lunes, 23 de noviembre de 2015

Es necesario un plan alternativo

Tercero con 25 puntos en 14 jornadas (si mantiene el actual promedio acabaría con 68 puntos). Ahí convive la Unión Deportiva Logroñés, a 8 puntos del líder Racing de Ferrol y con 2 de margen sobre el quinto clasificado, el Tudelano. Los números no engañan, no mienten. Se dice que depende de cómo se usen pueden llegar al engaño. Que cada uno los analice como considere. El fútbol, como otros muchos deportes, no es sólo estadística. Hay más cosas gracias a Dios. Carlos Pouso ha dicho en varias ocasiones que es más de sensaciones, y de puntos, que de mirar la clasificación. 

El técnico vasco reconoce que su equipo no está fino, que le falta lucidez. Pese a ello, nada más acabar el partido frente a la Cultural Leonesa insistió en dejar claro que "el juego ha sido mejor que otros días". Perfecto. ¿Se va por el buen camino, entonces? Por sus declaraciones hasta parecía estar satisfecho. Cuestionado por ello, se limitó a decir que estaba contento "por la reacción y por cómo se había puesto el partido". Reducir el duelo ante la Cultural Leonesa al empuje y a que se rescató un punto no debería ser suficiente para un equipo que aspira a lo máximo. Probablemente, el 1-1 en otra circunstancia tendría una visión diferente a la actual. Porque la contextualización genera que un dato objetivo, el resultado, tenga diferentes consecuencias. 

Y la UDL le toca apechugar con el favoritismo ganado la campaña pasada y al comienzo de la actual temporada, con un juego brillante, fresco, veloz y repleto de recursos. ¿Dónde queda ahora? Limitarse en la somera explicación de que Chevi, Muneta o Pere Milla no están finos es eludir el problema. Que la pelota no le llegue en ventaja a los extremos, en este caso a Titi e Íker Alegre, no se circunscribe al estado de forma de los centrocampistas. Quizá el tema de fondo sea cómo llega el cuadro riojano al área rival. 

La actual UDL tiene dos maneras de llamar a la puerta contraria (tres si citamos las acciones a balón parado). Por un lado, es un equipo que juega directo, que trata de buscar las prolongaciones o dejadas de Carlos Fernández -este domingo se pudo ver durante el primer tiempo- para desde la segunda jugada y ya en campo adversario, optar por combinar, dentro y/o fuera, y buscar el espacio ya la velocidad de sus hombres más adelantados -una combinación entre Jacobo y Titi acabó con centro del asturiano y un remate de Íker Alegre en el segundo palo-. Si las defensas rivales se echan atrás, juntan sus líneas y evitan que los blanquirrojos jueguen entre líneas esta vía de aproximación queda limitada a una acción individual.

Asimismo, si la pelota está en posesión del otro equipo, la UDL intenta una presión adelantada para que el contrario rifa la pelota en largo o si intenta jugar en corto pueda existir un robo en el centro después de un mal pase o un control impreciso. Entonces, si hay robo los blanquirrojos arman una transición, casi siempre letal y efectiva. La duda, como aconteció ante la Cultural, es qué sucede si el rival supera esa primera línea de presión de los riojano. Se pudo ver durante la primera media hora, que el cuadro local es más vulnerable. Hasta cuatro remates de Aketxe y un tiro de Sultán.

Ante estas dos únicas maneras de atacar (en estático, con juego directo, y una vez recuperando la pelota con rápidas transiciones) se ha comprobado, es el tercer duelo en Las Gaunas sin ganar, que no es suficiente. Sumar 2 de 9 en casa no es un balance muy positivo para pelear por el liderato. Menos mal que los resultados fuera de casa acompañan. De ahí que el cuerpo técnico tenga que darle una vuelta a sus planteamientos y buscar la manera de innovar, de no ser tan previsible, de no depender tanto del estado de forma de Chevi, Muneta (dos duelos seguidos que se queda en el banquillo) o Pere Milla (el domingo como enganche, pero sin participación ni presencia).

