lunes, 21 de septiembre de 2015

Freno a la euforia blanquirroja

Suele ocurrir. Después de un resultado transcendente, importante en un campo complicado llega el revés de la moneda. En aras de evitar la relajación, el acomodo y un exceso de confianza Carlos Pouso optó por "agitar el árbol", una expresión que le gusta decir muy a menudo. Cinco novedades en el once: Edu Payá y Reguilón en los laterales (sacrificados Santelices y Paredes), Birane Ba dando equilibrio (por Jacobo), Joel Valencia en el extremo izquierdo (en detrimento de Íker Alegre) y Carlos Fernández como referente (por Jordan). Sobre el papel una revolución lógica ante el pensamiento que tiene el entrenador vasco de que si se quiere estar arriba es imposible hacerlo con un once fijo, necesitas variedad. Otra cosa es lo que se vio en el campo. Pese a que había futbolistas claves, caso de Julio Rico -un hombre polivalente al que se le hace hueco en el once-, Borja, Adrián León, Titi o Pere Milla el juego del equipo estuvo impreciso. 

No todo va a ser en el debe del UD Logroñés. Enfrente había un rival, el Atlético Astorga, quizá menospreciado porque sus metas son alcanzar la permanencia y porque acumulaba 3 derrotas en 4 jornadas. Sin embargo, la propuesta de los maragatos hizo mucho daño a los blanquirrojos. El cuadro riojano sufre sin balón, no está cómodo cuando no puede correr y no puede aprovecha los espacios. Sin fluidez en la elaboración, sin recompensa en la presión alta, como está siendo habitual de inicio esta campaña, sin encontrar el remate es difícil sacar el máximo rendimiento a tus piezas. 

El Astorga, valiente y decidido, quiso la pelota como medio, no como recurso. Y aunque le costó encajar un gol en el único remate entre los tres palos de los blanquirrojos, los de Álvaro García fueron a más cuando se vieron con el marcador en contra. De hecho, Birane Ba -de más a menos- estaba siendo lo más destacado en el UD Logroñés durante una primera fase de partido en la que prevalecía el juego directo para intentar sacar partido a partir de la segunda jugada. Ahí los locales parecían más cómodos porque el senegalés parecía tener imán para tocar todas las pelotas. Con Titi como principal argumento ofensivo, tanto que a la media hora el preparador visitante tuvo que sustituir a su lateral izquierdo, sólo faltaba concretar esos centros medidos del asturiano. Sin embargo, ya se atisbó que ni siquiera en el balón parado, la UDL estaba a gusto. Dudaba, no sabía si sacar en corto o no porque el At. Astorga había hecho los deberes y sólo les dejaba una opción: ponerla al segundo palo o al punto de penalti, como mucho.

Adrián León iba y venía -en su línea- pero no brillaba como en otras ocasiones, Joel Valencia aparecía y desaparecía, Pere Milla no encontraba su sitio y Carlos Fernández... pues el delantero ahí estaba pegándose con los centrales, buscando algún desmarque, trabajando para los suyos, pero sin fulgor. El UD Logroñés estaba atascado. Cierto que pisaba área rival, pero más por varios saques de esquina y alguna que otra falta lateral que por juego. El Astorga seguía a lo suyo, intentando combinar aunque sin continuidad en los pases. Reguilón cruzó un balón para que Pere Milla, entrando desde la segunda línea, pusiera a los blanquirrojos por delante en el marcador en el minuto 21. Pleno de efectividad.

La ventaja tranquilizó en exceso a los locales. Se dejaron querer, dieron un paso atrás en la presión y el Astorga aprovechó para aumentar la frecuencia de pases seguidos. El UD Logroñés se empezaba a partir y se quedaba a mitad de camino: ni controlaba la situación ni salía a la contra. David Bandera avisaba desde la frontal y Miguel, hierático, observaba como la pelota se iba rozando el palo. Acto seguido era Roberto Puente el que probaba desde el mismo sitio y ahora el capitán blanquirrojo repelía el envenenado tiro. Y hubo una tercera. Birane Ba se enredó con la pelota y su pérdida se convirtió en un pase en profundidad para que Roberto Puente se presentara ante Miguel. Le fintó para escorarse a la izquierda y quedarse a puerta vacía. Gol cantado. Eso parecía. Sin embargo, el lanzamiento con la pierna mala del ariete se topó con el poste. Una acción que había metido el miedo en el cuerpo a los locales y con la que se llegaba al descanso.

Había que espabilar. Se hizo con la pelota como protagonista. A Titi le llegaban balones, por la banda izquierda Reguilón subía con desparpajo -claro que luego hay que volver y que el Astorga, estudioso, urdió un plan para ser letal por su costado derecho-. Otra vez más, se hacían las cosas bien, pero faltaba el remate. Riki, el meta rival, vivía tranquilo, sin trabajo. Mala señal. El cuadro maragato seguía vivo pese a que la sensación era de dominio local. Pero el fútbol tiene estas cosas, que cuando menos te lo esperas llega la sorpresa, positiva para los visitantes y negativa para los anfitriones. Roberto Puente sufrió un codazo de Julio Rico dentro del área. Penalti, más allá de las protestas. David Bandera, con tranquilidad, la puso en la escuadra. A aplaudir. Algo más de un cuarto de partido y si se quería empezar bien las fiestas de San Mateo tocaba dar un paso adelante. 

Se dio, pero a trompicones, de manera imprecisa, acelerada y muy nerviosa. Con Jacobo -digamos que no tuvo una buena noche; lento, sin confianza en la entrega...-, Muneta -no encontró el sitio y no terminó de dar esa pausa necesaria- y Jordan -el equipo equivocó el concepto porque las características de este delantero requiere aprovechar su velocidad y no buscarle tanto por arriba- en escena el UD Logroñés buscaba la manera de acercarse a Riki. El dominio territorial existió, el ímpetu por ganar, también, pero no hubo ideas. Lo malo de eso, es que se pudo pagar caro. Por suerte, el Astorga, que supo sufrir, se abonó a una contra para voltear el marcador. Las intenciones de los visitantes eran claras: bolas para Roberto Puente que se dejaba caer sobre el costado diestro ante los espacios que dejaba un Reguilón decidido a subir la banda, pero que dejaba muchos huecos a su espalda.

Emoción y tensión, pero fútbol poco. Ese caudal de ocasiones, esa capacidad creativa que había demostrado el cuadro riojano en las anteriores citas en Las Gaunas dejaban paso a un cuadro nervioso, muy impreciso -demasiado-, sin pegada, sin profundidad, previsible y sin argumentos. No en vano, sólo Borja remató, manso a las manos del meta visitante, entre los tres palos en un saque de esquina (minuto 81). El empate, pese a las prisas, era lo que había merecido una UDL que no se sintió tan dominadora y controladora como en citas anteriores. Saber si la revolución realizada por Pouso tuvo parte de culpa o no en el juego del equipo es algo que se cuestiona a tenor del resultado obtenido, ya que con una victoria ni se hubiera planteado; es más se habría alabado el fondo de armario de los blanquirrojos. Pero el fútbol no son matemáticas y enfrente siempre hay un rival que no se controla -pese a los intentos por mantenerlo a raya- y que te puede poner en jaque, que te obliga a exprimirte pero que también te puede superar. Seguro que hubo un poco de todo. Pese a todo lo dicho, los pupilos de Carlos Pouso son líderes, aunque empatados con otros cuatro clubes a 10 puntos. 

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