Correr. Pues partiendo de esa base, llegará la diferenciación con el resto. Calidad, colocación, motivación, estrategia...

Los anexos del José Zorilla tienen su aquél. Campo de hierba artificial, superficie en la que Pouso ha explicado que "no se juega a fútbol, es otro deporte", de dimensiones reducidas y en el que el viento suele ser protagonista -por fortuna no apareció el pasado sábado-. Si a estas características se le unen que enfrente había un rival que permanecía invicto en ese feudo y que el conjunto riojano acudía a la cita tras ceder en Las Gaunas frente al Somozas con un juego, sin chispa y carente de ideas en ataque, la aparente presión de cara al duelo ante el Valladolid B era máxima.

Pero esta UDL no mira atrás, se centra en lo que viene y lo afronta convencido del éxito. Tocaba disputar un encuentro áspero, complicado, que exigía mucha concentración, en el que había que ponerse el mono de trabajo, en el que cada balón podía ser decisivo para que el oponente estuviera apenas unos metros por detrás. El centro del campo debía hacer una labor más oscura, de menos brillo, más solidaria con sus compañeros y así Jacobo y Adrían León fue la apuesta del preparador blanquirrojo. Chevi quedaba liberado, mientras Muneta, no tan fino ni participativo en las últimas apariciones, aguardaba en el banquillo. 

La defensa sólo movió una pieza, Paredes regresaba al once en detrimento de Reguilón, que se quedó en Logroño, acompañando a Miguel Santos, Julio Rico y Borja. En los extremos, Titi y Pere Milla tenía la compleja labor de dar amplitud  -mejor el asturiano-, mientras que Carlos Fernández era ese ariete que debía tocar todos los balones en beneficio de los suyos. Faltaba por mencionar al portero, ese futbolista que puede pasar desapercibido en otros equipos, pero que en la UDL es fundamental para entender las victorias. Miguel, como acostumbra en los últimos 15 meses fue clave con sus paradas.

El fútbol es marcar y que no te marquen. Eso hizo el UD Logroñés. Cerrar su portería y anotar. Lo hizo pronto, lo cual ayudó. La presión en campo rival de los riojanos es efectiva si la hacen de forma acompasada. Se pudo comprobar a los 10 minutos cuando el balón le llegó al portero blanquivioleta -el juvenil Sergio-. El pase que le había dado su compañero no fue bueno, pero el control del cancerbero tampoco ayudó. Carlos Fernández estuvo listo, puso el pie y la pelota rebotó en él para entrar mansamente en la portería. La actitud defensiva del bloque genera el primer y único gol de la tarde.

Con el marcador a favor, no se bajó la intensidad pese a que el cuadro local avisó de su peligro con un tiro que mandó a córner Miguel. Después llegarían un tiro cruzado al poste y otro lanzamiento lejano, tras recorte, de Toni que el portero a mano cambiada. Pese a ello, el peligro sobre la meta del capitán riojano sólo llegaba a balón parado. En estático, el Valladolid B era incapaz de combinar y avanzar de manera limpia ante la presión de los visitantes. Con esta dinámica, los blanquirrojos esperaba el robo para lanzar transiciones rápidas. Además, estaba la opción Carlos Fernández. Juego directo y a aprovechar las segundas jugadas para llevar el ritmo del partido. Un centro chut de Titi y un tiro de Pere Milla fue lo más productivo ofensivamente hablando durante la primera mitad.

El segundo tiempo comenzó con polémica, ante una posible mano de Miguel Santos en el área. Cierto que ahora se intuía a un Valladolid B más dispuesto a pisar campo ajeno. Jacobo y Adrián León se multiplicaban para estar en casi todas las partes, ayudando a los centrales, echando una mano a un lateral e incluso tapando las internadas por el centro de los locales. A la contra, se pudo, se debió, sentenciar. Balón a Titi, centro de lujo... y Carlos Fernández irrumpe en el segundo palo con la portería vacía, pero su remate, bastante forzado y con la izquierda se va alto. Chevi mide los tiempos para dejar en ventaja al exjugador del Villanovense y plantarse ante Sergio. El delantero intenta una vaselina y el meta le adivina la intención. Dos claras oportunidades para vivir sin tanta angustia la parte final del encuentro.

Joel Valencia e Íker Alegre saltaban a escena para aprovechar su velocidad y desborde en detrimento de Titi y Pere Milla. Las intenciones riojanas eran más que evidente. El Valladolid B lo intentaba pero sólo en acciones de estrategia parecía contar con capacidad para empatar. Miguel, por si acaso, se puso en medio y con su cuerpo evitó un remate a bocajarro cuando el tiempo se cumplía tras un saque de esquina. Pese a que la UDL estuvo embotellada en los últimos minutos la solidez defensiva de los blanquirrojos fue suficiente para sumar 3 puntos donde nadie esta temporada lo había hecho.

Saber si con este triunfo se ha dado el punto de inflexión del que Pouso hablaba en la previa sería descontextualizar la victoria. Hay que recordar que el práctico resultado logrado en Pasarón (0-1) parecía olvidar la derrota ante el Izarra y el empate, además del errático juego contra el Sporting B. Es preferible ser cautos y esperar a que el duelo del domingo en Las Gaunas ante la Cultural Leonesa -es segunda con 25 puntos- determine cuál es el sino de los blanquirrojos; si tratar de dar caza al Racing de Ferrol (a 6 puntos tras empatar ante el Tudelano) o pelear por asegurar un lugar entre los cuatro primeros (tiene 2 puntos de margen con el quinto puesto).

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