Cierto que ante la Cultural se vio una variación interesante que afectó, principalmente, a Jacobo. El gallego irrumpió en más de una ocasión por los costados, como apareciendo por sorpresa, mientras Adrián Léon se quedaba en el centro para no perder el sitio. Movimiento previsto para intentar generar un espacio, para dar más alternativas a la salida del balón, Queda ver si hay continuidad o fue algo puntual. Lo que sí parece un hecho es que ambos futbolistas ofrecen más solidez, más trabajo y más juego aéreo que si Chevi acompaña a uno de los dos centrocampistas. Se vio en Valladolid y se dio ante la Cultural. No es criticable, es la constatación de un hecho, que Pouso prefiere dar solidez a su centro del campo.

Como que Pere Milla está pidiendo a gritos un descanso. Su participación es escasa entre líneas y cuando lo hace no está fino con la pelota, está impreciso y ansioso por querer sumar para los suyos. Quizá el descanso a Muneta le haya venido para ponerse en situación y demostrar en Burgos que el vasco tiene ganas de regresar al once. 

Es positivo sumar, eso siempre, pero loar la reacción y quedarse ahí, insisto, es tapar una realidad. 40 minutos de empuje, de carácter, están bien. No se le ha reprochado nunca, desde que está el preparador vasco, que este bloque esté desconectado, al contrario, es hasta una novedad dado el poco sentimiento que este conjunto, en su corta historia, ha transmitido. Por ahí, no hay pegas. Van por otro lado y porque su meta no es acomodarse en mitad de la tabla. 

Quejarse de la labor arbitral, dos posibles penaltis, uno sobre Carlos Fernández, y una mano de Bardal pudieron dar un giro al duelo, pero el árbitro no consideró que esas acciones fueran suficientes para señalar los once metros. Sí lo fue el recorte de Iosu cuando Borja, ansioso y precipitado toda la tarde desde el central zurdo, barrió, probablemente sin medir las consecuencias, al medio de la Cultural. El trío arbitral picó. Si el defensa cántabro hubiera aguantado de pie, es imposible que la acción habría acabado en penalti, pero claro en ese momento Borja decidió por tirarse al suelo para evitar el centro, en lo que no cayó fue en que le serviría a Iosu para fintar y buscar el contacto.

Jordan y Joel Valencia le dieron un poco más de chispa al equipos, por lo menos presencia en ataque, mientras que Chevi dio luz durante unos minutos. De hecho, un pase suyo acabó en el tanto del empate. Un gol de fe. El gallego buscó un balón que parecía iba a acabar en las manos de Leandro, pero la insistencia del centrocampista provocó que Iosu tocara la pelota, lo que confundió a un portero muy inseguro en el golpeo. Además, la pelota le venía a la derecha y es zurdo, así que el despeje rebotó en el cuerpo de Iosu mientras que Jacobo lo recogía y se metía en la portería con él. Pese a ello, según el acta el tanto fue en propia puerta. 

Después, las acciones peligrosas fueron una falta de Jordan que blocó Leandro y un tiro lejano de Jacobo que acabó en córner porque un defensor metió la cabeza. Presencia en campo ajeno, varios centros pero sin remate. Intenciones, pero sin acabar de concretar. Buena puesta en escena cuando se podía pensar en lo peor. Si eso está muy bien y es de agradecer, pero también es necesario que ese empuje se dé durante los más de 90 minutos que dura un partido. Y como bien por mérito de los oponentes o por inoperancia blanquirroja la falta de ocasiones de gol es un hecho que se viene constatando en las últimas fechas es necesario, por el bien del UD Logroñés, encontrar un plan alternativo, una nueva hoja de ruta para bombardear a los adversarios, para hacer de la UDL un equipo temible en su parcela ofensiva. Ya lo dijo Pouso antes de empezar la liga: "Lo fácil es destruir, lo complicado es proponer".

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