lunes, 7 de septiembre de 2015

Las Gaunas, intocable

Intocable. Así se muestra el UD Logroñés en Las Gaunas. Dos victorias convincentes por 3-0 en las que transmite sensaciones de equipo con hechuras y convencido de lo que pretende. Primero fue el Compostela, con un juego -salvo los primeros 20 minutos- en los que avasalló a su rival, en los que no le dio un respiro, en los que generó un sinfín de ocasiones hasta que en la segunda parte encontró el acierto necesario para rematar su gran partido. Y este pasado sábado fue el Coruxo, que venía líder y con 7 goles a favor en su casillero. Pero el cuadro blanquirrojo, cierto que con más dificultades, sin realizar un juego redondo, con menos control y cometiendo algún que otro error defensivo finalizó con un contundente marcador, quizá excesivo para los méritos de unos y otros.

Porque ante el conjunto que entrena Rafa Sáez la principal diferencia estuvo en el acierto. Los riojanos atinaron en el momento adecuado, mientras que los vigueses no estuvieron finos. Aunque en este apartado el mérito haya que dárselo a Miguel, poco activo pero decisivo con dos intervenciones cruciales para entender el desarrollo del encuentro. Con 1-0 y ya en el segundo tiempo, el Coruxo saca provecho de un córner, tiro de Ortiz, y de un saque de banda, cabezazo de Pedro Vázquez, pero en ambas acciones aparece el capitán blanquirrojo para estar en el sitio y blocar la pelota sin dudas, primero, y, segundo, para sacar una mano magistral y evitar el empate.

Por si fuera poco, minutos después de esa soberbia intervención ganó protagonismo Pere Milla, convertido en 'pichichi' del grupo con 4 tantos. Si el ilerdense ya había dejado algún que otro detalle de calidad en recorte durante la primera mitad, si frente al Compostela lo intentó en varias ocasiones desde lejos, contra el Coruxo se inventó un lanzamiento a la escuadra seco, imposible para cualquier portero. De hecho, Brais ni se movió. Esa fue una clave para entender el triunfo blanquirrojo. La otra fue que Pere Milla, de nuevo, estaba en el sitio adecuado para dos minutos después hundir la moral a su rival después de una nueva asistencia de Titi

Contundencia en el área para resolver las cuitas que presentó un Coruxo valiente, que no bajó los brazos y que porfió para no regresar a Galicia de vacío. Pero esta UDL es letal si tiene el día. Puede que no cuaje un partido grande, pero necesito muy poco para resolver y sí que tiene capacidad para, al menos de momento, para no mostrar errores. Incluso si aparecen, los contrarresta con individualidades que los bloquean. Es decir, ofrece garantías en ambas porterías, algo clave para estar lo más arriba posible. 

Esto no quita para pensar que el enfrentamiento ante el Coruxo resultara sencillo. Ni mucho menos. El UD Logroñés no estuvo tan cómodo como contra el Compostela. No gozó de continuidad en sus acciones, no arrolló a su rival con velocidad y ritmo. Sí que trató de asumir la iniciativa y Cifuentes sacó bajo palos un tiro de Jordan, pero se intuía que el dominio no iba a ser tan plácido como dos semanas antes. Borja, aunque en el acta el colegiado se lo dio a Cifuentes en propia puerta, allanó el camino tras una falta lateral mediado el primer tiempo. 

Lo que podía ser la tranquilidad en el juego derivó en una fase de ida y vuelta en la que la UDL no debía caer. Las contras locales eran muy imprecisas, tanto que facilitaban la labor del Coruxo que volvía a ponerse en disposición de atacar. Había excesivas conducciones, los pases siempre eran al compañero que estaba en peor disposición... la toma de decisiones, en definitiva, no era la adecuada. El equipo se partía y propiciaba que el bloque de Rafa Sáez tuviera su protagonismo gracias a su banda derecha. Varios córners y faltas laterales propiciaron que la UDL estuviera metido en su campo. Lo mejor, sin duda, fue alcanzar el descanso para controlar la situación.

Se intentó en la segunda mitad, pero las dos ocasiones citadas de Ortiz y Pedro Vázquez y las dos paradas de Miguel generaron dudas hasta que Pere Milla, en dos minutos, marcó dos tantos. Fin de la historia. 3-0, minuto 61. Media hora por delante que sirvieron para ver el debut, desde el banquillo, de Edu Payá -sustituyó a Miguel Santos, única novedad en el once- y a Carlos Fernández. El ubetense pudo ampliar la cuenta pero falló lo impensable, a puerta vacía, después de que Titi le hiciera el trabajo sucio y le dejara un gol hecho. Sin embargo, el ariete se relajó y mandó el balón fuera. Un fallo anecdótico porque no hubo transcendencia en el marcador y que es de suponer se quede en eso -habrá que ver si afecta o no en sucesivos encuentros-. 

En definitiva, un choque que evidenció que Jacobo ofrece equilibrio; que Adrián León, en la medular, cubre mucho campo, tiene llegada desde la segunda línea, se entrega en defensa y pone criterio en ataque; que Titi está de dulce para desde el exterior servir asistencias de lujo a sus compañeros; que Íker Alegre parece que quiere encontrar su mejor versión pero hay algo que no acaba de dejarle explotar; que Joel Valencia, más enchufado y activo que en las jornadas anteriores es un buen revulsivo para agitar los duelos; que Borja, Santelices y Paredes, hasta la fecha, se han ganado la confianza de Carlos Pouso; que Jordan cuenta para el técnico blanquirrojo y que si continúa trabajando tendrá minutos; que Miguel, otra temporada más, está dispuesto a mostrar su mejor versión para llevar a lo más alto a los suyos; y que Pere Milla, algo perdido en algún encuentro de pretemporada, ha encontrado la tecla para brillar con goles y otras más cosas. 

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